EL MUNDO

Todos dicen esta bomba no es mía

Siguen las acusaciones cruzadas por la tragedia de la playa de Gaza en la que murió una familia de veraneantes.

 Por Donald Macintyre *
Desde Beit Lahiya

La investigación interna del Ejército israelí de la explosión que mató a siete miembros de una misma familia en la playa de Gaza hace dos semanas había absuelto a Israel de toda responsabilidad. El propio gobierno de Tel Aviv había anunciado que enviaría las evidencias al Vaticano para demostrar que la familia había sido víctima de una mina terrestre colocada por los milicianos palestinos. Pero testimonios recogidos cerca del lugar de la tragedia ponen en duda las conclusiones de la investigación.

Según el informe militar, el video de vigilancia de la playa mostraba que la explosión no pudo haber sucedido antes de las 16.57. Según el ejército, la última bomba de la artillería terrestre en el área fue lanzada nueve minutos después. El video mostraba una conducta normal en la playa entre las 16.54 y las 16.57, y el otro video mostraba la llegada de las ambulancias a las 17.15.

El ejército israelí dijo por primera vez, el viernes pasado, que los organismos de seguridad palestinos llamaron a las 17.12 a sus pares israelíes para pedirles que no bombardearan el área porque las ambulancias estaban atendiendo las urgencias en la playa. Pero el libro de admisión del hospital Kamal Odwan en Beit Lahiya, adonde fueron llevados los muertos y algunos de los heridos, registra la hora de la llegada de las primeras ocho víctimas a las 17.05, diez minutos más temprano de lo que el ejército dijo que habían llegado las primeras ambulancias a la escena. La declaración del conductor de la segunda ambulancia que llegó a la playa confirmó estos registros.

Un importante analista militar de Human Rights Watch (HRW), Marc Galasco, un experto que trabajó para el Pentágono, dijo la semana pasada que toda la evidencia señalaba que las muertes fueron causadas por un proyectil de artillería de 155 mm lanzado desde una posición terrestre, y dijo que había examinado el “informe computarizado” del hospital “que documenta que las pruebas de sangre de una víctima de la playa fueron tomadas a las 17.12 el 9 de junio”. HRW también se refirió a los registros de admisión y añadió: “Si los registros son exactos, basados en el tiempo que se necesita para despachar una ambulancia y manejarla desde el hospital a la playa y volver, esto sugiere que la explosión fatal ocurrió en el momento en que las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) dijeron que estaban disparando rondas de artillería”. La organización dijo que los registros “ponen en duda” la versión israelí de que ese día las ambulancias no llegaron a la playa hasta las 17.15.

El ejército israelí defendió su investigación. “Nunca vi una investigación más detallada y completa que ésta. Todo nuestro objetivo fue descubrir la verdad de lo que sucedió y si hubiera sido nuestra bomba, asegurarnos de que no volviera a suceder”, afirmó el capitán Jacob Dallal. Dijo que el tiempo del video de vigilancia hecho por el ejército debía ser más confiable que los recuerdos de testigos visuales.

Fuentes de la oficina de Mahmoud Abbas, el presidente palestino, señalaron que aún no pudieron establecer fehacientemente cuándo se produjo el bombardeo. Pero aclararon que están más que dispuestos a colaborar con cualquier investigación internacional independiente sobre las muertes en la playa.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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Uno de los niños víctimas ayer de un ataque israelí en Gaza.
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