EL MUNDO › CERRO LA CAMPAÑA PARA LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DEL DOMINGO

Chávez y Bush se enfrentan en Nicaragua

No va más. La campaña nicaragüense terminó ayer, con actos, caravanas y conciertos multitudinarios. A pesar del creciente clima de tensión y polarización, los observadores electorales destacaron la paz que reinó en todo momento en las calles. Los candidatos hicieron énfasis en los dos principales problemas del país: la pobreza y la corrupción. El líder sandinista y favorito según todos los sondeos, Daniel Ortega, aprovechó la jornada para recorrer ciudades del interior y terminar a la noche con un último peregrinaje a la capital. Su rival más fuerte y aliado de la Casa Blanca, Eduardo Montealegre, dedicó el día a recorrer los barrios más pobres de Managua, incluyendo los tradicionales feudos del sandinismo. Allí, casualmente, se encontró con la caravana de su ex aliado y candidato del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), José Rizo. Los dos, apoyados por distintos sectores de Estados Unidos, buscan evitar una victoria de Ortega en primera vuelta.

Los últimos sondeos sitúan al líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) con una intención de voto que oscila entre el 35 y el 30 por ciento. Según la ley electoral nicaragüense, para ganar es necesario obtener el 35 por ciento de los votos, con una diferencia de cinco puntos porcentuales con respecto al segundo candidato, o el 40 por ciento de los votos. El miedo de Ortega no es sólo no conseguir arañar el 35 por ciento, sino que Montealegre, el ex banquero que representa a la Alianza Liberal Nicaragüense, continúe achicando la distancia. Una última encuesta de la empresa estadounidense Greenberg Quinlan Rosner Research, difundida por el diario nicaragüense La Prensa, le daba 27 por ciento al ex ministro de Economía del actual gobierno.

El otro elemento que podría derribar las aspiraciones del ex comandante sandinista es un eventual traspaso de votos al Movimiento Renovador Sandinista (MRS), el sector disidente que dejó el FSLN por no estar de acuerdo con la dirección de Ortega y que hoy cuenta con una intención de voto de alrededor del 15 por ciento. Sin embargo, esta amenaza se debilitó con la muerte del candidato presidencial del MRS, Herty Lewites, tres meses antes de las elecciones. Su reemplazo fue su compañero de fórmula, el economista Edmundo Jarquín, un hombre casi desconocido para muchos nicaragüenses. Por eso, el partido eligió un dirigente con alto perfil para acompañarlo: el cantautor más importante de la Revolución Sandinista, Carlos Mejía Godoy. Utilizando su figura, el cierre de campaña del MRS fue un concierto masivo al aire libre en Managua.

Frente a una multitud de simpatizantes con velas blancas, Mejía Godoy repasó su repertorio más conocido con canciones como “La tumba del guerrillero” y “Nicaragua Nicaragüita”. El cierre le correspondió a Jarquín: “Vamos a terminar con la infamia en uno de los países más desiguales de la más desigual región del mundo. Por la justicia, por la dignidad, no les vamos a fallar”, prometió el único de cuatro candidatos que no ha recibido el apoyo de un gobierno extranjero (a Ortega lo apoya Venezuela).

Mientras el MRS eligió uno de sus bastiones para cerrar la campaña, Montealegre hizo su última aparición en medio de uno de los feudos del sandinismo. Subido a una caravana, recorrió una de las zonas más pobres de Managua, en donde la mayoría de las familias todavía le agradecen a Ortega por sus casas, construidas durante la revolución. El candidato del empresariado –nacional y extranjero– llegó a mitad de la tarde en su 4x4, seguido por una larga fila de colectivos que llevaban a sus simpatizantes. La caravana estuvo marcada por la tensión, especialmente cuando unos militantes comenzaron a tirarles pedazos de galletitas a los simpatizantes del FSLN que miraban desde las veredas.

El broche final de la campaña lo puso Ortega. Anoche continuaba recorriendo los barrios de Managua, luego de un día lleno de actos y reuniones. A la tarde se reunió con directivos de la Cámara de Comercio para firmar, como ya lo había hecho el resto de los candidatos, un documento, en el que se comprometió a respetar la libre empresa y a formar un gobierno amplio y de consenso. Luego de marchar por el centro del país, el líder sandinista llegó a la capital acompañado por miles de personas. Su discurso final fue un resumen de lo que ha sido su campaña: “Paz, trabajo, educación y reconciliación”.

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