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El contagio argentino llevó la fiebre de la renuncia a Uruguay

Resistido por la izquierda, los sindicatos, los empresarios y hasta por el Partido Nacional en el gobierno, ayer renunció el ministro de Economía uruguayo Alberto Bensión. El economista Ernesto Talvi podría reemplazarlo.

Desde que decidiera la libre flotación del dólar respecto del peso uruguayo, el destino del ministro de Economía Alberto Bensión pendía de un hilo. Primero fue la izquierda del Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) la que lo acosó en el Parlamento para que diera explicaciones de la medida. Después fueron las protestas en las calles de empresarios y sindicalistas. Después fue un sector del Partido Nacional (Blanco), el que rechazó su paquete económico. El fin de semana, arreciaron los rumores de su renuncia y se dio por hecho que el directorio del Banco Central sería removido esta semana. Entonces, cuando el líder de los blancos, el ex presidente Luis Alberto Lacalle, pidió públicamente ayer que se fuera, no hubo otro remedio. Bensión y su equipo, y probablemente parte de las propuestas del presidente Jorge Batlle, se fueron ayer del gobierno. “Este es un gobierno de coalición y debemos aceptar las opiniones de nuestros aliados”, dijo Jorge Batlle.
El Poder Ejecutivo había anunciado para esta semana cambios en el equipo económico, pero se refería al Banco Central, después de que diversos actores políticos criticaron la actuación del presidente de la autoridad monetaria, César Rodríguez Batlle, por considerar tardía la intervención del Banco Montevideo y la Caja Obrera, por falta de liquidez. El viernes, en una “cumbre” política con Lacalle y otro ex presidente, Julio María Sanguinetti, los líderes de los partidos Blanco y Colorado aliados en el gobierno, se decidió la sustitución de los tres directores del Banco Central.
Bensión, ex presidente de la Asociación de Bancos de Uruguay y asesor de larga data de Batlle, era demasiado sensible a las recetas del FMI para un país, como Uruguay, que no ve con buenos ojos ni las privatizaciones ni la reducción del escueto parque industrial del país. La prueba de ello es que el paquete presentado por etapas por Bensión logró cosas tan insólitas como unir a las gremiales sindicales y patronales en las calles y a que un sector de los blancos propusiera la ampliación del directorio del Banco Central para incluir a una figura del Frente Amplio. La carta que ofrecía Bensión, esto es, el hecho de que el FMI sí prestara a Uruguay lo que le niega a la Argentina (unos 3000 millones de dólares), no parecía suficiente para blancos y frenteamplistas, y ni siquiera para el sector de más peso del Partido Colorado de Batlle, representado por Sanguinetti.
Bensión decidió la depreciación del peso uruguayo luego de no poder contener su valor salvo que dilapidara las reservas del Banco Central. Después se dispuso el aumentos de tarifas en los entes públicos y el combustible y el recorte de numerosas partidas económicas destinadas a obras sociales. Durante la interpelación en el Parlamento uruguayo, Bensión consiguió un respiro pero no pudo evitar que estallara la fractura entre los blancos. Lacalle reaccionó y pidió en nombre de todo su partido “un cambio del rumbo económico”.
Batlle quería mantener a Bensión unos días más en el cargo, pero el cambio en la cúpula del Banco Central obligó al ministro de Economía a irse antes de que lo echen. El presidente ya habría propuesto el viernes a Lacalle y Sanguinetti como futuro presidente del Banco Central a Carlos Sténeri, desde hace 10 años representante de Uruguay ante los organismos internacionales con sede en Washington, luego de que se desechara la opción de designar al economista Ernesto Talvi en el Ministerio y a Bensión en el Banco Central. Una de las directoras de la entidad, la blanca Rosario Medero, ya había renunciado la semana pasada. Para el Ministerio de Economía, además de Talvi, suena ahora el nombre del senador Alejandro Atchugarry, pero estos nombres no parecen indicar un cambio de rumbo. “Pero tanto el que se va, como el que llega y todos los integrantes de este gobierno estamos absolutamente convencidos de que tenemos un solo objetivo por delante: preservar y consolidar el sistema financiero, defender al Banco de la República y asegurarle al país atravesar esta tormenta tan fuerte, que nos ha venido de afuera”, dijo ayer Batlle luego de anunciar la renuncia de Bensión.

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El ministro Alberto Bensión (der.) y el presidente Jorge Batlle: una sociedad que terminó.
La renuncia de Bensión fue pedida ayer por los blancos, aliados de Batlle en el gobierno.
 
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