EL MUNDO › SIN MUCHO ENTUSIASMO Y DESPUES DE MUCHAS ESPECULACIONES

Chirac finalmente apoyó a Sarkozy

 Por Eduardo Febbro
Desde París

El presidente francés puso fin al falso suspenso sobre su posición respecto del candidato del oficialismo a las elecciones presidenciales, Nicolas Sarkozy. Al salir del Consejo de Ministros, Jacques Chirac anunció, como se esperaba, que Sarkozy dejará su cargo el lunes al tiempo que le dio su franco apoyo para la campaña. El mandatario francés cierra así un ciclo de especulaciones sobre su actitud frente a un hombre que en los últimos 12 años fue su peor enemigo. Chirac, que en mayo termina dos mandatos presidenciales marcados por la cohabitación con un gobierno socialista (1997-2002) y una alucinante inacción en la política interna, parece elegir la carta del consenso y las buenas maneras.

Para los observadores franceses, el apoyo de Chirac a Sarkozy no es un gesto inesperado. El presidente termina su gestión con un país en un estado de inmovilidad inédito y estancado en todos los planos. Tres de sus últimos primeros ministros, Dominique de Villepin, Jean Pierre Raffarin y Alain Juppé, ya se habían pronunciado anteriormente a favor de Sarkozy. Desde hace varias semanas, Nicolas Sarkozy viene pidiendo a todas voces un pronunciamiento a su favor. Chirac, sin embargo, dio signos de querer mantenerse en una posición neutra, por encima de los partidos, pero ayer se resolvió a romper con su aparente neutralidad y aportarle a Sarkozy su discreto y sobrio espaldarazo. Chirac dijo que “a título personal” y a raíz de que el partido oficialista (UMP) lo designó como candidato presidencial le aportaría “naturalmente” su apoyo.

La incomodidad del presidente francés era tal que sólo se limitó a elogiar el trabajo realizado por Sarkozy en el Ministerio del Interior, pero no hizo extensivo ese elogio al tema central, es decir, el programa electoral de Sarkozy. Chirac no evocó la plataforma ni tampoco manifestó públicamente su anhelo de que Sarkozy fuera el próximo ocupante del palacio presidencial que él mismo dejará dentro de poco menos de dos meses. Los dos hombres terminaron intercambiando ese tipo de amabilidades, cuyo carácter convencional revela más que las críticas el malestar que existe entre dos personas.

El entorno más cercano al presidente francés salió rápidamente a aclarar que el gesto de Chirac no era de corazón. Es conocida en Francia la preferencia que Chirac tiene por su ex jefe de gobierno Alain Juppé, hoy descalificado luego de su breve y agitado mandato (1995-1997) a la cabeza del Ejecutivo durante el cual, en signo de protesta por una reforma del sistema de jubilaciones y de protección social, Francia quedó paralizada durante casi dos meses. Sarkozy y Chirac mantienen un fogoso antagonismo desde que, en 1995, el ministro del Interior eligió apoyar al entones primer ministro Edouard Balladur como candidato a las elecciones presidenciales, que finalmente ganó Chirac.

Pese al tímido pronunciamiento de Chirac, los dos hombres no cesan de cruzar las espadas a distancia. El lunes por la noche, en una clara alusión al jefe de Estado, Sarkozy dijo: “Si salgo electo presidente de la República, luego de la elección presidencial no haré lo contrario de lo que prometí en vísperas de la elección”. Respuesta a distancia de Chirac, en dos libros aparecidos esta semana que recopilan los discursos del presidente, el mandatario escribe: “En nuestra república, ninguna discriminación es tolerable, incluso las que se presentan como positivas”. La frase se refiere a la polémica política de “inmigración” positiva defendida por su ministro del Interior. En lo concreto, los dos dejan sus respectivos cargos con un panorama semejante: muchas promesas, mucha agitación, muchas frases rebuscadas, escasas modificaciones de lo real.

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El presidente y el ministro-candidato no se llevan muy bien.
 
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