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Bush sacó un felicitado en su propia evaluación

Un día después de que el presidente de Estados Unidos, George Bush, admitiera por primera vez que la presencia militar norteamericana en Irak continuará después de que concluya su mandato, en enero de 2009, la Casa Blanca envió al Congreso un informe evaluando los progresos hechos por el gobierno de Irak. Bush le deja así una difícil herencia a su sucesor, la responsabilidad de continuar o ponerle fin a la ocupación. Tendrá que decidir si mantiene bases militares permanentes en Irak, como tiene desde los años ’50 en Corea del Sur, donde hay acantonados unos 30.000 soldados norteamericanos.

El informe se conoce un día después de que Bush, anunciando lo que estimó un importante progreso en los frentes político y de seguridad en Irak, dijo que Estados Unidos comenzará a retirar este mes tropas del país del Golfo hasta alcanzar cerca de 21.500 soldados de combate para mediados de 2008. El informe considera que los líderes iraquíes no han hecho los progresos suficientes, cumpliendo solamente nueve de los 18 puntos sobre seguridad y política fijados por el Congreso de Estados Unidos. El texto del informe encontró avances insatisfactorios en dos criterios clave: la adopción de leyes para que las ganancias del petróleo y gas iraquíes se distribuyan equitativamente, así como el incremente del número de tropas locales que puedan operar con independencia de las fuerzas estadounidenses. En conjunto, el informe mostró progresos satisfactorios en nueve criterios, desiguales en otros cuatro, insatisfactorios en tres, mientras que los restantes dos no los evaluó, alegando falta de condiciones previas para comparar. En el informe, la Casa Blanca intentó minimizar la idea de que la caótica situación no ha cambiado mucho desde el último reporte, hace dos meses, al asegurar que los criterios mostraban un cuadro incompleto de Irak.

No obstante, el informe se hizo eco de la insatisfacción de Bush con el ritmo del progreso hacia la adopción de leyes clave que buscarían forjar la unidad nacional y disminuir la violencia sectaria. “El progreso político a nivel nacional ha sido aún decepcionante. La tensión natural entre grupos ha sido exacerbada por bloques políticos que han amenazado con retirarle el apoyo al gobierno”, indicó. “Estas amenazas no se materializaron en la mayoría de los casos, pero contribuyeron a crear un clima de desconfianza y estancamiento”, según el texto. El informe citó logros de las tribus sunnitas en la provincia de Al Anbar, en la batalla contra miembros de Al Qaida, y destacó los esfuerzos del gobierno de Bagdad para ayudarlos.

“Estas situaciones ilustran el sentimiento creciente entre los iraquíes de que necesitan superar sus temores naturales y lograr algún tipo de acomodo con sus antiguos oponentes”, agregó. Uno de los más fieles aliados de Washington en Al Anbar, el jeque Abdul Sattar Abdul Richa, murió el jueves junto a tres de sus guardaespaldas al estallar una bomba cerca de su domicilio, en Ramadi, hecho fuertemente criticado por Estados Unidos y que llevó a tribus sunnitas a prometer venganza.

Por su parte, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, dijo ayer que es posible que su país reduzca el número de tropas en Irak hasta dejar unos 100.000 soldados a fines de 2008. De ser así, esa retirada sería mayor que la anunciada el jueves por el presidente Bush, que ordenó la salida de 5 de las 20 brigadas de combate presentes en el país hasta julio de 2008. Los aspirantes a la candidatura demócrata, en general, proponen una salida rápida de la mayoría de las tropas estadounidenses, pero dejar un contingente para luchar contra la red terrorista Al Qaida. En enero de 2009, tomará posesión el nuevo presidente de Estados Unidos, al que le tocará tomar las decisiones trascendentales sobre una guerra que no inició.

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