EL MUNDO

Febriles negociaciones en el Congreso italiano

El presidente Napolitano encargó al jefe del Senado la formación de un gobierno de transición, pero Berlusconi insiste con elecciones anticipadas.

 Por María Laura Carpineta

La larga espera de los italianos será todavía más larga. El presidente Giorgio Napolitano dio ayer el primer paso hacia un gobierno de transición. El mandatario le encomendó al titular del Senado, Franco Marini, la difícil tarea de reunir los votos necesarios para apoyar su gobierno interino. Marini, que pertenece al Partido Demócrata que lidera el alcalde de Roma Walter Veltroni, es el hombre ideal para la misión. Es respetado tanto por el centroderecha cuanto por el centroizquierda y tiene una historia de militancia católica, que lo acerca al Vaticano, y sindical, que le asegura el apoyo de los gremios y los empresarios. Pero todas sus credenciales pueden quedarse cortas. Ayer la sensación en los despachos de Roma y las redacciones de los principales diarios era que el gran negociador del presidente se enfrenta a una misión imposible. Si fracasa, Napolitano tendrá que llamar a elecciones la semana que viene.

Marini no pudo disfrutar los flashes ni un momento. Segundos después de que Napolitano le entregara el timón para salir de la crisis provocada por la caída del gobierno de Romano Prodi, el ex primer ministro Silvio Berlusconi le auguró una semana muy difícil. “A Marini le diremos que la única salida son las urnas”, sentenció el líder de la oposición. Todos los sondeos coinciden en señalarlo como el favorito. Si finalmente Napolitano llama a elecciones anticipadas, se realizarían a más tardar a principios de abril próximo.

Il Cavalieri, como le dicen sus compatriotas, no sólo prometió hacer lo imposible para hacer fracasar la misión de Marini, sino que además dejó bien en claro que será tan implacable con un eventual gobierno de transición como lo fue durante estos últimos 20 meses. “No hay espacio para el diálogo”, advirtió Berlusconi. No todos en su coalición están tan convencidos. Mientras la extrema derecha de Alianza Nacional y Liga del Norte lo apoyan en su cruzada, parte del centroderecha es más ambivalente. El líder de la Unión Democrática de Centro (UDC), Pier Ferdinando Casini, quiere elecciones anticipadas, pero no todos sus correligionarios estarían dispuestos a seguirlo. Fuentes de La Unión, la coalición que llevó al poder a Prodi en 2006, confiaron a este diario que Berlusconi puede haber cooptado a Casini, pero no a los 24 senadores de la UDC. “Sólo con tres o cuatro ya tendríamos la mayoría que buscamos”, señaló un asesor comunista, que pidió anonimato para no perturbar las negociaciones. Ayer dos senadores de esa bancada rompieron con Casini y le hicieron un guiño al oficialismo. “La tradición democristiana enseña que ir a elecciones no siempre recompensa”, le dijo uno de ellos, Bruno Tabacci, al diario La Repubblica.

La mejor herramienta que tendrá Marini para convencer a los senadores del centroderecha será la presión social. “En este momento todos estamos sintiendo una presión externa enorme. La Iglesia Católica, los empresarios y los sindicatos han salido a decir que quieren un gobierno de transición. Le temen a la derecha agresiva y a una posible crisis económica”, explicó a Página/12 el senador de Refundación Comunista, José Luis Del Roio. La presión parece no haber alcanzado todavía al senador ítalo-argentino Luigi Pallaro quien, desde sus vacaciones, ayer no se animó a adelantar su voto.

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Negociadores: el jefe del Senado Franco Marini (der.) y el presidente Giorgio Napolitano (izq.) en Roma.
 
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