EL MUNDO › CRECIENTE INFLUENCIA TALIBáN EN AFGANISTáN

Una guerra que no está ganada

 Por Walter Oppenheimer *

Desde Londres

La creciente influencia del movimiento talibán hace temer que puedan volver a conquistar el poder en Afganistán, del que fueron expulsados en 2001 tras una invasión liderada por Estados Unidos. Según un informe que hará público hoy el Consejo Internacional de Seguridad y Desarrollo, los talibán han incrementado su poder considerablemente en el último año y tienen ya “presencia permanente” en un 72% de Afganistán, frente a un 54 en noviembre del año pasado.

“La deprimente conclusión es que, a pesar de las enormes inyecciones de capital internacional que fluyen a este país y a pesar del enorme deseo de tener éxito en Afganistán, el Estado está otra vez en serio peligro de caer en manos de los talibán”, subraya el informe. El ICOS es un centro de estudios especializado en programas de seguridad global con oficinas en Londres, París, Bruselas y Río de Janeiro. En el pasado se destacó por su agresiva campaña en defensa de canalizar la producción de opio afgano hacia la medicina y en contra de la erradicación forzosa de esos cultivos.

Su último informe sobre la situación en Afganistán destaca que los esfuerzos para la reconstrucción económica del país “no lograron tener impacto en las condiciones de vida de las comunidades locales” y que “la insurgencia, dividida entre un componente de comunidades rurales motivadas por la pobreza y un concentrado grupo de militantes islamistas radicalizados, está ganando impulso, complicando aún más el proceso de reconstrucción y desarrollo en el país”.

Los talibán empezaron a reagruparse en 2004 y desde entonces fueron extendiendo su presencia. Esta sigue siendo especialmente fuerte en el sur del país, gracias tanto a su dominio de la propaganda y su capacidad para presentarse como una alternativa al poder local cuanto a los errores de las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN. Entre los errores más graves citados por el informe figuran los bombardeos aéreos, que causan numerosas víctimas civiles, y la erradicación de los campos de opio, que perjudica a los agricultores locales. Y, sobre todo, el equívoco del presidente estadounidense, George W. Bush, de creer que “cuando los afganos se den cuenta de la superioridad del modelo de democracia occidental y sus beneficios fluyan por cada esquina del país, el dominio de los talibán se verá arrastrado a los márgenes de la historia”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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