EL MUNDO › EL PRESIDENTE ESTA ATRAS DE SU PRINCIPAL OPONENTE EN TODAS LAS ENCUESTAS

Bushistas al borde de un ataque de pánico

Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

Los candidatos demócratas que sobreviven pueden estar hoy en pleno combate, pero los asesores de imagen de George W. Bush están súbitamente tan inquietos sobre sus perspectivas de reelección que el presidente, poco afecto a los reportajes, hará una rara aparición preparada a las apuradas en un importante programa de entrevistas de hoy. Medio disimulado por el sonido y la furia de la batalla por la nominación demócrata está el hecho de que Bush ha llegado al momento más difícil de su presidencia, y la debacle de inteligencia por las supuestas armas de Irak es sólo una de las razones. Aunque alguna vez se consideró como una virtual certidumbre su triunfo en noviembre, Bush ha sido golpeado por múltiples factores, desde un déficit fiscal en escalada y el fracaso de una economía en recuperación en crear puestos de trabajo, a una renovada controversia sobre su desempeño militar durante la guerra de Vietnam. Estas aflicciones se han visto complicadas por un flojo discurso del Estado de la Unión –normalmente una poderosa plataforma de año electoral para un presidente en funciones– y los ataques constantes de sus rivales demócratas en la campaña.
La caída es observable en un torrente de encuestas. De acuerdo con AP, la tasa de aprobación general del presidente ha caído al 47 por ciento, de un 56 por ciento hace un mes, mientras el número de aquellos que dicen que definitivamente votarían por algún otro saltó al 43 por ciento, comparado con sólo 37 por ciento que planean votar por Bush en noviembre. Asombrosamente, mientras el partido de oposición aún no se ha decidido por el desafiante, dos encuestas muestran a Bush perdiendo en una confrontación con John Kerry, el actual favorito demócrata, por márgenes mucho más allá del margen de error estadístico. Las cosas pueden cambiar rápidamente cuando la famosa máquina republicana de ataque entre en acción, y cuando la campaña Bush-Cheney empiece a hundir la mano en su tesoro de guerra de más de 100 millones de dólares, eclipsando cualquier cosa que los demócratas puedan hacer. Pero por el momento la Casa Blanca está en problemas. Una muestra de sus dificultades es que Bush haya decidido aparecer hoy no en un canal servil como Fox News, predicando a los que hace mucho que son conversos, sino en el programa político de bandera de NBC “Meet the Press”, con Tim Russert.
Russert está visto como uno de los más incisivos ente los entrevistadores políticos. Pero la Casa Blanca claramente calcula que los beneficios a obtener de un desempeño sólido son mayores que los riesgos. El objetivo más importante de Bush es recuperar su reputación como un hombre de hablar claro y directo, presentando la verdad sin embellecimientos. Y no son sólo las faltantes armas de Irak lo que ha erosionado su imagen de confiabilidad. Los últimos pronósticos presupuestarios, que predicen una constante declinación de los defici de 521.000 millones de dólares, han sido criticados como ficticios (ver suplemento Cash, página 7).
Los conservadores fiscales republicanos, horrorizados del modo en que los superávit de la era de Clinton se han consumido, criticaron públicamente la tendencia de la Casa Blanca al despilfarro. Están particularmente furiosos por la contabilidad mentirosa de la reforma que llevó adelante Bush del programa de salud pública Medicare, estimado en 400.000 millones de dólares el año pasado pero que –ahora se sabe– costará al menos un tercio más.
Por contraste, los demócratas están mostrando un frente notablemente unido, reflejando la prioridad absoluta del partido para derrotar a Bush, cualquiera sea el candidato que emerja como el líder. Por el momento, el hombre más probable para cumplir ese rol es Kerry. Después de su resurrección de entre los casi muertos en Iowa, Kerry ha ido fortaleciéndose paulatinamente. Le llueven el dinero y los apoyos, motorizados por la convicción de que Kerry, un héroe condecorado enVietnam y veterano del Senado por 20 años, tiene las credenciales políticas y la estatura en seguridad nacional para derrotar a Bush este año. Sus principales rivales son el senador John Edwards, de Carolina del Norte, y el general retirado Wesley Clark. En términos realistas, sin embargo, cada uno de ellos debe ganar al menos una de las dos primarias sureñas en Virginia y Tennessee para seguir en carrera.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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