EL PAíS

Diez preguntas sobre la causa Antonini Wilson

La propiedad de la valija, el juicio en Miami y la causa porteña, la cantidad real de dinero, el rol de los venezolanos, el destino de los dólares y la visita del acusado a la Casa Rosada.

 Por Raúl Kollmann
e Irina Hauser

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Antonini reiteró en Miami, avalado por el fiscal Tom Mulvihill y el FBI, que la valija no era suya y que ni siquiera sabía el contenido. ¿Cómo quedó esa afirmación ahora?

La descripción que esta semana hizo la ex integrante de la Policía Aeroportuaria María Luján Telpuk dejó muy desacreditados los dichos de Antonini. Es muy probable que la nueva chica Playboy, que viaja a Miami hoy, signifique un golpe muy duro para el valijero en el juicio en Estados Unidos. En concreto, Telpuk sostuvo que la maleta era la anteúltima y que la estaban esperando Antonini y su acompañante de los reiterados viajes que hizo a la Argentina y Uruguay, Daniel Uzcátegui. Cuando el piloto preguntó de quién era la valija, Antonini de inmediato respondió que era suya y por eso se acercó al mostrador: “Sí, ¿qué pasa?”, preguntó. Telpuk contó que “Antonini se hizo responsable desde el primer momento, él no dudó, no dijo que el dueño se fue ni nada. Además, este señor estaba muy tranquilo, desde el primer momento dijo que él era el dueño”. El funcionario de la Aduana Jorge Lamastra, que ha exhibido varias diferencias con Telpuk, coincide totalmente en esta versión.

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¿Hay alguna evidencia de que Antonini sabía que el dinero estaba adentro?

La evidencia más nítida es que el venezolano-norteamericano dijo que en la valija había libros. La lógica es que si una persona está por pasar un equipaje que no es propio diga que adentro hay ropa y elementos de uso personal, no libros. Lo que sucede es que, en los scanner, los libros se parecen a los fajos de billetes y por eso recurrió a la mentira de decir que eran libros. Por otra parte, el hecho de que haya mentido tres veces antes de que se abriera la valija indica que conocía lo que realmente había adentro.

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¿Existió otra valija u otras valijas conteniendo 4.200.000 dólares o seis millones de dólares?

No se puede descartar, pero parece muy poco probable. Al menos en aquel vuelo. Telpuk dice que revisó todas las valijas que se pusieron en el scanner y esto se combina con lo que declararon los pilotos: ellos bajaron todo el equipaje y Daniel Puciarelli, el copiloto, llevó las valijas hasta la cinta del scanner. En este terreno, los dichos de Telpuk se contraponen con los de Lamastra, el hombre de la Aduana, quien afirmó que el control fue selectivo. En el careo que en su momento se hizo entre ambos, Telpuk exhibió más contundencia y Lamastra se mantuvo en un terreno más general, diciendo que siempre el control es selectivo. Los pilotos seguramente serán llamados a declarar nuevamente. Sucede que si fuera cierto que hubo otra valija o valijas debieron percibirlo en forma nítida, ya que se trataría de bultos de envergadura. Los 790.000 dólares, en billetes de 50, pesaron 16 kilos. Si los 4.200.000 hubieran venido en la misma denominación, billetes de 50, el peso sería de 80 kilos, o sea dos valijas inmensas, difíciles de transportar. Si el dinero venía en billetes de 100 se estaría hablando de una valija muy grande de 40 kilos o, lo que entra en un terreno menos detectable, dos valijas de 20. Lo notable de Antonini es que dio dos versiones distintas, la de los 4.200.000 y la de seis millones. En este último caso se trataría de casi cien kilos. En un vuelo en el que vienen pocos pasajeros con muy poco equipaje, ya que el avión salió el jueves 2 y llegó en la noche que fue del 3 al 4 de agosto, semejantes pesos no podrían pasar desapercibidos para los pilotos.

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Antonini dice que la valija con los 790.000 dólares fue subida al avión por Claudio Uberti, el funcionario del Ministerio de Planificación, junto con un hombre de seguridad de Pdvsa, la petrolera venezolana. ¿Es cierto?

Interrogado por el abogado de Franklin Durán, Antonini se desdijo. Afirmó que no lo vio. Y lo cierto es que ni Antonini ni Daniel Uzcátegui, hijo del vicepresidente de la petrolera, estuvieron cuando hicieron el check in todos los demás pasajeros. Ambos llegaron dos horas tarde, según declararon al unísono los dos pilotos, y eso demoró el avión. La realidad es que todos ellos llegaron en la madrugada del 4 de agosto porque Antonini y Daniel Uzcátegui demoraron la salida. De cualquier manera, parece cantado que los dos pilotos, Gerardo Sánchez y Daniel Pucciarelli, tendrán que volver a declarar porque ellos sí podrían haber percibido quién entregó la valija para que sea cargada en el avión.

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¿El dinero podría ser de Uberti?

No se puede descartar. En realidad podría ser de cualquiera de los que iban en el avión, empezando por el propio Antonini y por Uzcátegui. El argumento de la defensa de Uberti, aceptado por el juez Daniel Petrone, es que no existía relación entre Uberti y Antonini. El titular del Occovi afirma que recién conoció a Antonini el 3 de agosto, el día anterior al vuelo a Buenos Aires. Y, al menos por ahora, el magistrado sostiene en su fallo que no hay prueba en contrario. Por ejemplo, no existen comunicaciones telefónicas previas entre Uberti y Antonini y aparece sólo un pedido de audiencia el 30 de mayo de 2007 que, aparentemente, no se concretó. Los fiscales María Luz Rivas Diez y Mariano Borinsky hicieron un trabajo descomunal de análisis de las llamadas de Uberti, su secretaria, Victoria Bereziuk, y Antonini Wilson, además de revisar las agendas y los registrados de entrada en el Ministerio de Planificación. Aquel 30 de mayo figura el ingreso de una persona llamada Guillermo Antonini. Todo indica que fue el valijero, pero la defensa de Uberti argumenta que el funcionario no estaba allí, que faltó a la cita y lo probarían sus llamadas telefónicas. También Diego Uzcátegui afirma que Uberti y Antonini se conocían porque él los presentó por esa época. El juez tiene dudas sobre este punto y ordenó profundizar la pesquisa. De todas maneras para Petrone –aunque no lo escribe en el fallo–, que se hayan visto o conocido tampoco implica una relación estrecha. Los fiscales consideran que aquellos encuentros sí existieron, que eso se engancha con que Uberti permitió que Antonini subiera al avión y por ello lo acusan de partícipe necesario, o sea cómplice.

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¿Qué nivel de responsabilidad tiene el gobierno venezolano?

A priori debe decirse que los tres protagonistas centrales de la historia son venezolanos y el dinero vino de ese país, saliendo de allá sin ser declarado. De hecho el vicepresidente de Pdvsa, Diego Uzcátegui, y su hijo, Daniel Uzcátegui, de 19 años, están prófugos de la Justicia argentina, y el primero de ellos tiene un cargo importantísimo en aquel país. Fue el hombre que impulsó el viaje de Antonini. Por otra parte, el abogado Moisés Maiónica, venezolano-norteamericano, dijo en todo momento que mantuvo contacto con Caracas y más precisamente con Henry Rangel Silva, titular de la Dirección de Servicios de Inteligencia y Previsión (Disip), para buscarle una salida a la situación de Antonini. Sin embargo, Ed Shohat, abogado del único acusado en el juicio de Miami, Franklin Durán, demostró que Maiónica mintió en ocho ocasiones, por lo cual sus versiones no son muy creíbles. También el ex camarista Guillermo Ledesma, que iba a ser el defensor de Antonini en Buenos Aires, cuenta que viajó a Miami y que los gastos, según Maiónica, los pagó la petrolera venezolana. En resumen, hay indicios de que Antonini era un hombre muy ligado a los Uzcátegui, lo cual ya los implica. Y, además, hay indicios –no del todo comprobados– de que Pdvsa y el gobierno venezolano han tratado de arreglar con Antonini y tapar todo el escándalo. Hay un dato que redondea el cuadro: los Uzcátegui están técnicamente prófugos de la Justicia argentina y, ante los exhortos enviados desde Buenos Aires, la respuesta es que los están buscando. Es algo poco creíble.

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¿El dinero era para la campaña de Cristina Fernández de Kirchner?

En realidad, nadie sabe a ciencia cierta para qué trataban de ingresar los 800.000 dólares a la Argentina. Los expertos en campañas electorales evalúan que no es probable que el dinero tuviera ese destino, entre otras cosas porque los oficialismos suelen tener los fondos suficientes para enfrentar una campaña electoral. Distinto sería si fuera para una fuerza opositora. Pero, además, Hugo Chávez llegó a Buenos Aires con dos aviones menos de 48 horas después del vuelo contratado por Enarsa. Los dos aviones tenían rango diplomático, es decir que nada de lo que trajeron fue revisado. No parece tener lógica que hubieran mandado dinero para la campaña teniendo la posibilidad de traer lo que sea, sin pasar por ningún control, dos días después. Si al Gordo Valor lo descubren a la salida de un banco con 800.000 dólares también va a decir, como Antonini, que el dinero no es suyo y que no proviene de un robo ni va para una coima, sino que es para un supuesto delito que van a cometer otros, como sería meter la plata en una campaña electoral. El abanico de posibles destinos del dinero es más que variado. Podría ser dinero que Antonini-Uzcátegui sacaron de Venezuela esquivando el control de cambios y querían usarlo en un negocio o llevarlo a Uruguay donde ambos tienen cuentas bancarias. Antonini está acusado de una coima de gran magnitud en el vecino país en una operación de venta de casas prefabricadas y dos días después de pasar por Aeroparque estuvo en Montevideo, un viaje que estaba previsto y que contaba con reservas hechas por Pdvsa. Tampoco se puede descartar para nada que los 800.000 dólares fueran para una coima en la Argentina o uno de los vueltos, comisiones ilegales, de los negocios energéticos entre los dos países. Uberti estuvo todo el tiempo en el medio de esas negociaciones y se metió hasta las orejas en tratos que involucraban centenares de millones de dólares. El posible fin del dinero va a ser difícil de esclarecer porque todos los personajes de la historia son poco creíbles en este aspecto y tiene razones para mentir.

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¿Estuvo Antonini en la Casa Rosada?

Todo indica que sí. Lo testimonia la secretaria de Uberti, Victoria Bereziuk, aunque el ingreso no aparece registrado. Tampoco el de Uzcátegui, que probadamente estuvo. Es casi seguro que ambos entraron con la delegación venezolana que asistió a la firma del acuerdo Kirchner-Chávez en materia energética. Para el juez Petrone el dato no resulta clave en relación a la cuestión de la valija.

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¿Cómo terminará el juicio en Miami?

Es difícil saberlo. Hasta el momento, los testimonios de Maiónica y Antonini quedaron duramente golpeados y es muy probable que Telpuk signifique otro mazazo para la credibilidad del valijero. Pero en Miami no se debate lo que se debería debatir: el ilegal ingreso de 800.000 dólares a la Argentina. Allí sólo se dirá si el amigo de Antonini de toda la vida, Durán, es o no un agente venezolano. Toda la causa tiene un fuerte olor a juicio contra la administración de Hugo Chávez, porque la lógica indicaba que Antonini debía ser extraditado a la Argentina donde realmente ocurrió el delito. El dinero no salió de Estados Unidos ni entró a Estados Unidos. Para colmo, el fiscal Tom Mulvihill y el FBI adoptaron al principal delincuente de esta historia, Antonini, como su protegido y ni siquiera contestaron los exhortos de la Justicia argentina. Esta semana podría haber novedades de importancia. Da la impresión de que el defensor de Durán, Shohat, estuvo muchas horas con los Uzcátegui y habrá que ver qué dicen padre e hijo, también protagonistas principales de esta historia. Ambos están involucrados en lo ocurrido, por lo que habrá que ver cuánta credibilidad tiene lo que digan.

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¿Puede avanzar la causa en la Argentina?

De hecho, ha avanzado mucho. Los fiscales Rivas Díez y Borinsky están pidiendo medidas todas las semanas. El próximo paso vendrá de la Sala B de la Cámara en lo Penal Económico, con fama de dureza. Los camaristas Marcos Grabivker, Roberto Hornos y Carlos Pizzatelli deben resolver si estuvo bien el juez Petrone en dictar la falta de mérito para Uberti y si el delito es de contrabando. En realidad, Antonini se fue de la Argentina en su momento porque la jueza Marta Novatti no definió a tiempo que el ingreso de los 800.000 dólares debía derivar en su detención. La magistrada, a través de su secretaria, convalidó lo hecho por la Aduana, que incautó el dinero y dejó ir al valijero. Es más, Novatti podría haber ordenado la captura de Antonini antes de su salida del país, pero no lo hizo. Allí existe una polémica. En Tribunales dicen que la Aduana no le dio toda la información que correspondía a Novatti, mientras que la Aduana sostiene que sí le dio la información y que en 21 casos anteriores siempre se consideró el ingreso de divisas como una infracción aduanera. Eso incluye la oportunidad en la que llegó a la Argentina el dueño de la empresa Cirsa, la de los casinos, con 550.000 euros metidos entre jamones españoles. El juez Petrone consideró que lo ocurrido con Antonini no es contrabando, sino que el delito a investigar es el de lavado de dinero. En un par de semanas, la Sala B dictará un fallo que le dará marco a todo el expediente. Y el fin de la causa en Estados Unidos permitirá medir el grado de protección de que disfruta Antonini Wilson: habrá que ver si lo extraditan la Argentina o no.

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