EL PAíS › EL TOF 2 ESPERA ESCUCHAR A OCHO DE LOS QUINCE IMPUTADOS POR SU ACTUACIóN EN CENTROS CLANDESTINOS

Los represores tienen la palabra

Policías, gendarmes y militares podrán pararse hoy frente al tribunal y argumentar su defensa por la represión en El Olimpo, el Banco y el Atlético. Raúl Guglielminetti y el Turco Julián son dos de los convocados a hablar.

 Por Diego Martínez

Hoy a partir de las nueve, en el subsuelo de Comodoro Py, el Tribunal Oral Federal Nº 2 (TOF2) les dará la palabra a once imputados por crímenes de lesa humanidad en centros clandestinos de la ciudad de Buenos Aires, incluidos Raúl Guglielminetti y el policía Julio Simón. Por primera vez desde 2006, luego de cinco juicios sin reporteros gráficos en la sala y del escándalo del sexto, cuando un secretario del TOF5 cubrió con sus manos la cámara de la agencia Télam, hoy sólo dependerá de los canales de noticias que la sociedad pueda conocer el rostro y la voz de policías, gendarmes y militares acusados por cientos de secuestros, torturas, violaciones y homicidios durante la dictadura. La decisión de los jueces Jorge Tassara, María Laura Garrigós de Rébori y Ana María D’Alessio implica cumplir con la acordada sobre publicidad de juicios de alta trascendencia pública que la Corte Suprema de Justicia dictó el año pasado en respuesta a las prohibiciones del TOF5, el mismo que el viernes, con un criterio que aún se desconoce, comenzará a juzgar a Astiz, Acosta & Cía.

El juicio por delitos de lesa humanidad en los centros Club Atlético, Banco y Olimpo, que funcionaron bajo la órbita del Primer Cuerpo de Ejército, tiene en su primera etapa quince imputados. Mañana tendrán la palabra los once que tienen defensa oficial, a cargo de Verónica Blanco. El más conocido es el único civil: el agente Raúl Guglielminetti, famoso por los secuestros extorsivos a comienzos de los ’80 y ex custodio del presidente Raúl Alfonsín. En Olimpo se hacía llamar “Mayor Rogelio Guastavino”, se hacía planchar el uniforme de gala y lustrar los zapatos por los secuestrados, y daba órdenes como virtual jefe del campo, en nombre del coronel Enrique Ferro. Guglielminetti afronta su primer juicio por crímenes de lesa humanidad. Le esperan varios más.

No menos célebre, pero con menor prestigio entre sus pares, también podrá declarar el policía Julio Simón, alias Turco Julián, que ya tiene dos condenas en el haber: por el secuestro y las torturas del matrimonio Poblete, en 2006, y como miembro del Batallón 601 el año pasado. Simón concedió entrevistas en televisión mientras se supo impune, durante veinte años, pero se llamó a silencio desde que se anularon las leyes de impunidad y comenzó a deambular por tribunales. Durante las audiencias se limita a negar las acusaciones con la cabeza y a pedir permiso para ir al baño, siempre aquejado por sus problemas de próstata.

El resto de los represores que caminarán hasta el banquillo darán sus datos y responderán si desean o no prestar declaración indagatoria son desconocidos para la sociedad. Los gendarmes Guillermo Cardozo, alias Avena, y Eugenio Pereyra Apestegui, alias Quintana, son de los pocos que hablaron durante la instrucción: dijeron que sólo cumplían “funciones de seguridad en un objetivo militar”. Los sobrevivientes los recuerdan adentro del Olimpo: a Quintana con gomina y tacos, por su complejo de petiso, obligando a los secuestrados a hacer esfuerzos físicos, escuchar discursos de Hitler y canciones de Nino Bravo. El comandante Cardozo también se dedicó a adoctrinar en Campo de Mayo a los guardias de los centros clandestinos para que no hablaran del tema con nadie.

Además del penitenciario Juan Carlos Avena, alias Centeno, el resto son todos policías. Eduardo Kalinec, alias Doctor K, siguió en funciones hasta hace apenas cinco años. Ricardo Taddei se apodaba Padre o Cura por sus delirios místicos: se ofrecía como confesor en cautiverio y hasta llevó un televisor al Olimpo para que los secuestrados vieran la misa de domingo. El comisario Raúl González, alias Negro o Mayor Raúl, era segundo jefe del campo y participaba de interrogatorios junto con Oscar Augusto Rolón, alias Soler. El karateca Juan Carlos Falcón, alias Kung Fu, ex custodio de Albano Harguindeguy antes del golpe de Estado, solía abusar de las mujeres secuestradas. Luis Donocik, alias Polaco Chico, integraba el grupo de guardias que se denominaban “candados”, responsables de impedir que los secuestrados hablaran y de trasladarlos a la sala de torturas. Mañana será su turno. El lunes tendrán la palabra los otros cuatro acusados.

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Se espera que el tribunal autorice, cumpliendo el mandato de la Corte, la difusión de imágenes de los represores.
Imagen: Rolando Andrade
 
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