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Escracharon a Astiz en el Yatch Club de Mar del Plata

El ex marino y represor de la ESMA Alfredo Astiz fue sorprendido por varias personas en el Yatch Club de Mar del Plata y pidieron que lo expulsaran. Pero ellos debieron abandonar el club.

 Por Victoria Ginzberg

–¿Usted es Astiz? Usted es un asesino, torturador.
–¿Usted es socia?
–Asesino, torturador, violador. Te infiltraste en las Madres. Secuestraste a Azucena Villaflor, a las monjas francesas.
–Qué bien informada que está.
El diálogo tuvo lugar ayer en el Yatch Club Argentino de Mar del Plata. La mujer que encaró al represor sabía que el lugar era frecuentado por marinos, pero nunca imaginó encontrarse cara a cara con Alfredo Astiz. La bronca que sentía parecía no poder ser mayor hasta que se dio cuenta de que en vez de echar al torturador, la corrían a ella. “Es un socio distinguido”, le explicaron las autoridades.
Lo alcanzaron a ver tras una puerta, en una sala privada. De bermudas azules, camisa de manga corta al tono y zapatos náuticos, estaba, con su inconfundible melena rubia, como en su casa. La reacción fue inmediata. “Asesino, torturador de monjas, violador”, le gritaron.
Quienes repudiaron a Astiz estaban de visita en el club, presenciando la regata que se corría en el lugar. Mientras recorrían las instalaciones se dieron cuenta de que estaba el represor quien, al verse descubierto, se escondió en un pañol. La visión del Angel Rubio los impresionó. Pero más los impresionó que tuviera un lugar donde refugiarse.
“Me dijo que me retire, que él era socio. Pero yo dije que no me iba a retirar hasta que se fuera él”, contó a Página/12 uno de los presentes que no quiso dar su nombre. La gente que había cerca comenzó a aproximarse. Los que habían ido a ver la regata insistían con que lo echaran.
Ante una estupefacta audiencia, un hombre que se identificó como miembro de la Comisión Directiva del club defendió al represor, símbolo del terrorismo de Estado, y les pidió (a quienes habían encarado a Astiz) que se fueran. El hombre les dijo que “cesaran con el escándalo”. Ellos les explicaron que el escándalo era la presencia de Astiz. “Él goza de los derechos de cualquier socio. Estoy orgulloso de que este socio distinguido pertenezca a la institución”, dijo el representante del lugar.
El Yatch Club tiene una sede en Dársena norte, en Buenos Aires; una en San Fernando y otra en Mar del Plata. No es un club militar, pero según información recogida por los que participaron del escrache espontáneo, un convenio con la Armada habilita a todos los miembros de la fuerza a pertenecer. Sin embargo, Astiz no es parte de la Armada. Fue destituido hace cinco años, después de declarar que era el hombre mejor preparado para matar a un político o a un periodista.
Mar del Plata no suele tratar mal a Astiz. El hombre que buscan autoridades judiciales de al menos tres países europeos va al balneario del Yatch en Playa Grande y sus amigos le avisan cuando una cámara se acerca. En los primeros días del año la agrupación H.I.J.O.S. hizo un escrache frente a la carpa, pero ese día el represor no fue a la playa.
Después de que el grupo de visitantes que repudiaron a Astiz se retirara del lugar, el represor que se infiltró en las Madres de Plaza de Mayo se fue al buffet a tomar un café con los amigos que lo habían ayudado a deshacerse de esas voces que, más tarde o más temprano, siempre vuelven para recordarle quién es y que, puertas afuera de los reductos en los que intenta esconderse, sigue siendo un paria social.

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Alfredo Astiz, ayer, en el Yatch Club de Mar del Plata.
Un represor con pedido de captura internacional por tres países.
 
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