ESPECTáCULOS › EL CHOQUE Y CARLOS REGAZZONI, UN PARTICULAR ENCUENTRO

“La música tiene que ser de todos”

El grupo de percusión, que hace música con elementos que tiene a mano, concretará desde hoy una performance artística con el escultor.

 Por Karina Micheletto

En los colectivos de Rio de Janeiro hay carteles que advierten que no está permitido escupir, insultar ni conversar con el chofer. Y también otros más extraños para el ojo argentino: prohibido sambear. Si a alguien se le ocurre largar un chin chin contra el caño del asiento, es probable que se sumen otro, y otro, y otro más. Y si la pasión musical sigue in crescendo alcanzará magnitudes que, claro, harán distraer al conductor y al cortador de boletos, más interesados en seguir el ritmo improvisado que en prestar atención a sus tareas. En la Argentina también se puede hacer música con cualquier cosa que suene al chocar contra otra. Y si no, que lo digan los percusionistas que se cuelgan golpeando las mesas de bares cuando la conversación pierde interés. Ellos saben que siempre se puede seguir el ritmo. Algo de esto hay en el germen del grupo El Choque, una joven formación que desde el año pasado se dedica a hacer música con los elementos que tiene a mano: tachos, tanques de nafta, palos, pelotas, sopapas, llantas, cajas de cigarrillos, latas y cajones de cerveza o gaseosa... Y también, por supuesto, con los elementos que cualquier argentino sabe que puede hacer sonar desde diciembre de 2001: cacerolas, sartenes, tapas de ollas y armas culinarias afines.
La estética y el estilo de la propuesta suenan a Stomp, el prestigioso grupo británico, pero a la argentina. “En un principio Stomp fue nuestra referencia. Pero las diferencias están dadas por el hecho de que vivimos y tocamos en Buenos Aires, y nuestras fuentes musicales son otras”, advierte Manuel Ablin, uno de los integrantes de El Choque. El grupo, que durante todo el año pasado actuó en lugares como el Alvear, La Trastienda o la Carpa Cultural Itinerante, encarará este año una performance artístico musical junto al escultor Carlos Regazzoni, en uno de los galpones de Retiro en los que trabaja y vive el artista cuando regresa de su otro atelier ferroviario, en París. Allí Regazzoni convierte toneladas de hierros y deshechos de maquinarias en las más increíbles criaturas. Y allí permanecen muchas de estas obras, alzándose por sobre los pastizales. Todos los sábados de febrero, a las 22, El Choque actuará en uno de estos depósitos del ferrocarril (Av. del Libertador y Suipacha), incorporando algunas de las creaciones del escultor. Hay algo que une a las propuestas de ambos: la idea de hacer arte a partir de elementos a priori destinados al descarte. “Proponemos hacer música con elementos que están al alcance de cualquiera. Las posibilidades son infinitas. La música tiene que ser de todos, porque está en todos”, señala Ablin.
El Choque surgió de la disolución de un grupo de percusión tradicional ligado al colectivo teatral Catalinas Sur, y está integrado por siete percusionistas y dos bailarines, ninguno de las cuales supera los treinta años: Sebastián, Santiago y Manuel Ablin, Roberto y Analía González, María Zoppi, Carla Kseiri, Constantina Gambeta y Luciano Rosso. Hay una frase que el grupo mantiene como lema: “Cuando chocamos con nuestras contradicciones, el ruido se nos convierte en música”. “Queremos decir que nos reconocemos como parte de la generación post dictadura, un poco en veremos, sin banderas claras que seguir, pero también con una inquietud de vida que nos pone en marcha”, dice Ablin. “Enfrentar las contradicciones es la mejor manera de empezar a resolverlas. Nosotros podemos tocar en la marcha de la Resistencia o vender un trabajo para el Hilton. Pero nuestro objetivo es que la música sea popular”, asegura el percusionista.
–¿Cuál es la conexión de la obra con los hechos del 20 y 21 de diciembre?
–Empezamos a trabajar en marzo, y veníamos cargados con lo de diciembre. Quisimos hablar del cambio a partir del sonido de ollas y sartenes. Lo nuestro no es arte político, pero tampoco es puramente estético. Y en la gente la referencia es inmediata, muchas veces surge el cantito de “que se vayan todos”. Ahora se nota que la cosa está más pinchada.
–¿Cómo es su método de trabajo?
–Todo surge a partir de la acción. No nos internamos en una sala a sacar un sonido, surge a partir de lo que vamos probando. Ahora queremos cerrar este espectáculo y salir a la calle, elegir una esquina cualquiera y ver qué podemos hacer con lo que encontramos ahí.

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El Choque utiliza tachos, tanques de nafta, palos y cacerolas, entre otros objetos “comunes”.
Con Regazzoni, otro artista del reciclaje, estarán todos los sábados de febrero, en Av. del Libertador y Suipacha.
 
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