El gobierno nacional volvió a intentar bajar el tono del cruce con Hugo Moyano, a cinco días de que el secretario general de la CGT renunciara a sus cargos en el Partido Justicialista e hiciera una dura crítica a la Casa Rosada. Como desde que comenzó el conflicto, el encargado de llevar el tema fue el ministro del Interior, Florencio Randazzo, quien ayer sostuvo que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no pretende “generar enfrentamientos sin sentido” con el líder de camioneros. De todas formas, la relación entre estos dos aliados estratégicos sigue stand by: ayer se confirmó que CFK no asistirá al tradicional almuerzo anual que ofrece la Fadeeac, cámara que agrupa a las empresas de transporte de cargas, adonde suele coincidir con Moyano.

“Este gobierno tiene como eje de todas sus políticas la defensa de los trabajadores”, aseguró Randazzo, consultado sobre el estado de la relación entre el Gobierno y Moyano ayer, en la Casa Rosada. La estrategia oficial desde el acto en Huracán, cuando el titular de la CGT dio un discurso muy crítico hacia el Gobierno, fue evitar hablar del tema hasta que se enfríe. El vocero oficial sobre este asunto fue el ministro del Interior, que en las dos ocasiones en que se refirió al distanciamiento lo hizo para intentar achicar la brecha. “No-sotros somos respetuosos de todas las opiniones”, sostuvo ayer el funcionario, quien además ratificó que la Presidenta no quiere “generar enfrentamientos sin sentido”. Ante la consulta de Página/12, en la Casa Rosada esperan que el asunto “no pasará a mayores”.

Sin embargo, las consecuencias del discurso de Moyano siguen resonando y ayer dos diputados del Frente para la Victoria, Julio Piumato y Carlos Kunkel, tuvieron un duro entredicho al respecto. Kunkel, hombre del riñón kirchnerista que tiene una histórica buena relación con el titular de la CGT, hizo una lectura que no cayó bien en las filas sindicales. “No intervengo ni me meto en internas sindicales, no soy dirigente gremial ni aspiro a serlo, pero me parece, desde afuera de la contienda gremial, que Moyano está buscando cómo revalidar su conducción en la CGT y al frente del movimiento obrero para el año que viene”, interpretó, en sintonía con lo que se analiza en varios despachos gubernamentales.

“No creo que él esté compitiendo políticamente, que quiera reemplazar a la Presidenta, sino más bien está trabajando para tratar de ganar la adhesión de la mayor cantidad de dirigentes sindicales”, agregó Kunkel, con vistas a junio del año que viene, cuando venza el mandato de Moyano al frente de la central de trabajadores. Y, con algo de ironía, observó que esta postura “ya ha ganado adhesión de dirigentes como Barrionuevo, Zanola, Venegas y seguramente conseguirá el apoyo de Pedraza desde la cárcel”.

Por su parte, Piumato, quizás enojado porque Kunkel también criticó la medida de fuerza que tomó ayer el gremio de judiciales (ver página 13), calificó como “una chicana barata” la crítica de su compañero de bancada y apuntó contra “quienes se dicen nacionales y populares y tratan de demonizar” al titular de la CGT. “Los enemigos del pueblo argentino no son Moyano ni los trabajadores, sino la usura financiera internacional”, enfatizó el gremialista, quien funcionó muchas veces como intermediario entre el sindicalismo y el Gobierno y manifestó su voluntad de subsanar la situación.

En una entrevista televisiva, Piumato confesó que le “duele” que “el diálogo no pasa por su mejor momento”, pero sostuvo que “no se quebró la alianza estratégica” porque eso sucede “si alguien deja de sentirse parte” del acuerdo. “No es nuestro caso y no creo que sea el caso de la Presidenta”, concluyó el judicial.