EL PAíS › DECLARARON LOS EX SENADORES AUGUSTO ALASINO Y ALBERTO TELL

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Los ex legisladores negaron haber recibido coimas por la aprobación de la Ley de Reforma Laboral. Repitieron argumentos que había dado el ex presidente Fernando de la Rúa. Tell lloró.

 Por Ailín Bullentini

Cada uno con su estilo, los ex senadores justicialistas Augusto Alasino y Alberto Tell volvieron, por algunas horas, a hablar como lo hacían en los años en los que dirigieron la Cámara alta. Acusados de haber recibido sobornos de parte del gobierno de Fernando de la Rúa a cambio de su apoyo a la Ley de Reforma Laboral, negaron las coimas ante el Tribunal Oral Federal Número 3, defendieron la polémica norma y acusaron al último juez de instrucción que tuvo la causa, Daniel Rafecas; al “arrepentido a sueldo” Mario Pontaquarto y al ex jefe de Gabinete kirchnerista de “armar” la causa para perjudicar “el honor” del último presidente radical que tuvo el país.

“Acá hubo una estafa procesal, una conspiración para desestabilizar al gobierno de la Alianza y demolerlo a De la Rúa pegándole en donde era intachable. Porque podían decirle que era distraído, que no se daba cuenta de las cosas, pero nunca que era deshonesto”, denunció el Choclo Alasino, como él mismo se presentó ante los magistrados que evalúan su responsabilidad en el cohecho presuntamente sucedido en abril de 2000. “Todos sabemos en dónde terminó esto”, continuó, en uno de los pasajes más jugosos de las más de seis horas de declaración indagatoria, en referencia a la renuncia de De la Rúa: “Y eso fue el resultado de la acción de los peronistas, que para qué negarlo, somos como los escorpiones, cuando no estamos en el poder conspiramos para recuperarlo, pero sobre todo de los radicales. Pontaquarto es el guión de toda esta mentira, y estuvo siempre muy bien asesorado”.

Alasino y Tell son dos de los ex senadores que Pontaquarto mencionó en su confesión como los que cobraron parte de los 4,3 millones de pesos/dólares salidos de la SIDE a cambio de la aprobación de la cuestionada reforma laboral, “un instrumento que el Gobierno refirió como importante para luchar contra el flagelo del desempleo”, definió Tell, a su turno. Ambos, por supuesto, negaron haber sido sobornados. “No cometí ningún hecho delictual; no se me ofreció ningún beneficio personal” durante su gestión en la Cámara alta durante el gobierno de la Alianza, se exculpó el jujeño. “No cobramos nada”, aseguró quien por aquel tiempo fue jefe del bloque peronista en el Senado. Pero no quedó ahí: “No cobramos nada porque no lo necesitábamos. Teníamos un buen sueldo, pero además contábamos con otras cosas, como pasajes, desarraigo y gastos extraordinarios de donde sacar más plata”.

La estrategia dibujada por ambos en el estrado fue clara: apoyar la hipótesis que detalló el ex presidente en su indagatoria –tanto uno como otro citaron diferentes pasajes del testimonio que la semana anterior había ofrecido De la Rúa– y tratar de destrozar a Pontaquarto en cuanto punto pudieron. Incluso, hasta en su vida personal: “Era un hombre que tenía problemas familiares por frecuentar la noche; un tanguero, un hombre de Palermo y de La Plata”, deslizó, sutil, Alasino en referencia a la fama de asiduo a los hipódromos de la que gozaba el ex secretario parlamentario señalado como el “valijero” del dinero en la causa.

El blanco de los ex senadores, no obstante, fue el juez que los procesó. Tras denunciar que la investigación “está llena de anormalidades” y compararla con una “novela”, expresó que “Rafecas lo protegió a Pontaquarto. Era alevosa la falta de imparcialidad en su trabajo”. Mencionó que denunció el proceso en su contra ante la OEA y al juez ante el Consejo de la Magistratura y su par Norberto Oyarbide, ambos pasos denegados. Tell, por su parte, lo acusó de ser “el director de la trama inventada” que lo obligó a vivir “un vía crucis de doce años”, se quejó antes de ponerse melancólico y soltar algunas lágrimas.

En ese plan, el entrerriano vinculó a Rafecas con el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández. “En algún lado se fogoneó esto. En la SIDE, en la Jefatura de Gabinete o en la municipalidad de Buenos Aires –entonces a cargo de Aníbal Fernández–. Querían cargárselo a De la Rúa.”

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“La renuncia de De la Rúa fue culpa de los radicales y de los peronistas”, dijo Augusto Alasino.
Imagen: Arnaldo Pampillon
 
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