EL PAíS › MARCELO SAIN ANALIZA LA RELACION POLICIA-CRIMEN

“Hay omisión, complicidad o participación”

Es un experto reconocido en temas de seguridad que hace siete meses se hizo famoso por criticar, como segundo de Cafiero, la situación en la provincia. Su diagnóstico sobre la complicidad policial en el delito resultó exacto.

 Por Horacio Cecchi

Marcelo Saín es docente universitario, doctorado en Campinas, Brasil. Ocupa un cargo ganado por concurso en la Unidad de Información Financiera, y viaja invitado permanentemente al exterior, para disertar sobre seguridad como uno de los más reconocidos especialistas de Latinoamérica. País curioso, la Argentina. En lugar de reconocerlo por sus conocimientos, lo relaciona con una demoledora lectura de situación que hizo pública en agosto pasado, siendo el segundo de Juan Pablo Cafiero, cuando sostuvo la vinculación entre la caja negra de la Bonaerense y algunos sectores políticos. Días antes de renunciar al cargo, presentó su Plan de Modernización Policial en el que sostenía la necesidad de una decisión política para enfrentar al delito. El tiempo demostró que estaba total y profundamente en lo cierto: siete meses más tarde, Felipe Solá se vio obligado a pedir oxígeno a Néstor Kirchner.
–¿Cambió algo desde que sostuvo que la caja negra policial financiaba sectores políticos?
–Nada. Se trabajó estrictamente sobre la coyuntura. La frase del “toro por las astas” dicha por Gustavo Beliz, lo que está diciendo es que haya conducción. Kirchner está demostrando que la voluntad política, la formulación de lineamientos estratégicos claros y la existencia de implementadores que estén dispuestos a llevar a cabo las cosas, es un paso muy importante para resolver el problema. Kirchner lo está haciendo en el área militar, en ciertas áreas económicas, en el tema impositivo.
–¿Cuál es el toro de la inseguridad bonaerense y cuáles sus astas?
–Hay que formular una política que contemple dos núcleos. Por un lado, que tenga claro cuál es el problema delictivo y que establezca estrategias para desarticularlo. Por el otro, que se produzcan cambios en el interior de la institución policial, porque con esta policía es imposible obtener resultados.
–¿Qué quiere decir? ¿Renovarla o disolver la Bonaerense y crear otra policía?
–No se trata de disolver. En el Plan de Modernización Policial evalué que el delito se iba a incrementar porque no se iba a poder neutralizar en los meses siguientes. Pero dije que jamás se iba a solucionar el problema sin un plan que considere cuatro áreas clave: mecanismos de conducción de la política de seguridad y conducción operativa, seguridad preventiva, investigación criminal, especialmente criminal compleja, y profesionalización policial.
–¿Con esta misma policía cuyo jefe giró por lo menos 350 mil dólares al exterior?
–Es cierto, pero son cuestiones estructurales. Yo tenía en claro cuáles eran los núcleos delictivos y cuáles eran las consecuencias que generaban: tráfico y corte de droga, robo y corte de auto en desarmadero. Son dos negocios de alta rentabilidad, comprometen gran cantidad de personas divididas en grupos muy interconectados, con gran despliegue territorial, despliegue de violencia en alguno de sus tramos. En el narcotráfico, la violencia está en el control territorial y en la distribución minorista. No en el consumo. Ese es un mito. En el corte de autos, la violencia está en el momento del robo del auto porque lo hacen sectores marginales por 200 pesos. Los chorros profesionales hoy no te levantan por 200 pesos un auto. Los marginales no tienen capacidad de levantar un auto que no sea en movimiento. Es la principal causa de homicidio doloso en la provincia. El sistema policial, aun con las deficiencias que carga, de contar con decisión política evidentemente los hubiera podido enfrentar. O a la inversa: son delitos que no se pueden producir sin la connivencia policial, por omisión, por impericia, pero básicamente por complicidad oparticipación directa. Hay otro delito, el de pirateo del asfalto, en general de poca violencia pero de muy fuerte impacto económico.
–En el caso de los secuestros también existe participación policial.
–En el núcleo de secuestros hay bandas que se conforman para producir secuestros y otras bandas que son regenteadas por la policía.
–¿Tienen objetivos distintos?
–Sí. La banda que secuestró al chico Laffont es una banda pesada y autónoma de la policía.
–¿Y la del caso Echarri es una banda policial?
–Es un caso puntual. Pero el grado más alto de sofisticación de este tipo de banda regenteada por policías está en el Triángulo de José León Suárez. Los vértices están en tres barrios carenciados: Villa Hidalgo, La Cárcova y Villa Independencia, los tres a la altura del Bajo Boulogne, junto con Corea, que está a la altura de Villa Adelina, allí se han guardado muchas personas y son bandas que tienen una muy fuerte composición policial. Están en una misma jurisdicción policial: Departamental de San Martín, especialmente la comisaría 4ª que es la de José León Suárez. También en Zona Norte. Fueron varios secuestros. Hay indicios de que a todos los tuvieron en Corea y que los movían entre estas mismas villas. El modus operandi era exactamente igual. La pregunta es: ¿la inteligencia policial esto no lo ve? Hay omisión, complicidad o participación, sin lugar a dudas.
–Y si tenían esos indicios, ¿por qué no pudieron contener?
–Porque no contaba con personal policial adecuado a la complejidad que se requería. Armado de mesas de trabajo, stockeo de información en una base de datos unificada, las fuerzas tácticas para intervenir. Esto no se forma de un día para el otro. Había que poner el eje central de la investigación de delitos complejos en lo que hoy es la Dirección de Delitos Complejos y Narcocriminalidad. Hoy esa dirección cuenta con 400 hombres, de los cuales 150 cumplen tareas administrativas. Esa es la famosa Brigada Antisecuestros.
–¿Cuántos se requieren?
–Por lo menos, dos mil cuadros operativos.
–¿Por qué no funcionó el Plan?
–No tuvo respaldo político. Fue abandonado porque se interpretó que desarrollar una estrategia de mediano plazo en cambios institucionales iba a generar un grado de contestación policial tan importante que iba a vulnerar la estabilidad que era necesaria para la gestión gubernamental. Lo que yo decía era todo lo contrario: la inestabilidad iba a existir sin hacer ningún cambio, porque iba a haber campaña electoral. Ahora, sin que exista ningún plan de modernización igual te tiran un muerto todos los días. Al no tener esquema, no se puede controlar la labor policial, porque no se tiene criterio para saber si la policía está funcionando bien o mal. El único criterio que tiene el poder político es la palabra de Sobrado. Nada más. Si Sobrado, o quien esté en su lugar, dice A, B o C, al poder político le llega A, B o C. El que hablaba con el ministro era uno solo.
–Pero esto no puede funcionar así sólo por omisión. No es que la Bonaerense funciona así desde ayer.
–Acá hubo un pacto. El poder político no se comprometía en nada que tuviera que ver con la administración del sistema policial a cambio de que el sistema policial manejara la situación de inseguridad. Y la policía, por los bolsones de corrupción en su interior, pero más especialmente por las limitaciones estructurales que tiene en materia de investigación criminal no está para dar cuenta de estos problemas. Nunca la cúpula de la Bonaerense elaboró lineamientos estratégicos sobre estos núcleos delictivos fuertes. Por desinterés, por encubrimiento de la connivencia con modalidades delictivas, pero fundamentalmente porque el poder político no obligaba que esa policía tuviera resultados eficientes. En la provinciade Buenos Aires no hay premios y castigos. Por qué. Porque no hay evaluación de control de calidad.
–Las puebladas y la gente atrincherada en la puerta de las comisarías parece decir que ya no hay más crédito. ¿Cómo encaja en todo esto el rol de los intendentes?
–Planteé dos ejes de trabajo. Uno, se hizo el registro de tipos de delitos en un mapeo por Departamental. Qué tipo de delito, tipo de banda, horarios. Este mapeo permitió saber cómo, dónde y con qué recursos intervenir. Dónde empezó a funcionar mal: en aquellos lugares donde había mayor nivel de connivencia policial con el delito, porque el sistema blanqueaba la situación delictiva, rompía el monopolio de la versión oficial-policial acerca del delito. El segundo eje es el plano del incidente menor, en el que la policía no interviene, que no tiene gravitación en las estadísticas pero tiene una enorme gravitación en la sensibilidad del barrio. Hay que especializar un sector de la comisaría en esa problemática, casi el policía de la esquina. El poder político local, el intendente, tiene que empezar a ganar responsabilidades en las decisiones para blanquear su relación con la policía.
–¿Les interesa a los intendentes perder un comisario que responde con su caja negra?
–Cuando el comisario no estaba a la altura de las respuestas que exige la gente, el intendente se corría a un costado y acusaba a la administración central. Recorrí infinidad de intendencias. Muchísimos intendentes se empezaron a dar cuenta de que no tenían los instrumentos de resolución y ahora sí que querrían tenerlos. Que alguien le pregunte al intendente de Arrecifes si ahora le alcanza con decir que no tiene control de la policía y que ése es un problema provincial. Ya no le alcanza. La pueblada lo afecta en su legitimidad. Ahora querría tener juego en todo esto porque con dar un paso al costado ya no alcanza. Y si se les da participación en las decisiones, también quedan blanqueados como responsables. Ya no habrá un paso al costado.

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