EL PAíS › ENTUSIASTA RECEPCION EN LA EMBAJADA ARGENTINA

Kirchnermanía for export

 Por Fernando Cibeira

Es probable que unos meses atrás no supieran quién era Néstor Kirchner. O es probable también que, en caso de que sí lo supieran, no lo tuvieran ni entre sus cinco primeras opciones de voto. Lo cierto es que ahora Kirchner es el ocupante de la Rosada y el encopetado mundillo de los argentinos que viven en Londres se mostró maravillado con todo lo que hiciera o dijera el Presidente, al punto que le llevó casi una hora poder recorrer un pasillo del primer piso de la residencia del embajador argentino en Londres, lugar donde vivió los tres días que pasó en la capital y en donde anoche se hizo un agasajo.
Había suficiente gente como para colmar el muy amplio primer piso de la residencia que todavía ocupa Vicente Berasategui. Su reemplazante, Federico Mirré, también presente, asumirá recién en septiembre. Entre los asistentes había empresarios, profesionales, gente de la cultura, científicos y muchos estudiantes que cursan becas en universidades inglesas y se mantienen en contacto con el cuerpo diplomático. Entre los famosos, se encontraba el “puma” Agustín Pichot.
En los victorianos salones se movían también los integrantes de la comitiva del Presidente: el jefe de la SIDE, Sergio Acevedo, el gobernador de Santa Cruz, Héctor Icazuriaga, y el vocero presidencial, Miguel Núñez. De paso, pero justo para tomar una copa de vino con una empanada –un tanto vacía– de carne, estuvieron el ministro de Defensa, José Pampuro, y el diputado Jorge Villaverde, en escala a Chipre, donde irán a controlar las tropas argentinas que forman parte de los Cascos Azules. El canciller Rafael Bielsa, que se sumó ayer a la gira presidencial, también participó.
El Presidente y su esposa bajaron cuando ya se habían acabado un par de rondas de canapés y en el primer piso se hacía difícil respirar. Acostumbrados a las temperaturas heladas, los edificios londinenses no tienen respuestas ante el calor, así que sólo queda aguantarse.
Kirchner comenzó a saludar a quienes se encontraban al pie de la escalera y enseguida se formó una cola de fanáticos, pocket en mano, listos a inmortalizar el abrazo con el Presidente. Algunos de los asistentes creían ver algún menemista reconvertido ahora en un entusiasmadísimo kirchnerista, asentir con entusiasmo en cuanto el Presidente advertía que no toleraría abusos de las compañías de servicios privatizadas. También si mencionaba su intención de hacer justicia con los militares acusados de abusos a los derechos humanos.
El Presidente se quedó largo rato conversando con un grupo de estudiantes, muchos con pinta de asistir a alguna universidad privada de barrios caros, que ahora escuchaban con devoción al visitante. “Hay que terminar con la corrupción que hay en la UBA”, le pedía una rubia que milagrosamente había conseguido en Londres un bronceado de San Isidro. Kirchner les dijo que la universidad andaba mejor pero que por ahí era cierto que era mucho lo que podía hacerse y les puso de ejemplo lo que tenía planeado con la intervención al PAMI. Los chicos decían que sí.

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