EL PAíS › MAS TESTIMONIOS EN EL CASO DEL ASESINATO DE LOS PALOTINOS

Una causa con nuevo impulso

La investigación está a cargo del juez Sergio Torres. Declararon el hermano de uno de los curas y otro sacerdote. Si se demuestra que fueron martirizados, el Vaticano podría abrir el proceso de canonización de los palotinos asesinados por la dictadura.

El juicio por el crimen de los cinco curas palotinos durante la dictadura recobró impulso. Un sacerdote de la orden y el hermano de una víctima declararon en la causa que lleva adelante el juez federal Sergio Torres. Si se demuestran los martirios sufridos por los religiosos a manos de las Fuerzas Armadas, en el Vaticano podrían dar comienzo al largo proceso para canonizarlos.

En un desprendimiento de la megacausa ESMA, Torres lleva adelante la investigación por el homicidio de los padres palotinos Alfredo Leaden, Alfredo Kelly y Pedro Duffau y de los seminaristas Salvador Barbeito y José Emilio Barletti. Los cinco fueron asesinados el 4 de julio de 1976 por un grupo de tareas que los fusiló y dejó inscripciones acusándolos de “envenenar la mente” de la juventud.

La nueva ronda de declaraciones comenzó el lunes pasado, con los testimonios de un sobreviviente de la ex ESMA y del ex cura palotino Roberto Killmeate, que eludió la masacre por encontrarse en Colombia. Para el miércoles pasado, otros dos testigos fueron citados: el sacerdote Mariano Pinasco y Gastón Barletti, hermano de José Emilio.

En primer lugar, declaró Pinasco, quien fue miembro de grupos juveniles parroquiales cuando ocurrió el asesinato. Según sostuvo, la llamada Masacre de San Patricio se debió a la línea evangelizadora que llevaban adelante los palotinos, “claramente marcada por la teología latinoamericana”.

La tarea pastoral de los religiosos fue para él “muy intensa, con un fuerte movimiento de jóvenes para despertar conciencia de todo lo que ocurría en los ’70 en el continente, en nuestro país”. En sus sermones, aludían a la desaparición forzada de personas y, según el sacerdote que declaró, esas prédicas comenzaban a surtir efecto. Eso fue lo que generó desconfianza y descontento en quienes apoyaron el golpe de Estado el 24 de marzo de 1976, tras lo cual los palotinos comenzaron a recibir amenazas de muerte, según se desprende de los propios diarios de las víctimas.

Tras la declaración de Pinasco llegó la de Gastón Barletti, hermano de José Emilio. Frente al juez, el testigo recordó la última carta de la víctima a su madre. Para el testigo, esa carta fue un agradecimiento y, a la vez, una despedida.

“Hasta ahora, los familiares estábamos pendientes de los pasos de los palotinos. En realidad, parecía que iban a tener más fuerza y parecía una querella con más peso, pero eso se fue diluyendo”, relató ayer Barletti a Página/12 sobre el avance de la causa.

En ese sentido, el hermano de una de las víctimas aseguró también que hubo un pedido del papa Francisco para que se empezara a trabajar en la causa en plan de “una futura canonización”. Los religiosos pueden alcanzar una beatificación si se sigue un proceso por la vía del martirio y se comprueba que los cinco lo han sufrido por su fe. “Nadie tiene dudas de eso –subrayó Barletti–, pero hay que mostrar los elementos que lo prueban.”

La investigación por la masacre fue iniciada el mismo año en que ocurrió, pero suspendida en 1977. Recién en 1984, tras la vuelta de la democracia, se reabrió la causa. A pesar del tiempo que pasó, Barletti se muestra esperanzado. “Confío muchísimo en que esto avance”, afirmó. Por ese motivo, el miércoles se presentó ante el juez Torres para que lo acepten como querellante.

El juicio aún se encuentra en la etapa de instrucción para que Torres determine si el caso se encuentra efectivamente dentro de la megacausa ESMA. Es por los testimonios de sobrevivientes de ese centro clandestino de detención que existen indicios de que el grupo de tareas que asesinó a los palotinos pertenecía a la ex Escuela de Mecánica de la Armada. Por ejemplo, la testigo Graciela Daleo sostuvo que el ex oficial de inteligencia Antonio Pernías, ya condenado por delitos de lesa humanidad, “se jactaba de haberlos asesinado”.

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La iglesia San Patricio, escenario de la matanza de los sacerdotes palotinos.
 
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