EL PAíS › HOMENAJE A MADRES DE PLAZA DE MAYO EN LA IGLESIA DE LA SANTA CRUZ

“Un reconocimiento a su perseverancia”

A 37 años de los secuestros en la Iglesia de la Santa Cruz, hoy por la tarde se homenajeará a las madres de Línea Fundadora. Del acto, que incluirá música y poesía, participarán artistas y organismos de derechos humanos.

 Por Ailín Bullentini

Hace exactamente 37 años que una patota de la ESMA irrumpió en la Casa de Nazareth, una parte de la Iglesia de la Santa Cruz, en la ciudad de Buenos Aires, y se llevó a un grupo de nueve personas: eran familiares de desaparecidos; dos de ellos, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco, habían fundado Madres de Plaza de Mayo. Hace más de 17 años que parte de la comunidad de esa iglesia las recuerda, en una ceremonia que supera a la misa por la Inmaculada Concepción. “Nos interesa hacer memoria de lo que ocurrió en este sitio con las nuevas generaciones que van llegando, que todos conozcan quiénes fueron estas personas, por qué para nosotros es importante la lucha por los derechos humanos”, explicó a este diario Adolfo Mango, integrante desde aquellos años “difíciles” de la comunidad de la parroquia, y uno de los organizadores del homenaje que, en esta ocasión, estará dedicado a las Madres. “Es un reconocimiento a su perseverancia”, apuntó.

Hoy a la tarde, desde las 18, parte de la comunidad de la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en el barrio porteño de San Cristóbal, homenajeará a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora junto a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Madres de Córdoba, Rosario, Tucumán, La Plata, entre otros puntos del país, asistirán a la iglesia, en Estados Unidos 3150, donde recibirán “un cuadrito especialmente hecho para ellas, con una figura y poemas dedicados”, detalló Mango. “Queremos reconocer su perseverancia frente a todo, porque ante la desesperación, el silencio y la indiferencia, ellas respondieron de un mismo modo: las manos en alto, la lucha constante, el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia”, remarcó. Durante la tarde de reconocimiento, el periodista y escritor Mempo Giardinelli, el poeta y hombre de radio Tom Lupo, las actrices María Virginia Ameztoy y Coni Mariño, y el actor Osmar Núñez leerán poemas alusivos. Luego, los músicos Ezequiel Jusid y Agustin Ronconi, de la banda Arbolito, y Víctor Heredia acompañarán con sus canciones.

“Nosotros no éramos militantes partidarios, pero después de aquel 8 de diciembre del 77 nos convertimos en militantes por los derechos humanos, no dejamos de acompañar a las Madres e intentamos seguir la lucha de los 30 mil, que pedían por el bien de todo el país, de todos los argentinos”, reflexionó Adolfo. El y su esposa, Perla, integran la comunidad de la Iglesia de la Santa Cruz desde hace 46 años. Aquel 8 de diciembre se convirtió en el primer día del resto de sus vidas. Esteban, uno de los cuatro hijos del matrimonio, estaba con ellos en misa, pero se les había escurrido y andaba dando vueltas por el predio de San Cristóbal. Vio algo cerca de la Casa de Nazareth, al lado de la iglesia, y se asustó tanto que fue corriendo con sus padres. “Se los están llevando en autos. Los chicos no paran de llorar”, les advirtió el entonces adolescente. Tenía 14 años y acababa de ver cómo encapuchaban y metían en los baúles de dos autos a las madres Ballestrino de Careaga y Ponce de Bianco, a la monja francesa Alice Domon, a los familiares de desaparecidos Angela Auad, Eduardo Horane, José Fondevilla, Patricia Oviedo y Horacio Elbert. Los chicos que lloraban eran los sobrinos de Auad.

“Esteban nunca olvidó eso. No bien volvió la democracia, sólo se presentó ante la Conadep, declaró en el Juicio a las Juntas y en el primer juicio que se realizó hace algunos años por los crímenes de la ESMA”, contó su papá. “Ese día yo lo acompañé al padre Carlos a la comisaría a hacer la denuncia. El comisario lo retiró a un costado y le dijo padre, nosotros no podemos hacer nada, esto es zona liberada.”

Los secuestros de “los de la Santa Cruz” siguieron el 9 y el 10 de diciembre siguientes, cuando se llevaron a Azucena Villaflor. El grupo había recibido “un montón de amenazas de bombas y un intento de secuestro el 22 de agosto de ese año”, recordó Adolfo.

La Santa Cruz es territorio de la orden de los curas Misioneros Pasionistas, que desde siempre estuvieron inclinados a la opción de una iglesia para los pobres y adhirieron al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Si bien Adolfo recordó que “hubo mucho conflicto dentro de la comunidad por el tema de la apertura o no a las Madres y familiares de desaparecidos”, porque “eran épocas muy difíciles”, las puertas se abrieron. “El padre Carlos se impuso. El y el resto de los pasionistas tienen carisma de ir adonde haya un dolor y en esas Madres había dolor.” La iglesia fue declarada edificio de interés por la ciudad de Buenos Aires y monumento por la presidenta Cristina Kirchner. En sus jardines descansan los restos de Ponce de Bianco, Ballestrino de Careaga, Auad y otros familiares desde allí secuestrados.

En aquellos años de la dictadura, las madres, hermanos y otros familiares de víctimas de la represión ilegal se reunían en secreto en la iglesia, intercambiaban datos. En ese grupo se infiltró el marino Alfredo Astiz, quien se hizo pasar por Gustavo Niño. Detenida en la ESMA, Villaflor preguntaba a sus compañeros de cautiverio por “el pibe rubio”, por su verdugo. Para Adolfo, cada año el sentido del acto homenaje se renueva: “Para nosotros es muy importante recordar lo ocurrido, honrar la memoria de estas personas y reconocer la perseverancia de las Madres, pero también poder ir pasando ese ejercicio a las nuevas generaciones”.

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Los secuestros en la iglesia comenzaron el 8 de diciembre de 1977.
 
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