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Los productores de miel en riesgo para exportar

La Argentina recibió tres alertas de la Comunidad Europea por contaminación de la miel con nitrofuranos, un antibiótico prohibido pero que se sigue vendiendo. Peligra un mercado de 600 millones de pesos al año.

Por L. V.

Los últimos años fueron de crecimiento para los productores de miel en la Argentina. Ayudados por la devaluación, que coincidió con un aumento en el precio internacional de la miel, el sector consiguió niveles de exportación inéditos. El país es hoy uno de los principales productores apícolas del mundo, en competencia con China y los Estados Unidos, y con ingresos de 600 millones de pesos al año. Pero este mercado, del que dependen económicamente 25 mil familias, está ahora en una zona de riesgo. El motivo es que en los últimos tres meses la Argentina recibió tres alertas de la Comunidad Económica Europea por contaminación de la miel con nitrofuranos, un antibiótico prohibido en la Argentina desde 1995, pero que se sigue vendiendo y utilizando. El problema podría derivar en la suspensión de los embarques, en un caso que por sus características recuerda al de la aftosa.
Según datos de la Secretaría de Agricultura, en la temporada 2002-2003 se produjeron 75 mil toneladas de miel. Los especialistas describen al sector como todavía muy informal. Lo integra una gran cantidad de productores que les venden a acopiadores, quienes envían al exterior la miel a granel, en toneles. Casi todo lo que se produce, más del 90 por ciento, se exporta.
Es una comercialización sin valor agregado: el fraccionamiento, su envasado y cualquier tipo de elaboración posterior se hace en Europa. En el circuito que va del productor al comprador no es raro que los toneles ni siquiera tengan precinto.
A partir del año 2002, con la devaluación, la demanda internacional aumentó. Al mismo tiempo, la Unión Europea dejó de comprar al gran competidor en el rubro de la Argentina, China, tras detectar que los embarques de ese país tenían contaminantes químicos. Argentina pasó entonces a ser el principal proveedor europeo. Y el precio del producto se incrementó. De un dólar con 20 centavos, el kilo pasó a pagarse dos dólares con 35.
Los alertas de la CEE comenzaron en el mes de agosto, cuando el Reino Unido emitió otra advertencia sobre la detección en la miel argentina de cloranfenicol. Días más tarde mandó una segunda sobre la presencia de otra sustancia prohibida, nitrofurano. La última denuncia provino de Alemania.
¿Qué son los nitrofuranos? De acuerdo a la información de la Dirección de Industria Alimentaria, se trata de “un grupo de antimicrobianos prohibidos en casi todo el mundo para su uso en especies animales cuyo destino sea el consumo humano”. La sospecha es que en este caso están llegando a la miel por el uso de químicos no autorizados en el cuidado de las abejas. En la Argentina, el SENASA prohibió el empleo de estas sustancias en el año 1995.
Para Marcelo Del Hoyo, del programa nacional de apicultura del INTA, el principal problema es que se siguieron usando preparados clandestinos, que se venden en los comercios para la cura de las colmenas. “Así como algunos productores aplican estrategias de manejo que aseguran una producción orgánica, otros recurren a estos antibióticos.”
El riesgo económico derivado de los tres alertas es considerado alto. “Como falta miel porque hay sequía en Europa, no nos cortaron la exportación. Pero con tres alertas sanitarios como los que tuvimos pueden cerrar los mercados, tal como le ocurrió a China”, dice Del Hoyo.
¿Por qué medicamentos contaminantes siguen vendiéndose? Una primera crítica apunta al área de Fármaco-vigilancia del SENASA, que debería decomisarlos y no lo hace.
Otra hipótesis vincula las recientes alarmas a una estrategia para bajar el precio de la miel con el recurso de la propaganda adversa. Algunos recuerdan el caso del propóleo envenenado, sobre el que se probó en un juicio –siete años más tarde– que la contaminación había sido un sabotaje contra el laboratorio que lo preparaba. El resultado fue que la Argentina perdió un mercado donde hubiera podido ser punta. El Senasa habilitó hasta ahora un solo laboratorio (privado) para la realización de los análisis que detectan este tipo de residuos en mieles. La prueba tiene un costo alto, de alrededor de los 200 dólares.
De acuerdo con fuentes vinculadas al sector, en la primera semana de controles realizados en el país se detectó que de 22 muestras analizadas, 6 dieron positivo a la detección de nitrofuranos.
En un informe reservado al que accedió este diario, el Comité Nacional de Apicultura –en el que participan todas las instituciones relacionadas con el sector– se pidió por esto al Gobierno que suspendiera todos los embarques que no hayan sido analizados y que en el caso de la exportaciones ya despachadas obligara a reimportarlas si los exámenes dan positivo.
Ante esta situación, el Senasa estableció que no puede exportarse miel si no se realizan previamente los análisis de nitrofuranos. Los exportadores y operadores comerciales deberán a su vez demostrar la trazabilidad del producto, es decir, identificar de dónde proviene cada tambor de miel, para poder ubicar su establecimiento de origen si hay denuncias.

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