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Noche de mujeres en el cacerolazo de la Plaza

La protesta de anoche estuvo a tono con el Día de la Mujer. Se escucharon debates sobre formas de organización y razones por las que hubo menos concurrencia que otros viernes.

 Por Laura Vales

Aunque con menos concurrencia que otros viernes, anoche volvió a haber cacerolazo y marcha a Plaza de Mayo. A partir de las diez, vecinos autoconvocados, partidos de izquierda y grupos feministas cortaron calles en distintos puntos de la ciudad y se movilizaron hacia la Casa Rosada. En sintonía con el Día Internacional de la Mujer, en la Plaza ayer hubo muchos carteles contra la Corte Suprema y la prohibición de la píldora del día después.
Los movimientos de mujeres esperaron a los caceroleros en el Congreso para caminar con ellos hasta el Bajo. Las mujeres de Amas de Casa del País repartieron folletos con información sobre los aumentos de precios y las de la CTA llegaron con carteles con la consigna “La Corte aborta la vida de las mujeres”. Frente al Parlamento, también se vio a las madres de la Asociación de Víctimas de la Impunidad y a algunos grupos de jubiladas. Como es habitual, volvió a haber profusión de afiches contra los políticos. “Materias a rendir por los dirigentes: Honestidad, Sensibilidad, Eficacia, Humildad”, se leía en uno de ellos, con un gran “Reprobado” en letras rojas cruzando todas las asignaturas.
El tono de la noche, sin embargo, no había que buscarlo en las consignas ni en las pancartas, sino en las conversaciones que se escuchaban en la Plaza. Los temas principales tenían que ver con cómo gestionar la cesión de terrenos para las huertas orgánicas, reclamos por la tarifa social de los servicios públicos y compras comunitarias.
Los caceroleros apuntaban que la baja en la cantidad de gente que concurre a las marchas de los viernes coexiste con un fenómeno en crecimiento: los vecinos están empezando a dedicar buena parte de su tiempo al trabajo barrial. La tendencia es coherente con el reclamo de un movimiento que propone no solamente repudiar los manejos de la clase política sino también transformar en la realidad las relaciones sociales.
“El lunes pasado empezamos a hacer la huerta orgánica y esta semana largamos las compras comunitarias”, explicó como ejemplo Vanina, de la asamblea de Parque Rivadavia. “Cada una de esas cosas insume tiempo y lo que estamos viendo es que viene más gente a las reuniones del barrio y al trabajo específico que a esta marcha.”
Silvia, de los autoconvocados de Flores, dijo que están debatiendo con otras asambleas de su zona la cuestión de una rebaja en las tarifas de electricidad. “Parque Avellaneda ya hizo un escrache a una de las privatizadas”, contó la vecina, “y consiguió ampliar los plazos de pago, ahora analizamos cómo extenderlo”.
La realización de esas iniciativas locales profundizó en el interior de las asambleas el debate sobre las prioridades. En general, en todos lados se discute de manera más o menos abierta sobre si centrar el esfuerzo en las grandes reivindicaciones o en los pequeños emprendimientos.
“Hay tensiones sobre qué priorizar nuestra intención es a favor de debatir la cuestión a fondo”, agregó Jorge, de Caballito, sobre este punto. “Nuestro punto de partida es que la característica de la asamblea es la horizontalidad, así que estas discusiones van a saldarse con más democracia participativa y directa.”
Al cierre de esta edición, los manifestantes continuaban llegando a la Plaza y no se registraban incidentes.

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El crecimiento de las asambleas barriales bajó un poco la intensidad del cacerolazo.
 
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