EL PAíS › LA JUSTICIA SOBRESEYO A LOS MEDICOS ACUSADOS DE MALA PRAXIS POR LA MUERTE DE VIDELA

Sólo se puede culpar a la Providencia

La familia del dictador había acusado a los médicos porque no percibieron las fracturas que había sufrido Videla en una caída. El juez federal de Morón determinó que los profesionales no pudieron advertir las pequeñas roturas.

 Por Raúl Kollmann

El juez federal de Morón, Juan Pablo Salas, sobreseyó a tres médicos del penal de Marcos Paz que fueron investigados por homicidio culposo a raíz de la muerte del dictador Jorge Rafael Videla, el 17 de mayo de 2013. La familia acusó a los profesionales por mala praxis ya que no percibieron que Videla había sufrido múltiples fracturas en una caída ocurrida cinco días antes. El magistrado, después de un minucioso análisis de evidencias, consideró que los médicos no pudieron advertir las pequeñas fracturas internas de costillas y pelvis porque resultaron imperceptibles en las radiografías y porque, además, el dictador ni sintió dolores ni dejó de caminar con normalidad.

Los médicos del penal de Marcos Paz, Tamara Urbini, Jorge Domínguez y Cecilia Sussano, fueron imputados por homicidio culposo ya que, según la acusación, debieron darse cuenta de las fracturas que sufrió Videla en su caída del 12 de mayo de ese año. La autopsia, sin embargo, determinó que el dictador murió porque pequeñas fracturas internas derivaron en hemorragias, una embolia pulmonar y finalmente en un paro cardíaco mientras estaba sentado en el inodoro de su celda.

De acuerdo a la historia clínica, Videla fue revisado el 12 de mayo, el 14, el 15 y el 16. El dictador se quejaba de diarreas, pero no de dolores provenientes de la caída. Según la radióloga de la morgue, “en las radiografías que se le tomaron, los trazos no son nítidos para determinar que había fracturas. Las imágenes leves y sutiles no eran evidentes y manifiestas respecto de fracturas”.

A lo largo del fallo, Salas refleja algunos testimonios en los que se señala que las radiografías no eran de buena calidad, pero la clave estuvo en que Videla no sentía dolores y caminaba bastante normalmente para su edad. Sólo de quejó de dolores de espalda, producto de problemas en la columna, para lo cual usaba una especie de arnés. El dictador iba a las audiencias del juicio oral dos veces por semana. El traslado se hacía en silla de ruedas, pero es una costumbre del Servicio Penitenciario Federal para los imputados de esa edad.

El juez Salas consideró que no hubo negligencia: “Se actuó de forma diligente, cumpliendo con pautas de comportamiento de cuidado orientadas a minimizar los riesgos”. El magistrado cita fallos anteriores en los que se señala que no se puede exigir a un médico que una operación sea exitosa, si no que lo que se requiere es que no viole su deber de cuidado y que no haya actuado con negligencia e impericia.

En este caso, Videla fue visto por médicos prácticamente todos los días y en algunas jornadas varias veces; la caída no provocó hematomas ni desplazamientos de huesos, tampoco dolores, por lo cual Salas considera que se actuó de acuerdo a lo que el consenso general marca como forma de recuperar la salud de una persona enferma.

Videla murió en la madrugada del 17 de mayo de 2013. Según los informes del penal de Marcos Paz, el celador pasó por su celda cada hora y lo percibió durmiendo y hasta roncando. Se ve que cerca de las seis de la mañana se levantó para ir al baño y en esa circunstancia sufrió el paro cardiorrespiratorio.

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Videla había sufrido una caída antes de su muerte, pero no se quejaba de dolores.
Imagen: Pablo Piovano
 
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