El desmadre de elecciones arregladas y compras de voluntades para organizar los mundiales de la FIFA es un espejo del mundo financiero y no la excepción a la regla, donde los rastros de los negocios premium se pierden en paraísos fiscales como Suiza. Entre las propuestas que empezaron a circular para ponerle freno a este tsunami de corrupción, una nos hace retroceder a fines del siglo XIX, cuando se luchaba para ampliar los derechos de ciudadanía política poniendo en juego hasta la propia vida: el voto calificado.

En las páginas de opinión de The New York Times, el mismo diario que dio la primicia del escándalo el 27 de mayo, el columnista Francisco Toro escribió un artículo titulado “Cómo limpiar la FIFA”, en el que toca el tema. Dice que “un país, un voto es una regla absurda que el señor Blatter ha manipulado hábilmente para crear un dominio absoluto sobre el juego”. Y da un ejemplo para proponer que voten los jugadores e incluso insta a separarse de la entidad con sede en Zurich: “Basta pensar, 5257 veces más personas juegan al fútbol en Alemania que en Bután, pero Alemania y Bután cada uno se lleva un voto”.

Toro fue hasta 2014 un bloguero opositor en su país, Venezuela. Anunció el cierre de su web, Crónicas de Caracas, desencantado con el rumbo político del gobierno de Nicolás Maduro, pero sigue escribiendo en el Times. Su pensamiento sobre el voto calificado en la FIFA todavía no se hizo viral, pero va camino a eso. Los grupos de presión mediática y empresarial buscan cómo influir en el nuevo mapa del fútbol mundial que están pergeñando.

La FIFA tiene 206 federaciones afiliadas, distribuidas en seis continentes, porque América se divide entre la Concacaf, al norte y la Conmebol, al sur. Salvando el caso de la UEFA, la poderosa organización europea que preside Michel Platini y controla el mercado más rico, la mayoría de los votos provienen de las confederaciones africana y asiática. Son 54 y 46, respectivamente, casi la mitad del total. En ellos residía el poder de Joseph Blatter. Por eso, el pedido de voto calificado para que Inglaterra o Francia superen en status a Congo o Vietnam.