EL PAíS › PRIMERA CRITICA DE UN OBISPO A CARMEN ARGIBAY

Un Torquemada en San Luis

El obispo de San Luis, Jorge Lona, elaboró un documento para alertar sobre el riesgo de que la abogada Carmen Argibay con su postura “abortista” asuma como ministra de la Corte Suprema de Justicia.

Se alzó la primera voz en público de la Iglesia contra la candidata a ocupar la vacante en la Corte Suprema, la jurista Carmen Argibay. El obispo de San Luis, Jorge Lona, objetó la postulación de la jueza –que integra el Tribunal Penal de La Haya para los crímenes de lesa humanidad cometidos en la ex Yugoslavia– a raíz de su posición favorable al aborto y advirtió sobre presuntas intenciones de modificar la Constitución para legalizarlo. La Iglesia había evitado hasta ahora polemizar oficialmente con Argibay y anunció que no impugnaría la candidatura. Sin embargo, Lona tomó la iniciativa contraria. “¿Cómo puede comprenderse la opinión públicamente manifestada por la doctora Carmen Argibay favorable al aborto porque corresponde al ‘derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo’?”, inquirió el obispo en una declaración escrita difundida ayer en San Luis.
“Creo que la mujer tiene la necesidad y el derecho de decidir sobre su propio cuerpo. En esta materia hay una posición mental totalmente retrógrada”, había declarado Argibay a la revista Veintitrés. Lona se encargó ayer de remarcar que “nuestra Constitución Nacional afirma el derecho del niño a la vida ‘desde el momento de su concepción’”. Y por lo tanto, dedujo que la postura de la candidata “sólo puede comprenderse como una posición personal que interpreta la misión para la cual ha sido propuesta como un mandato moral para modificar la letra o el sentido de la Constitución Nacional, haciendo posible la legalización del aborto”.
Argibay le había dicho a Página/12 que “si la Iglesia está enojada conmigo es un problema de la Iglesia. No quiero causar ningún conflicto. No soy predicadora y no voy a salir a convencer a nadie para que se haga ateo como yo”. Diversos sectores de la Iglesia ya habían manifestado su preocupación por el perfil “ateo militante” de Argibay. Apenas aparecieron sus primeras declaraciones, algunos hombres de la Iglesia hicieron saber que provocó “cierta inquietud” que haya reconocido que “no cree en nada”, y las mismas fuentes agregaron que también causa malestar el hecho de que sea una reconocida “proabortista”.
El obispo Lona subrayó que “el aborto es una decisión mortífera sobre el cuerpo de otro ser humano, voluntariamente procurado es un crimen, porque nadie, ni mujer ni varón, puede tener derecho a darle muerte al niño aún no nacido”. Además, recordó que el 15 de noviembre la asamblea plenaria de obispos expresó “su preocupación por la existencia de proyectos de ley que pretenden legalizarlo”. Y agregó que “la postura de los obispos argentinos, en comunión con la del papa Juan Pablo II, no se ha modificado”. En consecuencia, el obispo exhortó a objetar a la candidata durante este período de impugnaciones. “Es la hora de los laicos, de los católicos y de los hombres y mujeres de buena voluntad dispuestos a defender el primero de los derechos humanos: el derecho a la vida”, concluyó Lona.
Apenas el Gobierno confirmó el nombre de Argibay, anticipado en octubre por este diario, los mismos sectores que se opusieron sin éxito a la nominación de Eugenio Zaffaroni recordaron que la jueza criticó duramente la posición de quienes se oponen a las leyes de Salud Reproductiva, en un Congreso Internacional sobre Derechos y Garantías celebrado en Buenos Aires en abril de 2001. Entre los opositores a esa ley figura la propia Conferencia Episcopal Argentina, que considera “moralmente inaceptable” la norma. Según la publicación electrónica de la Asociación de Abogados de Buenos Aires (AABA), Argibay aseguró que “es violencia que se discuta una ley, como la de Salud Reproductiva, con tanta mala información, cuando tenemos estadísticas (desgraciadamente tampoco representan toda la realidad) y sabemos la cantidad de muertes por abortos hechos clandestinamente por personas que no los saben hacer o los hacen en malas condiciones”.

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El obispo de San Luis, Jorge Lona, rompió el silencio oficial de la Iglesia.
 
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