EL PAíS › OPINION

El derecho de Lautaro

Por Rodolfo N. Yanzón *

Claudia Acosta es una de las presas de La Tablada. Tiene 45 años y algunos problemas de salud que merecen atención. De lunes a viernes sale de la cárcel para trabajar y los fines de semana tiene salidas para fortalecer vínculos familiares. Hace pocos días dio a luz a su primer hijo, Lautaro, en un sanatorio de la Ciudad de Buenos Aires.
Hace más de cuatro meses y con el fin de evitar cualquier riesgo tanto para la madre como para el hijo, solicité al juez de ejecución penal, Luis Alberto Nieves (miembro del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Número 2 de San Martín), que autorizara a Claudia Acosta a pernoctar en su casa, junto a su familia, con el objeto de evitarle traslados diarios que podían perjudicar su estado de gravidez o, en su defecto, que dispusiera su alojamiento en alguna institución dentro de la Ciudad de Buenos Aires.
El pedido lo fundé en los pactos internacionales de Derechos Humanos, especialmente la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño y la Convención sobre eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, con el fin de que los efectos de la pena no trasciendan la persona del condenado y evitar que la madre y el niño padeciesen los efectos del ambiente carcelario, teniendo en cuenta que el Estado se halla obligado a su cuidado y asistencia especiales.
Antes de decidir, el juez ordenó una serie de medidas con el inocultable fin de argumentar a favor del rechazo del pedido. Efectivamente, luego de casi cuatro meses de haberse realizado y apenas pocos días antes del nacimiento de Lautaro, el doctor Luis Nieves no hizo lugar a la solicitud y se desvinculó de todo lo relacionado con los cuidados de Claudia Acosta y el bebé, con el argumento de la división de poderes, ya que, como juez, dijo, “carece de cualquier otra atribución que no sea la que le confiere el orden jurídico”. El doctor Nieves no explicó que no sólo está obligado por los reglamentos y leyes nacionales, sino también -.y muy especialmente– por la Constitución nacional y los pactos internacionales, a los que dedicó sólo su silencio.
En estas horas, Lautaro está junto a sus padres transcurriendo sus primeras y felices horas de vida, desconociendo que en este país hay jueces que menosprecian los derechos humanos, especialmente cuando de niños se trata.

* Abogado de los presos de La Tablada .

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