EL PAíS › INTERNA Y PREPARATIVOS PARA EL ACTO EN EL CONGRESO

El lunes 1º, todos a la calle

El Gobierno busca una Plaza del Congreso llena, sin nombres locales en los carteles y con los bonaerenses bajo control. El kirchnerismo y los duhaldistas se desviven por mostrar su convocatoria.

 Por Martín Piqué

Como si fuera un termómetro, los afiches que inundan la ciudad demuestran que falta poco. El Gobierno se prepara para su primera apuesta en las calles, que será este primer lunes de marzo. Ese día, Néstor Kirchner abrirá el período de sesiones ordinarias con un discurso en el Parlamento, mientras una multitud –así esperan en Balcarce 50– lo acompañará desde la Plaza del Congreso. Según el protocolo del Senado, Kirchner hablará a las 11.05. A esa hora ya se podrá concluir si el Gobierno tuvo éxito en su primer intento de traducir en fervor callejero el apoyo que muestran las encuestas. Aunque, por orden de Kirchner, será un fervor moderado, sólo con banderas partidarias y sin críticas al FMI. Habrá que ver si el mandato se cumple, porque el duhaldismo y el kirchnerismo se desviven –y compiten– por mostrar su convocatoria.
El acto que no es acto, la movilización que no es movilización comenzó a circular por iniciativa de los bonaerenses. Fue Felipe Solá quien lanzó la propuesta, supuestamente inspirado por el espectáculo que ofreció Kirchner en San Nicolás hace tres semanas. Pero la idea de hacer una marcha ya había surgido de un grupo de intendentes del conurbano. Ese origen bonaerense no es un detalle menor, porque luego de marchas y contramarchas el kirchnerismo no tuvo más remedio que salir a la cancha. Lo hizo a contrarreloj, para no dejarle todo el escenario a los compañeros de la provincia de Buenos Aires.
“Algunos muchachos sobreactúan, porque quieren legitimarse”, decía ayer un funcionario del Ejecutivo que integra el Grupo Confluencia, una de las corrientes kirchneristas. La crítica estaba dirigida al gobernador Solá, quien viajó a Venezuela con el Presidente pero al mismo tiempo se ganó los odios de varios miembros del Gobierno por criticar a Gustavo Beliz en una entrevista. Pero el recelo no es sólo con Solá, por lo que consideran una decisión apresurada, sino también con el peronismo bonaerense en pleno. Es que los grupos kirchneristas temen que el duhaldismo aproveche la oportunidad para dar una pelea silenciosa.
Lo que está en juego es definir qué sector del peronismo expresa (y defiende) mejor la política de Kirchner. El argumento de los duhaldistas es que ellos hicieron posible que llegara a la Presidencia. Los grupos kir- chneristas, en cambio, pretenden ir ganando “autonomía” de la provincia de Buenos Aires. En lo que todos coinciden es en que deben mostrar un apoyo unánime a la forma en que el Gobierno está llevando adelante la negociación con los acreedores privados de la deuda. Las coincidencias se potencian por la dimensión del problema y la estatura de los adversarios –Grupo de los 7– con los que debe lidiar el Ejecutivo.
Los problemas comienzan en los detalles, como en la distribución de espacios para la concentración. Hasta anoche, los funcionarios a cargo de organizar el acto –como Rafael Folonier, asesor del secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli– aún no habían definido qué lugar ocuparía cada columna. “Esto está bastante improvisado”, se quejaba el responsable de uno de los sectores que desembocará en el Congreso. La cuestión tiene su importancia porque en la Plaza del Congreso confluirán el PJ bonaerense, la CGT de Hugo Moyano, la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) de Luis D’Elía, los gremios que integran las 62 Organizaciones, los Jóvenes K y las tres corrientes del kirchnerismo: los grupos Confluencia y Michelangelo y la Corriente Peronista Federal (CPF).
Son sectores con orígenes y estilos bien distintos, pero han prometido convivir en paz. La única duda, hasta ahora, es si cumplirán con el pedido de no levantar enseñas con nombres de dirigentes o distritos. Para algunos duhaldistas, la condición que puso Kirchner resultó un poco antipática. Aunque prometieron acatarla. Desconfiados, los piqueteros de la FTV decidieron igual llevar sus banderas –las que dicen FTV o las que muestran a Kirchner junto a Chávez, Fidel y Lula– y dejarlas en los micros. “Si los duhaldistas llegan a sacar sus trapos, iremos a buscar los nuestros”, prometían anoche desde las filas piqueteras.
Pero más allá de cualquier recelo entre los convocantes, el Gobierno pondrá el acento sobre los adherentes espontáneos. Ese es justamente el objetivo de las corrientes kirchneristas, como la Corriente Peronista Federal que se lanzó ayer en el Teatro ND/Ateneo, o el grupo de funcionarios y dirigentes del peronismo porteño, nucleados en torno del jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Imitando al PJ bonaerense, ese grupo publicará una solicitada con el mismo eslogan de los afiches que se ven por todas partes. Y para el lunes prometen llevar “seis mil personas”. Silenciosa, disimulada, la guerra de números ya empezó.

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La Corriente Peronista Federal, un grupo kirchnerista que se lanzó ayer en Capital y a tiempo para el acto.
 
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