EL PAíS › KIRCHNER SE PREPARA PARA OTRA NEGOCIACION CON EL FMI

“Mantuvimos lo que firmamos”

El Presidente quiere reiterar el superávit de 3 por ciento para 2005 y 2006. Rechazo a una presión del embajador de los EE.UU.

 Por Fernando Cibeira

“Si no están de acuerdo, nos pueden invadir como a Irak”, le dijo, irónico, el presidente Néstor Kirchner al embajador norteamericano Lino Gutiérrez. El diplomático fue a la Casa Rosada en medio de las negociaciones con el FMI con el objetivo de ejercer una nada disimulada presión. “El que avisa no es traidor”, se presentó Gutiérrez, ya familiarizado con los dichos locales. Lo que quería avisar era que el gobierno de George Bush estaba decidido a cambiarse de bando y votar en contra de Argentina en el G-7 si no se privilegiaba al comité global de acreedores que representan Nicholas Stock y Adam Lerrick. El Presidente le respondió que no, le dio la explicación –“evitar los lobbies y los privilegios”– e hizo la broma sobre Irak, según relató a Página/12 uno de los testigos de ese cruce. Fue uno de los momentos difíciles previos al acuerdo que ayer fue presentado por el Gobierno como un éxito. “Estamos tremendamente satisfechos porque pudimos mantener lo que firmamos en su momento”, resumió Kirchner.
Cerca del Presidente recordaban que, técnicamente, Argentina estuvo una hora y media en default: tenía que pagar a las 11 y lo hizo a las 12.30 del martes. Con ese ejemplo en la Rosada querían demostrar que no era chiste la intención de no pagar, sino que se había evaluado en forma real durante la reunión que mantuvo en Olivos la “mesa chica” que acompañó al Presidente. Y que también existía un Plan “B” que estimaba fortalecer la situación fiscal y la recuperación económica del país para después negociar desde una posición más fuerte. “Había una de las cartas que era totalmente inaceptable”, recordaba ayer uno de los negociadores.
El Presidente sabía que ésta era la revisión en la que el Fondo presionaría más para conseguir mejores condiciones para los acreedores debido a que era el pago más fuerte –3100 millones de dólares– para lo que queda del año. Según el acuerdo de septiembre pasado, lo que Argentina paga luego es devuelto por el FMI, y en Washington sabían que Kirchner no se podía dar el lujo de no recuperar ese monto que representan el 20 por ciento de las reservas del Banco Central.
Por eso fue que –según razonaban cerca del Presidente– resultó tan cordial su diálogo con la titular del organismo, Anne Krueger, una vez que se llegó a un consenso. “Fue una manera de aceptar que a partir de ahora el diálogo va a ser en otras condiciones. Ya no tienen tanta fuerza para presionarnos”, sostenían. En la Rosada querían evitar las declaraciones triunfalistas, pero fuera de los micrófonos aseguraban que se había conseguido un triunfo “del 100 por ciento”.
Kirchner habló ayer de junio o julio como fecha tentativa para llegar a un acuerdo con los acreedores privados. El Presidente piensa que firmarán un 50 por ciento de los bonistas, algo que el Fondo y el G-7 quería evitar con sus presiones, como la que se ocupó de transmitir el embajador Gutiérrez. “Si cerramos con la mitad de los acreedores, ellos se quedan sin representación. Por eso querían ponernos un tope altísimo”, explicaban en la Rosada. Una de las condiciones que quería agregar al acuerdo el FMI establecía un piso del 80 por ciento de los acreedores como “umbral mínimo de aceptabilidad”. Kirchner emparentó ayer esa condiciones con “un fuerte lobby de grupos acreedores emparentados a los fondos buitres que intentan tomar el pilotaje de esta situación”.
Pero el Presidente, se decía ayer, imagina un cierre con los bonistas fraccionado. Primero, con la firma de una porción grande –la mitad–, a la que luego se le irán agregando porcentajes más pequeños, según la conveniencia de cada grupo. Un camino escarpado que el Gobierno imagina cerrar durante este año.

La propuesta es la misma

Anoche, en un reportaje al programa de cable A dos voces, Kirch-ner ratificó la propuesta a los acreedores. “La propuesta es quita del 75 y 25 a pagar, lo que se va a discutir es cómo se instrumenta esa propuesta. Muchos acreedores van a estar de acuerdo, muchos más de los que piensan”, sostuvo.
Si el trabajoso acuerdo de septiembre del 2003 con el Fondo costó sudor y lágrimas, no menos difícil se presenta el de septiembre del 2004, cuando se discutirá el superávit fiscal para el 2005 y el 2006. Mientras más superávit, más se destina a pagar la deuda.
Kirchner ayer anticipó que su propuesta será mantener el 3 por ciento para los dos ejercicios, el mismo que el del 2003. El dato seguramente alterará los nervios de Krueger, que imaginaba un crecimiento del superávit, acercándose al 4,5 por ciento al que se comprometió Brasil.
El Presidente justificó su idea en que, por ejemplo, el mismo Fondo reclama la eliminación de impuestos que llama “distorsivos”, como el caso del impuesto al cheque. Y que no puede pedir que se cobren menos impuestos y se aumente el superávit. También insistió en que los dos próximos años deberán cancelarse Boden por 5 mil millones en cada período.
Sin dudas, el acuerdo con el Fondo era el tema del día en la Rosada. El Presidente aprovechó un acto en el Salón Blanco con los gremialistas de ATE para explicar, punto por punto, las negociaciones con el Fondo. “Absoluta claridad”, dijo Kirchner que era su premisa, porque quería diferenciarse de los gobiernos que “nunca se sabía qué se trataba” cuando acordaban con los organismos. “Antes cada discusión el ajuste era para adentro. Era muy fácil ser fuerte con los débiles y ser débiles con los poderosos”, subrayó.
Tanto en el acto como luego en el reportaje televisivo Kirchner señaló a los sectores que “se ponen histéricos” ante la posibilidad de un default con los organismos. “Los que dicen que nos vamos a caer, ¿no ven que en el país hay un 50 por ciento de pobres y de indigentes?”, cerró.

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Kirchner fue puntilloso en la explicación del acuerdo firmado.
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