EL PAíS › LA RELACION DE KIRCHNER-SOLA TRAS EL ACTO MILITANTE

Se afianza un nuevo romance

El Presidente afianzó su relación con el gobernador bonaerense. El duhaldismo se mostró desorientado por el silencio de su jefe.

 Por Martín Piqué

La marea humana se abalanzó hacia el escenario del salón dorado de Parque Norte. Néstor Kirchner había terminado su discurso y se acercaba al borde del estrado, dispuesto para el –infaltable– contacto con la gente. En ese tumulto de flashes y gritos, entre los saludos y los papeles que atajaba como podía, Kirchner hizo un gesto que para muchos pasó inadvertido. Pero no para Felipe Solá. Le indicó que no se fuera, quería conversar con él en el camino de regreso a la Rosada. De hecho, Solá se subió al Audi que suele usar el Presidente y viajó con él hasta el centro. Luego compartieron una cena a salvo de las cámaras. El dato refleja una de las (muchas) conclusiones que dejó el primer acto del kirchnerismo: la relación entre el Presidente y el gobernador está en su mejor momento. Tanto, que algunos bonaerenses interpretan esa sintonía como el comienzo de una cruzada para cambiar el PJ de la provincia de Buenos Aires.
Además del acercamiento entre Kirchner y Solá, el lanzamiento del espacio kirchnerista dejó espacio para todo tipo de análisis. Desde la interna entre los distintos espacios del kirchnerismo –mitigada por los llamados de Kirchner a no caer “en la política corta”–, hasta el llamado a silencio de Eduardo Duhalde y el desconcierto de muchos intendentes que esperaban sus instrucciones. También quedó en primer plano la dificultad de integrar bajo un mismo paraguas a viejos enemigos como Hugo Moyano y Luis D’Elía. El jueves a la tarde, el clima pacífico aunque desordenado del acto –hubo aglomeraciones y bastantes robos– tuvo una excepción: la agresión de un grupo de camioneros y barrabravas de Independiente a desocupados de la FTV de San Miguel y La Boca. Una vecina de La Boca, Cristina Aenker, de 45 años, sigue internada en el Hospital Pirovano tras haber recibido una patada en el estómago.
- Amigos para siempre. La relación entre Kirchner y Solá pasa por un buen momento. Luego de las desconfianzas por temas de seguridad –y de la apuesta fallida de Solá por incorporar a sus hombres en los cargos clave de la Legislatura bonaerense, que no tuvo apoyo de parte del Presidente–, los dos hombres pasan ahora por un idilio sugestivo para otros bonaerenses. La buena onda se exteriorizó en Parque Norte: tras acordarlo a la mañana en Balcarce 50, Solá llegó junto con Kirchner sobre la hora del discurso. Después se fue a cenar con el Presidente. Los acompañaron Cristina Fernández, el jefe de Gabinete Alberto Fernández y el secretario Legal y Técnico Carlos Zanini, el núcleo íntimo de las decisiones presidenciales. Aunque el contenido de la charla se mantuvo en sigilo, los comensales no pasaron por alto los cantitos de “Olé, olé, olá/ Cristina Kirchner/ gobernador” que se escucharon en el acto.
- ¿Somos todos compañeros? Las dudas de los intendentes del conurbano, que pensaron toda la semana si les convenía ir o faltar al encuentro de Parque Norte, parecían extraídas de la tragedia de Hamlet. Atrapados entre la lealtad a Duhalde –quien se fue de viaje y no respondió los llamados– y las invitaciones del Presidente, algunos caudillos optaron por el equilibrio: se trata del grupo conocido como “Los Gordos” –integrado por Hugo Curto (Tres de Febrero), Baldomero “Cacho” Alvarez (Avellaneda), Alberto Descalzo (Ituzaingó)–, que decidieron asistir al acto kirchnerista en forma personal. Antes le habían pedido a Solá que fuera con ellos en su condición de gobernador, para encontrar una fórmula menos provocativa para el duhaldismo ortodoxo. Finalmente, el gobernador fue por las suyas, con Kirchner, y Curto y compañía no pudieron evitar que el sector más intransigente se irritara con su decisión.
- La diáspora. La diferencia de criterio obligó a suspender la última reunión del PJ bonaerense. El titular del partido, Manuel Quindimil, se vio obligado a dar “libertad de acción” para que el enfrentamiento no se profundizara. La cuestión divide a los intendentes duhaldistas de mejor diálogo con Kirchner de los “ultras” que no sólo apoyan a Duhalde: tienen relaciones de amistad o familiares con el Jefe, como el diputado y exnúmero 2 de la SIDE Oscar Rodríguez y Juan José Mussi (Berazategui). Otros intendentes, Sergio Villordo (Quilmes), Alberto Balestrini (La Matanza) y Julio Alak (La Plata), se mueven por las suyas y se los ve casi incorporados al proyecto K. “Se viene la diáspora, esto se está desestructurando”, analizaba ante Página/12 uno de los bonaerenses.
- Separando la runfla. En el Gobierno dicen que la convocatoria nunca fue patrimonio de una corriente puntual del kirchnerismo. Se sabe que la organización quedó a cargo del secretario general Oscar Parrilli, pero la lista de invitados la supervisó el propio Kirchner. “Hay intendentes y gobernadores que no fueron invitados. Separamos la runfla, porque Kirchner quería exhibir un PJ presentable”, confesó a Página/12 uno de los organizadores. El criterio de elección lo reveló Kirchner en su discurso: “Que los locales políticos no sean para comer choripán y tomar vino”.

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El presidente Néstor Kirchner al cerrar el acto de la militancia.
 
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