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El Gobierno no pudo convencer ni a los legisladores oficialistas

Los peronistas y los radicales se opusieron a tratar la ley ómnibus. Además, exigen muchas correcciones a la ley Bonex. Crónica de un día de bronca.

Por Eduardo Tagliaferro y Felipe Yapur

No los convenció ni el feriado cambiario y bancario por tiempo indeterminado, ni la falta de dinero en los cajeros automáticos. Si el Gobierno pensaba que el dramático escenario le permitiría conquistar la voluntad de los legisladores nacionales para aprobar el Plan Bonex, se equivocó. Una vez más mostró una lectura incorrecta. A primera hora de la tarde de ayer, cuando los primeros grupos de ahorristas comenzaron a rodear el Congreso, los funcionarios de Economía recibían las duras críticas de los legisladores, quedó en claro que no habría sesión parlamentaria para tratar la propuesta gubernamental. Hoy el equipo económico volverá a la carga, pero antes deberá atender algunas de las recomendaciones formuladas por los senadores. Entre ellas desdoblar la megaley que había llegado de la Rosada y que, además del Plan Bonex, contemplaba la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central, la modificación del Coeficiente de Estabilización de Referencia y la creación de un Banco Federal que unifique a la banca pública. En el oficialismo aseguraban que la ley para pagar con bonos los ahorros atrapados en el corralito financiero se trataría hoy en el Senado y el CER se discutiría en Diputados.
Las primeras objeciones se realizaron durante la polémica reunión que cerca del mediodía condujo el titular de la Cámara de Diputados, el duhaldista Eduardo Camaño. Muy irritado por no haber sido informado de la iniciativa, Camaño hizo a un lado el borrador oficial con cierto desdén. “Si se tratara de ayudar a nuestros bancos lo podríamos entender, pero estamos pagando el costo por defender a la banca multinacional”, disparó la bonaerense Graciela Caamaño en uno de los momentos más tensos del encuentro. El viceministro Jorge Todesca, quien encabezaba la delegación de Economía, mantuvo un largo silencio. Lo acompañaban Lisandro Barry, Juan Carlos Pezoa, Eduardo Ratti y dos miembros de directorio del Central. Los senadores aparecían como más contemplativos. Junto con el titular de la Cámara, Juan Carlos Maqueda, estaban la duhaldista Mabel Müller, el titular de la bancada peronista José Luis Gioja, el salteño Marcelo López Arias, Miguel Angel Pichetto, Oscar Lamberto y José Alperovich.
Antes de ingresar al encuentro, Roggero había mostrado su enojo. El centro de su crítica fue el vocero Eduardo Amadeo para no tocar a Duhalde, al menos directamente. “El vocero presidencial se ha convertido en un extorsionador profesional de senadores y diputados”, disparó el cordobés titular de la bancada justicialista en la Cámara baja. El mediodía se acercaba y con él llegaban a las inmediaciones del Congreso los primeros manifestantes (ver nota aparte), lo que acentuaba, si no la bronca, la paranoia de los legisladores. En el radicalismo también se encendían las primeras luces de alarma.
El titular de la bancada radical de senadores, Carlos Maestro, analizaba con Raúl Alfonsín qué pasos dar. Su correligionario Rodolfo Terragno les había adelantado que no apoyaría el proyecto. Incluso señaló que “ni con un cuchillo en la garganta” votaría contra su conciencia. Posición a la que momentos más tarde se sumaría Maestro cuando afirmó: “Tal como está, el proyecto no será apoyado por los bloques radicales”. A esa altura Alfonsín salió para la Rosada. El hecho no pasó desapercibido para sus correligionarios que le dieron a esa visita un cierto tono dramático. En sus análisis sobrevolaba el temor de que nuevamente cayera el Presidente. Para ello destacaban una de las tantas frases que Duhalde entregó a la prensa en la Rosada: “Creo que este gobierno no sólo va a ser un gobierno de transición, sino que será muy posible que deba sobrevenir otro gobierno de transición” (ver asimismo página 2).
Si en el bloque radical el rechazo a la megaley crecía conforme leían su texto y proponían reformas “para recién comenzar a hablar”, en la bancada oficialista el clima no era el esperado para las aspiraciones del gobiernocentral. “Es una extorsión lo que pretende Duhalde”, aseguró casi a los gritos la senadora de San Luis Liliana Negre desde su despacho donde estaba prácticamente encerrada, fruto de la protesta en la puerta del Senado. La legisladora consideró que “el Gobierno quiere hacernos corresponsables del jubileo que significa esta ley para los bancos. La vamos a resistir” y agregó que “lo que tiene que hacer Duhalde es dictar un decreto de necesidad y urgencia y llamar a elecciones ya”.
El análisis de la senadora puntana coincide con el de su referente Adolfo Rodríguez Saá y también con el que realizaban ayer los sectores menemistas. Este grupo sostenía que el Gobierno debía recurrir al decreto tal como lo había hecho Carlos Menem hace más de diez años con el primer Plan Bonex. “Un decreto le dará la autoridad política que le exige el FMI y la Corte Suprema no se lo rechazará porque está el antecedente de la acordada del caso Peralta (el que convalidó el Plan Bonex de Erman González). Si no lo hace se tendrá que ir.”
Dos voces se escucharon a favor del proyecto del Gobierno. La primera partió de Müller. “Yo no lo tomo como una presión del Ejecutivo”, respondió al condicionamiento que significaba el feriado cambiario y bancario. Para justificar la posición del Gobierno señaló que “se corre el grave riesgo de que todos los bancos quiebren”. El segundo fue el reemplazante de Duhalde en el Senado, Antonio Cafiero, quien sin dudarlo dijo que “hay una diferencia entre cobrar a diez años y no cobrar nada. Lo bueno sería usar el bono como una cuasi moneda”.
La frase del veterano senador daba cuenta de uno de los puntos de coincidencia entre radicales y peronistas. Su intención es fraccionar el bono de tal forma que el ahorrista pueda utilizarlo como medio de pago. El Gobierno piensa en que se puedan pagar impuestos, los legisladores pretenden más: extenderlo a todos los bienes transables.
A la diez de la noche, apenas once senadores permanecían en la Cámara comunicados sólo con el mundo exterior por los teléfonos y los informativos televisivos. Los justicialistas hablaban permanentemente con los pocos que habían logrado salir y permanecían reunidos con el equipo económico. Afuera, los ahorristas continuaban protestando.
“Si tuviéramos que votar ahora, no contamos con los votos necesarios”, reflexionó uno de los integrantes de la mesa de conducción del bloque de diputados del PJ. El legislador llegó incluso a poner en duda la obtención de los dos tercios necesarios para que la iniciativa sea tratada sobre tablas. Recordó que tanto el interbloque del ARI como los partidos provinciales y una gran parte de los radicales estaban en contra del proyecto oficial.
Por ahora, los diputados sólo debatirán el proyecto del CER que llegó del Senado donde se propone la indexación a partir de la variación salarial. Sin embargo, todo indica que la iniciativa será modificada y deberá regresar a la Cámara alta.

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Raúl Alfonsín saliendo del Congreso, hacia la Rosada, por una puerta descuidada por los manifestantes.
 
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