EL PAíS › CAÑON Y GOLDMAN EN EL JUICIO CONTRA SCILINGO

“Se sentía un delincuente”

Lo dijo el fiscal Hugo Cañón sobre Scilingo, al declarar en Madrid contra el ex marino. El rabino Daniel Goldman habló sobre el ensañamiento hacia los detenidos de origen judío.

“El estaba convencido de que lo que hacía era lo mejor: eliminar a los subversivos a través de los vuelos.” El testimonio provino del fiscal de Bahía Blanca y presidente de la Comisión Provincial por la Memoria, Hugo Cañón, quien se presentó ayer como testigo en la causa que enfrenta Adolfo Scilingo en España. A la declaración de Cañón se sumó la del rabino Daniel Goldman. Los nuevos datos aportados por ambos tornan más complicada la situación del represor, quien la semana pasada negó la confesión que hizo en 1997 y aseguró que jamás participó en los vuelos de la muerte así como en ningún crimen cometido durante la última dictadura.
Con vistas a desbaratar los argumentos esgrimidos por el ex capitán de navío, Cañón recordó una serie de confesiones realizadas por el propio acusado, en donde se inculpaba por los delitos de terrorismo de Estado. Según lo declarado por el fiscal, Scilingo llegó a reconocer en un programa de televisión español, que se trasmitía en 1997, que había decidido presentarse ante la Justicia española porque “se sentía un delincuente” y porque en la península “podía encontrar justicia, que en Argentina no existía”.
En sintonía con la crítica hacia las leyes de impunidad que lo eximían en el país de todo proceso judicial, el ex marino –recordó Cañón– dijo que no pensaba “ampararse en las leyes de la Obediencia Debida”. Nada más distante de la postura que decidió adoptar en los últimos días, cuando, en medio de idas y venidas, negó haber participado en actos de tortura al mismo tiempo que fortaleció su defensa en la cuestionada norma. “En la Armada uno cree ciegamente en lo que dice su superior. Si el superior dice ‘Vamos para allá que tenemos que matar’ es así”, expresó días atrás ante los magistrados españoles.
Durante la entrevista radial citada por Cañón, Scilingo reconoció haber participado en actos represivos porque “estaba convencido de que lo que hacía era lo mejor” y, de acuerdo al relato del fiscal, aseguró que “se podía haber negado pero cumplió con su deber”. De lo cual se desprende, según el testigo, que Scilingo participó en torturas y asesinatos “convencido de que era una cruzada redentora”.
La detallada exposición ante el tribunal de Madrid desmintió además los cuestionamientos realizados por el ex capitán de navío sobre los crímenes cometidos en la ESMA. El militar admitió el miércoles pasado ante la Audiencia española que allí existieron grupos de tareas, pero aseguró desconocer si se realizaron prácticas de torturas. Justamente Cañón comenzó su presentación describiendo cómo “se aplicaban picanas en diferentes partes del cuerpo, en las axilas, en los pezones de las mujeres, en los genitales, entre las uñas de los pies” a los detenidos en el predio de la Armada. “Hubo casos que se apartaban de esta norma. Eran actos de perversión más gruesos, como la extracción de uñas de los pies. A un dirigente del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) le sacaron un ojo y le amputaron un brazo”, agregó.
Las mismas atrocidades fueron recordadas ayer por el rabino Daniel Goldman, que prestó declaración luego de Cañón. Goldman hizo hincapié en la simbología nazi que había en los centros clandestinos de detención de la dictadura y en el especial ensañamiento que existió contra los detenidos de origen judío, a quienes “se los castigaba adicionalmente”. Una práctica que –señaló el rabino– se extendió en todos los campos de concentración. Para describir este hecho, se explayó sobre el caso del periodista Jacobo Timerman, secuestrado por la patota de Ramón Camps.
En diálogo con Página/12 Goldman destacó: “Creo que resulta significativo que justo en la semana en que se conmemora el 60º Aniversario de Auschwitz se esté desarrollando este juicio que puede ser la base de un derecho internacional distinto”.
Justamente, uno de los aspectos más destacados de este proceso, fundado en el derecho internacional, es la posibilidad de colaboración que se planteó entre Argentina y España, con el consentimiento de la Justicia local para que los testigos que no pueden trasladarse a Madrid declaren por videoconferencia.

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Hugo Cañón recordó una serie de confesiones del acusado.
 
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