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Cómo se prepara Santiago a una elección sin Juárez

Están quienes quisieran que siguiera la intervención un tiempo. Y están los que votan con ganas. Unos y otros saben que el ex caudillo será liberado en cualquier momento. Los candidatos, los pronósticos, el papel de Kirchner.

Por A. D.
Desde Santiago del Estero

Dicen que las cosas ahora son distintas, pero a las 14.50 los semáforos siguen marcando el comienzo de la siesta. Sólo dos quedan prendidos, ambos sobre la avenida Belgrano, el boulevar que atraviesa buena parte de la ciudad. “Es así”, dice, convencido, uno de los taxistas que por un peso van cargando pasajeros como los colectivos. “Los semáforos se apagan hasta las cinco, después vuelven a andar.” La siesta, las históricas sospechas de fraude, las especulaciones y los frenéticos cálculos de las encuestas que van contando a cada minuto la potencia de los candidatos en danza: en una semana habrá elecciones en Santiago del Estero. La puja se polarizó entre radicales y peronistas. Gerardo Zamora y José “Pepe” Figueroa. Los radicales se aggiornaron en un “Frente Cívico” y los peronistas son ahora neokirchneristas. Según las encuestas, se hallan en un complicado empate técnico. Según la calle, todo eso no importa demasiado. Lo que importa es otra cosa, que se vota, que se discute, que hay ganas de votar. A pesar de la siesta, es lo que parece haber cambiado.
José Arce Funes podría pasar por musulmán, pero es parte de la gran masa de turcos afincados en Santiago del Estero, dueños del movimiento comercial urbano, con penetración en el interior y desde donde han salido dirigentes combativos capaces, en el pasado, de hacerles sombra a caudillos como el viejo Carlos Juárez. Del otro lado de un mostrador sobre la calle Salta al 200, José Arce vende mármoles de cementerio, cruces y bronces para placas. No es funebrero sino perito judicial, de 48 años. Presidente, dice, de la Asociación de Karate provincial. Sobre las elecciones, “no las quiero”, explica. “Para mí tiene que haber un año más de intervención federal, como pensamos la mayoría, acá.” Lamentablemente, aclara. “Y digo lamentablemente porque soy justicialista”, pero esta vez su voto va a los radicales.
Desde hace apenas una semana, las calles de Santiago cambiaron de imagen. “Vamos con Pepe”, dicen cientos de afiches pegados sobre los muros de las avenidas más importantes. Detrás del nombre de Pepe, sigue el de Néstor Kirchner con la foto de los dos en un forzado primer plano. Dicen que detrás de la foto hay una historia. Que no fue producto de una imagen posada, sino casi casi robada. Lo cierto es que no apareció en Santiago del Estero después de las internas, sino sólo hace una semana, como si fuera decisión de último momento para levantar los puntos del candidato peronista, sin chances de ganar si no lo sostiene el 70 por ciento de aprobación de la que goza el gobierno nacional en estas tierras.
“Si acá se presenta la intervención –sigue el comerciante no funebrero–, ganan sin propaganda.” En el local de enfrente se hacen fotocopias. Roberto es electrónico, Fernando es administrativo y María Laura es docente una parte del día y empleada de la casa de fotocopiadoras durante las vacaciones. Los tres están de tertulia detrás de los dos mostradores. Falta una semana para el día de las elecciones, ellos lo saben. Son obligatorias, pero ellos no lo saben: “Dicen que no van a ser obligatorias, así que yo no voy a ir a votar”, dice María Laura, convencida. ¿Y si serán muchos los que no van? “Acá nomás –aclara ella–, tenés a tres juntos.” Su compañero lanza un argumento: “Para qué voy a ir, si no tengo un candidato a quien pasarle mi voto. Los que se fueron están trabajando con los nuevos, y ahora además dejan a Juárez en libertad”.
La clase media, los trabajadores del centro, están así: a la expectativa, divididos, preguntándose cómo votar. Santiago es una provincia chica. Pero las elecciones son las primeras a las que se enfrenta el gobierno de Néstor K. en un año de contiendas importantes.
Los votantes están distribuidos proporcionalmente entre el interior y las dos ciudades más importantes: la Capital y La Banda, separadas por el río Dulce y por referentes políticos distintos. El justicialista Pepe Figueroa está bien posicionado en el interior, pero los sectores urbanos son el terreno más difícil para el peronismo. El intendente del municipio de La Banda, Chabay Ruiz, se presenta con una estructura propia en las elecciones y se garantiza un cómodo tercer lugar. El jefe de gobierno de la Capital es el candidato del radicalismo, Gerardo Zamora. Por un acuerdo bajo cuerda con el juarismo, ganó la interna con un 64 por ciento. Esta vez, para sostener la base de votos decidió jugar en el llamado Frente Cívico. Ganó aliados entre los “peronistas atomizados”, dicen sus voceros para presentar una alianza que nuclea al Mociso, un antiguo desprendimiento de la UCR, una fracción del Partido Socialista y Recrear. Los rumores de la calle dicen que se habla de “un Frente Cívico” para despegarse de la herencia negra de los radicales. Y que evitan las fotos con los popes como Ricardo López Murphy, Angel Rozas o con el empresario Néstor Ick, denunciado por presunta asociación ilícita, viejo cajero del juarismo y aún dueño de medio Santiago.
Pepe Figueroa, en tanto, consiguió entre otros bronces a doña Olga, Olga Villalba, la madre de Patricia, una de las dos chicas muertas en el crimen de La Dársena y la mujer que con sus marchas inició el proceso de cambio político más profundo de Santiago del Estero. Hay quienes votarán por la izquierda, aunque llegan de familias conservadoras. Memoria y Participación, la línea “progre” de Santiago, rasguña un cuarto lugar.
Quién ganará. En una semana se sabrá. El taxista se detiene ahora en Belgrano y Santa Cruz, uno de los dos únicos semáforos de tarde. Enseguida arranca. Parte hacia el interior de la ciudad capital, donde sigue la siesta.

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