EL PAíS › LOS GRUPOS PIQUETEROS
BLOQUEARON MAS DE 30 ESTACIONES DE SERVICIO

Presión frente a las bocas de expendio

 Por Laura Vales

La mujer agitó el aerosol y escribió sobre la pared “Kirchner, ponga huevo”. Era bajita, de pelo corto, platinado, y llevaba un chaleco piquetero en el que se leía “Villa Soldati”. Mientras terminaba la pintada, unos cincuenta manifestantes hicieron un cordón humano rodeando los surtidores. Desenrollaron pancartas, se distribuyeron por el local y cuando todo estuvo listo esperaron. Tenían instrucciones de permitir el ingreso de los automovilistas que quisieran cargar combustible y hablarles por la ventanilla de las razones del boicot contra la Shell. Pero no fue necesario. “No entra nadie”, comprobó la mujer después de un rato, mientras se abanicaba con un volante.
En la estación de servicio de la 9 de Julio e Independencia hacía un calor digno de enero. Las desocupadas que habían llevado a sus chicos hicieron cola en una canilla para mojarlos. Los pocos empleados del lugar –todos muy jóvenes, casi adolescentes– se retiraron a unos metros formando un pequeño círculo.
No hubo despliegue policial, salvo un par de comisarios de saco y corbata que no pararon de hablar por sus handies. Como no entraban vehículos, el trabajo de difusión del escrache se terminó haciendo casi exclusivamente a través de la televisión y de las radios que llegaron a transmitir en vivo. La tarea no estuvo sólo a cargo de los piqueteros. Grupos de militantes recorrieron la vereda entregando volantes que proponían “A los que suben los precios, no les compres”. “Un volante de los jóvenes K”, aclaraba uno de sus repartidores. Poco después, un escuadrón de dirigentes de asociaciones de consumidores desembarcó para dar una conferencia de prensa.
“Llamamos al consumidor a usar su poder para frenar los aumentos”, dijo Sandra González, de Adecua. “La Shell sube cuando se incrementa el valor internacional del barril de petróleo, pero cuando el barril baja, los precios locales no.” Junto a González había representantes de la Unión de Consumidores, Consumidores Activos, Usuarios y consumidores en defensa de sus derechos y Proconsumer.
Habían llevado una caja con más folletos (“Usen su poder, no carguen en Shell”), así que un equipo de desocupados se organizó para repartirlos entre los automovilistas que cruzaban la avenida. Recién ahí se vio cómo polarizaba el tema: nadie pasó con indiferencia. La mayoría de los conductores desaceleró y sacó la mano por la ventanilla para tomarlos, pero no fueron pocos los que se negaron de plano, como si tomar el papel significara hacerse cómplice de algún tipo de delito.
Las protestas se extendieron desde las once de la mañana a las dos de la tarde. En todos los casos, las protagonizaron agrupaciones de desocupados afines al Gobierno: La Federación de Tierra y Vivienda de Luis D’Elía; el MTD Evita; el Frente Transversal que lidera el dirigente de la CTA Edgardo Depetris; Barrios de Pie, que conduce Jorge Ceballos; la Red Social Patriótica que encabeza Lito Borello, del Comedor Los Pibes, el Movimiento Resistir y Vencer. Se sumó también un sector que no se reivindica kirchnerista, como la agrupación Martín Fierro (conocida por haber tomado el hall del Hotel Sheraton) y el Frente 19 de Diciembre.
Claudio Palermo, de la FTV, dijo que hubo “33 escraches en la Capital Federal y el conurbano”. De manera simultánea, en el Polo Petroquímico de Dock Sud se hizo un bloqueo. No se denunciaron incidentes. Apenas los manifestantes se retiraron, los surtidores volvieron a abrir. “¿Están vendiendo igual o menos?” preguntó Página/12 a un expendedor horas después de la protesta. “Bastante menos”, contestó él. En las paredes se podían leer todavía las consignas del escrache, como “Piratas” y “No al aumento”.

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