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Los pocos y los muchos

Por José Natanson

La política en las calles, de Hilda Sábato, recorta en su investigación un tiempo y un lugar muy definidos: la ciudad de Buenos Aires entre 1862 y 1880. Con el objetivo de indagar en la compleja relación que se establece entre “los pocos que gobiernan y los muchos que son gobernados”, la historiadora se concentra en la construcción de una esfera pública, las formas novedosas de movilización política y los dispositivos y maquinarias electorales. Aunque centrado en un momento preciso, el libro permite comprobar que algunos episodios recientes –los estallidos de participación, las movilizaciones, la fiebre asociativa– forman parte de una larga continuidad histórica.
Como sucede con la ropa y los autos, en la investigación histórica también hay modas. Luego de décadas de ubicar el foco en los grandes ciclos económicos o en los vastos procesos políticos, en los últimos años ha ido surgiendo un renovado interés por los temas, antes considerados menores, de la representación, la ciudadanía y el espacio público. La política en las calles, premiado por la American Historical Association y publicado por la Stanford University Press, es un buen ejemplo de este nuevo interés.
El libro se concentra en la ciudad de Buenos Aires en los años de la organización nacional, cuando la dirigencia bonaerense, luego de imponerse al conjunto de la Confederación, se propuso liderar la construcción de un orden y un Estado nacionales. “La ciudad patricia”, como la definió José Luis Romero, era una sociedad en tránsito: se estaba formando una esfera pública, nacían y morían periódicos (en 1888 llegó a publicarse un diario cada cuatro habitantes) y se multiplicaban las asociaciones, los clubes de inmigrantes y las logias.
Sábato describe el clima de aquel entonces, marcado por una dirigencia que era conservadora en el campo político, pero liberal y progresista en el cultural, que vivía en una Buenos Aires “plana, baja y regular”, una aldea colonial en la que comenzaban a despuntar, tímidamente, algunos edificios: la Aduana, el Correo, la Casa de la Moneda, el Congreso. Repasa los mecanismos de movilización, la irrupción en las calles. Y dedica un capítulo a un tema esencial y poco transitado: los mecanismos del voto, las maquinarias electorales, la redes clientelares y las motivaciones que generaban las elecciones.
El voto no era obligatorio ni secreto y mucho menos limpio, pero la política existía y tenía un significado. “Para las dirigencias era un oficio, tal vez un deporte, pero sobre todo una vía de acceso al poder. Pero, ¿qué era para las bases? Para la mayor parte de ellas la vida partidaria ofrecía relaciones, protección, un lugar de pertenencia, quizás una identidad. Para quienes provenían de los sectores populares, sometidos a la incertidumbre del empleo, el reclutamiento militar, la coerción estatal, la inseguridad que producía el cambio social y cultural vertiginoso, la militancia política permitía cubrirse (o sentirse cubiertos) en varios de estos planos.”
Escrito con singular sensibilidad, el trabajo de Sábato es una reedición del texto publicado en 1998. Podría haberse incluido, esta vez, un prólogo actualizado, porque algunas de las conclusiones son muy útiles para poner en perspectiva histórica algunos fenómenos actuales. En cualquier caso, lo central es la intención de la autora de avanzar con su investigación en el descuidado campo de la esfera pública, la vida ciudadana y, sobre todo, las motivaciones para la participación política. Con su libro, Sábato rompe con las visiones que ubican en un mismo plano todas las prácticaselectorales anteriores a la Ley Sáenz Peña: las elecciones estaban viciadas por el fraude y la aplicación de todo tipo de triquiñuelas, pero eso no quiere decir que fueran todas iguales o que no tuvieran ninguna importancia. Salvando las distancias, podría afirmarse que Sábato lleva adelante, en el campo de la investigación histórica, una tarea similar a la que realizan algunos sociólogos, entre los que sobresale Javier Auyero, con el objetivo de entender en profundidad los incentivos para la participación política de los sectores populares y el funcionamiento de las maquinarias electorales. No es un tema menor, porque analizar la participación política es una forma de entender mejor el funcionamiento del Estado y de la sociedad, antes y ahora.

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