EL PAíS › BELLUSCIO RENUNCIO A SU MAGISTRATURA
EN LA CORTE SUPREMA. SE IRA EL 1º DE SEPTIEMBRE

Cuando la jubilación te agarra de improviso

El ministro, que había sido designado por Alfonsín en 1983, adelantó su dimisión. Con él ya son cinco los supremos que dejan su cargo durante la gestión Kirchner. Y Boggiano tiene turno de salida. Los motivos que adujo Belluscio incomodan al ministro Fayt.

Por Mario Wainfeld y Victoria Ginzberg

Augusto César Belluscio renunció a su condición de integrante de la Corte Suprema de Justicia. El motivo de la dimisión, entregada al ministro de Justicia, Horacio Rosatti, es que el magistrado cumplirá 75 años. Aunque se sabía que el Supremo venía tramitando su jubilación, la decisión sorprendió al Gobierno y a sus compañeros de tribunal. Estos se apesadumbran porque la Corte no termina su saga de inestabilidad, que acompañó toda la gestión Kirchner. El Gobierno fue parco respecto de la dimisión pero es posible que hubiera preferido que Belluscio (que suele fallar en línea con los anhelos del Ejecutivo en los fallos vinculados a temas económicos sensibles) se quedara un tiempito más. Como fuera, con éste van cinco jueces que dejan la Corte durante la gestión. Y puede haber más: Antonio Boggiano tiene un avanzado juicio político en su contra y Carlos Fayt (a quien algo roza la renuncia de Belluscio) tiene avanzada su edad. La reducción del tribunal a siete miembros, una hipótesis desdeñada tiempo atrás, volverá a estar en debate aunque en la noche de ayer el presidente Néstor Kirchner dijo que “a nivel gobierno” esa posibilidad no ha sido evaluada.
- El trámite: La dimisión, expresada en un texto muy breve, fue entregada por Belluscio en su propio despacho al sorprendido Rosatti, con cargo de hacerla conocer al Presidente. El ministro le pidió que guardara reserva hasta que Néstor Kirchner conociera la renuncia. El juez accedió. Un rato después, notificado ya el primer mandatario y levantado el consiguiente embargo informativo, Belluscio reunió a algunos de sus compañeros de tribunal en un oscuro despacho del cuarto piso de Tribunales para reseñarles su decisión. Les comentó el texto de la renuncia y los saludó. La estupefacción fue mayor. Alguna vez Belluscio había comentado, ante al menos uno de los jueces designados durante el actual gobierno, sus intenciones de retirarse al cumplir 75 años, pero (por lo visto) sus compañeros no esperaban que lo hiciera.
Para los otros cortesanos fue un bajón. Los integrantes del máximo tribunal vienen coincidiendo hace rato en que los sucesivos cambios de integración y la falta de composición definitiva dificultan que la cabeza del Poder Judicial se consolide definitivamente. Si bien los Supremos se mostraron reservados, no dejaron de comentar que Belluscio deja algo desairado a Fayt, quien a los 86 años no tiene in mente acogerse a la jubilación.
–¿Qué dijo Fayt durante el encuentro con Belluscio? –se intriga Página/12.
“Fayt no estuvo”, desilusiona uno de los asistentes, que reserva su identidad.
- Así pasan los años: El artículo 99 inciso d) de la Constitución, conforme la reforma de 1994, establece que los integrantes de la Corte caducan en su función a los 75 años, requiriendo un nuevo nombramiento para proseguir en su función. Ese principio fue cuestionado por Fayt y motivó un pronunciamiento de la Corte en 1999 declarando su nulidad. Belluscio pide retirarse porque pasado mañana llega a esa edad. En el texto de su renuncia hace referencia al fallo “Fayt Carlos Santiago c/Estado nacional” y ratifica su voto, afirmando que la caducidad decretada por la Constituyente de Santa Fe adolece de “nulidad evidente”. Pero luego aclara que no quiere ampararse en esa sentencia. “Existe incompatibilidad ética entre el hecho de haberla decretado y permanecer en mi cargo pues podría interpretarse que me aprovecho de la sentencia por mí mismo dictada”, justifica. Su razonamiento parece impecable, aunque (ya se dijo) deje un poco en off side a Fayt. Pero en Tribunales, en la Casa Rosada y zonas de influencia cunde la percepción de que Belluscio se curóen salud respecto de una nueva embestida contra la Corte de parte de la Comisión de Juicio Político de Diputados. En esos ámbitos se suele parangonar a Ricardo Falú, presidente de dicha comisión, como un émulo de Maximiliano Robespierre, cebado en llevar a la guillotina a jueces supremos. El tucumano Falú es un kirchnerista de modales corteses y voz grave que evoca a la de su pariente, el eximio folklorista. Su imagen no remite con facilidad a la del enragé de la Revolución Francesa. Pero su obstinación en seguir adelante el juicio político contra Boggiano, que el Gobierno quería cajonear, le han impreso esa fama de insaciable. Y era una hipótesis virtual, pero extendida, que después de Boggiano sería el turno de Belluscio.
- La impunidad no gana tiempo: La renuncia de Belluscio no afectará los planes de la Corte en el corto plazo. Los miembros del tribunal están decididos a firmar el martes próximo el fallo sobre la inconstitucionalidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. La medida terminará con la incertidumbre acerca del futuro de los juicios contra los represores de la última dictadura. Siete votos ratificarán la continuidad de los procesos iniciados y destrabarán los estancados. Belluscio y Fayt, en cambio, mantendrán la posición que sostuvieron al ratificar las leyes de impunidad en tiempos de Raúl Alfonsín.
Después de algunas idas y vueltas acerca de cuál era el expediente en el que el tribunal debía dejar sentada su posición –ya que será sin dudas un fallo que merecerá la calificación de “histórico”– los jueces estamparán la firma en el caso Poblete, es decir, en la causa en la que se investigó el secuestro y desaparición de los militantes del Frente de Lisiados Peronistas José Poblete y Gertrudis Hlaczik y la apropiación de su hija, Claudia Victoria Poblete. Si bien el expediente no pasó por la Cámara de Casación, cumple con los requisitos para considerarse como una excepción a la regla fijada por los Supremos acerca de que todos los casos deben desfilar, antes de llegar a sus manos, por aquel tribunal.
- Boggiano en preembarque: Ayer se fijó fecha para que Boggiano presentara su descargo ante la Cámara de Senadores (ver página 2). Debe hacerlo el 22 de junio y, si el Senado no lo discrimina favorablemente respecto de los otros automáticos que ya fueron juzgados, será suspendido entonces. Su juicio político avanza a paso lento, pero inexorable. Su retirada es vista como una mala nueva para sus compañeros y para buena parte del Gobierno. El último mohicano de la mayoría automática es (siempre fue) el más consistente en materia técnica y ha sido muy funcional al Gobierno y muy cooperativo con sus colegas. Tanta buena letra, da la sensación, no ha de bastarle. El Gobierno no podría, sin mortificar su reputación, distinguirlo de sus ominosos aliados menemistas. Y, todo lo indica, no lo hará.
- Siete son demasiados: Aunque su cumpleaños es inminente, Belluscio pidió seguir hasta el primero de septiembre. Ocurre que integra el jurado de enjuiciamiento de los magistrados Juan José Galeano y Juan José Mahdjoubian y quiere proseguir en tal cometido hasta su terminación. El pedido es sensato pues su retiro dilataría los trámites. De cualquier modo, septiembre está muy cerca y el Gobierno se encuentra en las puertas de un brete. Es que ya se han ido cuatro cortesanos y hay dos en el tejado, próximos a caer. Julio Nazareno, Eduardo Moliné O’Connor, Adolfo Vázquez y Guillermo López fueron cayendo en la ofensiva de higiene republicana que comandó Kirchner en los albores de su gestión. Boggiano tiene pinta de seguirlos. Belluscio es el sexto. Y aunque Fayt dilata su salida, la posibilidad de que ésta se produzca durante el mandato de Kirchner es elevada. Así las cosas, Kirchner terminaría designando siete de los nueve cortesanos, una cifra impactante, que sin duda detonará reproches en su contra. La posibilidad de que exista una “mayoría automática” kirchnerista ya fue cuestionada desde varios sectores de la oposición. Cierto es que la conducta de los nuevos cortesanos, empezando por Eugenio Raúl Zaffaroni y Carmen Argibay, revela que no son autómatas al servicio del Ejecutivo sino jueces conscientes de su independencia y de su responsabilidad. Pero, de todas formas, seis magistrados nombrados por Kirchner en poco más de dos años (podrían llegar a siete, eventualmente) sobre nueve puede parecer un exceso. Quizá la salida de Belluscio rehabilite la discusión acerca de una reducción del número de integrantes del tribunal a siete. Es un reclamo de varias organizaciones no gubernamentales especializadas en tópicos judiciales, que llegó a interesar a Rosatti. En su momento, la idea no tuvo quórum en la Rosada. Ahora, con una nueva baja en un tribunal cuya saga recuerda a los diez indiecitos de Agatha Christie, el debate puede resucitar. Sin embargo, en un brindis con la prensa, realizado en el Salón Blanco de la Casa Rosada, el Presidente dijo que esa posibilidad “no ha sido evaluada a nivel gobierno”.
Si porfía en esa postura, deberá pronto proponer dos nuevos jueces. Y decidir si tienen el perfil alto e intransigente de Zaffaroni y Argibay o el bajo y menos disruptivo de Elena Highton y Ricardo Lorenzetti. Por lo que se ha venido oyendo en los últimos meses en la Casa Rosada parecería que la segunda chance es la más factible.

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Augusto Belluscio, uno de los magistrados más antiguos de la Corte Suprema, se retira en septiembre.
 
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