EL PAíS › UN VISTAZO A LOS PRINCIPALES DISTRITOS ELECTORALES

Pistas sobre un rompecabezas

Los objetivos electorales del Gobierno y los escollos con que topa. Bielsa, más complicado por los propios que por los ajenos. Los ataques a López Murphy, un favor involuntario del oficialismo. Santa Fe, un arcano para el PJ. Duhalde ofrece prendas de paz y Kirchner, con ases en la mano, deshoja la margarita.

Opinion
Por Mario Wainfeld

Néstor Kirchner no podrá hacer todo lo que quisiera (o hubiera querido) de cara a las elecciones de octubre. Domina la escena, pero no las tiene todas consigo. Tracciona al Partido Justicialista pero no lo domina a voluntad. Es el político con mejor imagen del país y cuenta de (a) su lado con una candidata de enorme proyección pero no tiene suficientes candidatos del palo para repartir en todo el mapa nacional. El PJ es la fuerza electoral más importante y la oposición está bastante desarticulada. Las principales figuras de la oposición están extrañadas de cargos de gobierno, lo que los coloca en un nivel testimonial. Pero al unísono eso permite que los presidenciables opositores sean ellos mismos candidatos ya instalados, conocidos, de alto perfil. El kirchnerismo ha convulsionado las identidades políticas autóctonas y ganó un espacio inimaginable dos años ha. Pero –puesto a buscar paladines para integrar listas propias y garantizar legisladores fieles en el próximo bienio– debe echar mano a su tramo más íntimo y desmantelar su staff de gobierno. La lógica indica que el oficialismo está en buena posibilidad de concretar su objetivo de sacar una apreciable diferencia a la segunda fuerza a nivel nacional. Que ésta bien puede ser, como anhela la Rosada, la entente electoral López Murphy-Macri. Pero el kirchnerismo de momento pierde en dos de los territorios más importantes del país: Santa Fe y Capital.
Toda foto de un proceso comicial para cuya definición faltan cuatro meses mune una imagen fugaz y parcialmente engañosa. De cualquier modo, en las actuales horas, queda claro que al favorito le queda mucho por hacer para que su pole position se corrobore a la hora de la verdad, cuando las urnas bajen la bandera a cuadros.

Los pininos de Bielsa:

La salida a la pista de Rafael Bielsa fue entre veloz y atolondrada. Nadie sabe explicar por qué el Gobierno decidió, en cuestión de horas, confirmar su candidatura y lanzarla en un teatro, en un acto de tono intimista, para amigos y funcionarios. Igualmente, el canciller es el mejor prospecto oficialista para lidiar en la casquivana Capital de los argentinos. Presentable, culto, formal y hasta doctoral, Bielsa es (en portación de aspecto e imagen) la contracara de su principal apoyo logístico, el PJ porteño. Salvavidas de plomo al que no pertenece y del que deberá despegarse en cada uno de sus gestos, de sus citas, de sus debates, para poder prosperar.
Quizá los estrategas oficialistas maquinaron que la sombra de Cromañón (de la que se hablará en el apartado siguiente) demarca demasiado el territorio porteño y que era funcional injertar cuanto antes otro foco de atención.
Bielsa dio sus primeros pasos sin traicionar su estilo (tesitura elogiable para un candidato que se juega mucho) pero sus apoyos le complican la tarea día a día. El Gobierno se empaca en atacar desmedidamente a Ricardo López Murphy, haciéndole un inestimable favor, al menos de cara al electorado de Capital y el del primer cordón del conurbano. La comunicación oficial sigue siendo imprecisa y policéfala. Vale decir, un bajón para Bielsa. Las invectivas del ministro del Interior Aníbal Fernández y un escrache de un grupo piquetero con buena entrada a ciertas oficinas de la Rosada fueron, para el bull dog, la mejor noticia de esta semana de campaña. López Murphy pugna por lograr un perfil republicano y democrático. Quedar en el lugar de víctima le viene bomba. Claro que el ex ministro de Economía y de Defensa de la Alianza no las tiene todas consigo puesto a reclamar transparencia y diálogo. Algunas manchas atigran su lomo. Una de ellas es su enorme pasividad durante el escándalo de las coimas del Senado, en el que su aliado Fernando de Santibañes tuvo bastante que ver. Otra es su nefasto trato con la oficialidad de las Fuerzas Armadas siendo ministro, trance en el que brilló por su ausencia cualquier interés por la temática de los derechos humanos. Un tercer baldón, para un hombre que desgañita reclamando diálogo y reuniones de gabinete, fue su efímera gestión en Economía donde pergeñó un plan económico que no discutió con los opositores ni con sus cofrades de gestión ni con su propio partido.
El oficialismo, empero, se ha ingeniado para dejarle el lugar del agredido. Una torpeza que puede beneficiar a Mauricio Macri y, acaso más posiblemente, a Elisa Carrió o a quienes circulen a su izquierda. López Murphy no se postula en la Capital pero ese distrito es muy sensible a lo que se cuece a nivel nacional. Los estrategas del Gobierno y sus espontáneos parecen desdeñar ese dato. También coinciden en trabajar en base a una hipótesis, al menos, riesgosa: la de pensar que la votación porteña es polarizable con la coalición de derecha. Esa jugada, que el Gobierno impulsa a nivel nacional, es de sumo riesgo en un distrito muy inclinado al pluralismo en las elecciones parlamentarias, al menos. Dedicarse monopólicamente (y de cualquier modo) a pegarle al adversario preferido puede ser letal en la misteriosa Buenos Aires.
Mientras Bielsa busca su perfil, sus principales contradictores coinciden en algo, en negarle especificidad. Macri proclamará que Bielsa “es Ibarra”. Carrió señalará que es el mascarón de proa de Kirchner y del PJ. El canciller, a quien todos sindicarán como vicario de terceros, deberá prodigarse para contestar mandobles surtidos. Todo eso mirando con el rabillo del ojo qué otras secuelas depara Cromañón.

Un futuro abierto:

La excarcelación de Omar Chabán (a una libertad asediada por una agresiva guardia ciudadana y mediática, paradójicamente promovida por quienes dicen preocuparse por su seguridad) da un indicio de cuánto malestar ciudadano ronda a Aníbal Ibarra.
La causa judicial que investiga la tragedia de República Cromañón puede deparar otros momentos engorrosos. Puestos a enumerar virtualidades riesgosas, subrayemos que la comisión investigadora de la Legislatura (monopolizada por opositores al jefe de Gobierno) debe dictaminar a mediados de julio. El informe será lapidario, en eso no hay enigma. Sí queda por verse qué nivel de consenso interno alcanza la comisión y si hay pedido de juicio político. Si así fuera, el macrismo y el kirchnerismo, los dos bloques más nutridos del desacreditado Parlamento porteño, tendrán las llaves de la decisión. Nada es anticipable con facilidad en ese escenario (seguramente Macri leerá encuestas antes de dar un paso definitivo), pero innegablemente es riesgoso para Ibarra y para el oficialismo nacional.
Confrontado a una campaña durísima, seguir en Relaciones Exteriores puede darle más de un dolor de cabeza a Bielsa. La oposición ha hecho un caso de su continuidad y el Gobierno replica que esa decisión es legal. Tiene razón pero bien puede serle disfuncional. En verdad, por discutir una minucia, el oficialismo se ha metido en un brete. Si releva a Bielsa antes de diciembre habrá cedido ante reclamos exteriores, algo que fastidia hasta el paroxismo al Presidente. Y si no lo hace le restará perspectivas a su representante. Retazos de una mala semana, cuando todavía restan muchas y los errores pueden repararse.
En Santa Fe, con otra Bielsa, las cosas van peor.

Un (mal) día de paseo:

María Eugenia, vicegobernadora de Santa Fe, se sigue negando a ser candidata a diputada nacional y a esta altura nadie cree que dará el brazo a torcer. Su presencia era juzgada imprescindible para hacer competitiva la boleta del PJ. El ministro de Justicia Horacio Rosatti, otro candidato por ahora virtual, tiene buena imagen en la capital provincial pero Rosario es otro mundo. Allí gobiernan (en la Rosada reconocen que muy bien) los socialistas. De allí es oriundo y fue intendente Hermes Binner, el excelente candidato ya opositor y no transversal. La rosarina hermana del locuaz canciller y del huraño DT posee excelente reputación y compensaría geográficamente la oferta del PJ. Pero tal parece que no hay asunto y el peronismo queda muy atrás, damnificado (rezongan por Plaza de Mayo) por la opaca gestión del gobernador Jorge Obeid.
Hay quien imagina “recuperar” a Carlos Reutemann como candidato a diputado. Pero Lole (ex bestia negra y actual buen interlocutor del kirchnerismo) ha puesto un muro de silencio y kilómetros de distancia para desalentar especulaciones o convites.
El pronóstico para el oficialismo en Santa Fe es, a mediados de junio, reservado. Rosatti seguramente recibiría con alivio la noticia de que lo relevan de una misión que hoy parece imposible. Aunque, a fuer de dirigente político encuadrado, tiene menos margen que la vicegobernadora para decir que no si la Rosada lo comide al efecto.

El fresco aire serrano:

Córdoba pinta mejor para el oficialismo. José Manuel de la Sota, con su conocida capacidad para sumarse a lo que pica en punta, le abrió sus listas al Presidente. En esta semana, cuentan confidentes de la Rosada, se barajaron nombres para diputados nacionales. La unidad está garantizada pero, comentan gentes que recorren el espinel cordobés, no abundan candidatos con buena imagen y “votos propios”. Seguramente Eduardo Di Cola, interventor del Correo, de buen trato con Julio De Vido podrá ser de la partida (en esta semana se lo prometieron en Balcarce 50) pero no es certero que mida bastante bien como para ser cabeza de lista. Juan Carlos Schiaretti, vicegobernador, da mejor en los sondeos pero su anhelo es quedarse en la provincia, que aspira a gobernar a partir de 2007. Que cumpla o no su deseo dependerá de si el oficialismo da con una figura adecuada. Los encuestadores afines al oficialismo exploran alquimias, que incluyen personajes extrapolíticos. “Cualquiera mide mejor que los dirigentes de acá”, bromea (¿bromea?) un consultor de postín, con tonada él.
Alguien que sin duda mide mejor que los políticos convencionales es el ex basquetbolista Héctor Campana, a la sazón concejal por la fuerza que apoya al intendente de Córdoba capital, Luis Juez. Pichi Campana tiene una aprobación ciclópea y, cuentan en su entorno, fantasea con ser el próximo intendente. Armadores oficiales comentan que sería un serio competidor si Juez lo convenciera de ser candidato a diputado nacional. Se tranquilizan pensando que (pese a su apodo y su condición de novato en la política) Campana no es ningún pichi y no se someterá al riesgo de una campaña muy dura.
El radicalismo –que en Santa Fe se cobijará bajo el ala de Binner para evitar desaparecer– tratará de recuperar terreno en Córdoba, donde supo ser preponderante. Oscar Aguad será su principal candidato. Propios y ajenos lo consideran de lo mejor que puede proponer la UCR. Así y todo es un arcano saber cómo le irá a los boinas blancas que tienen una prospectiva muy despareja, según las provincias. Su ambición real es ganar en aquellas que gobiernan y zafar del papelón en Buenos Aires y Córdoba. No es mucho y quizá no lo consigan. Mendoza y Chaco parecen seguras, Corrientes y Catamarca factibles, Río Negro en riesgo. Jorge Colazo se pasó de bando en Tierra del Fuego, para furor de los herederos de Alem e Yrigoyen.
Las perspectivas radicales en Capital son deprimentes. En Buenos Aires sudarán la gota gorda para evitar que López Murphy (quien hizo un significativo acto en la casa de Ricardo Balbín) les succione votos.

Una margarita que no es Stolbizer:

En ésa, la provincia más grande del país, el Gobierno sigue deshojando la margarita acerca de qué hacer. Cualquier opción tiene sus riesgos, sus costos, sus beneficios. Acordar con el duhaldismo facilita la suma de votos para el plebiscito que busca el Presidente pero seguramente desagia el capital simbólico del Gobierno de cara a votantes no justicialistas.
Enfrentar al taita bonaerense implica el albur y la fascinación de luchar en dos frentes a la vez. Doble contra sencillo es flor de apuesta pero puede parecerse peligrosamente a “todo o nada”. Un acuerdo facilita la gobernabilidad que el Presidente ansía fervorosamente.
Nada está cerrado del todo, lo que en castellano quiere significar que el Presidente no ha clausurado aún ningún escenario. Lo que sí pareció cambiar en estos días fue la actitud de Eduardo Duhalde que ha producido varios gestos que demuestran su voluntad de cerrar trato, en las nuevas (desventajosas para su sector) condiciones generadas en el último semestre.
Duhalde, aseguran quienes lo conocen bien, está dispuesto a aceptar la mayor parte del pliego de condiciones de Kirchner. A saber:

- Candidatura de Cristina Fernández de Kirchner.

- Retiro (o más bien, no discusión) de la de Hilda González de Duhalde.

- Dejar en manos del Presidente el armado de la lista de diputados nacionales.

Dos puntos parecen ser la última línea de defensa del ex presidente. El primero es su exigencia de limitar la presencia del gobernador Felipe Solá en la urdimbre final del acuerdo. El segundo es su objeción a la división por tercios (uno K, uno felipista, uno duhaldista) de la nómina de legisladores provinciales.
José María Díaz Bancalari, a esta altura único emisario que transcurre entre ambas trincheras, le transmitió esa postura al jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Para los duhaldistas casi equivale a una rendición. Pero el “Mono” Díaz Bancalari sólo se llevó una cerrada negativa y un kit de retos para transmitir a Duhalde. Se los munieron el jefe de Gabinete y el propio Presidente quien, fiel a uno de sus conspicuos hábitos, entró al despacho de Fernández para ponerle su sello a la reunión. Entre paréntesis (Díaz Bancalari viene pagando muy caro su doble pertenencia, visto desde el kirchnerismo. Fiel a Duhalde, el jefe del bloque pejotista de Diputados había sabido granjearse cierta confianza del kirchnerismo y hasta sonó como segundo candidato a senador, a la vera de Cristina Fernández. Pero su rol intermediador lo ha perjudicado, acaso irremediablemente. Cerremos paréntesis.)
El Presidente, proclive a las consignas inequívocas, acuñó dos que retratan su postura actual. “No hay foto” (imagen compartida con Duhalde) y “Felipe está en la mesa”. Las repitió anteayer, a la tardecita, en la Casa de Gobierno ante Solá y el intendente matancero Alberto Balestrini. Como se explicó, se supone que Duhalde acata la primera y, por ahora, resiste la segunda.
Como elemento de presión, kirchneristas y felipistas siguen amasando (como si fueran Riquelme con la redonda) una solicitada que espeja cuántos intendentes han transmutado años de duhaldismo en pos de un sol que hoy calienta mejor. La verdad número veintiuno del justicialismo es que la victoria embellece y el que pierde es un traidor. Así leída, la opción entre Cristina Fernández e Hilda González instiga furibundos cambios de camiseta durante el partido, una simpática costumbre peronista.
La solicitada en cuestión, que se supone ya firmada por 61 intendentes, de cualquier modo forma parte de la negociación. El oficialismo la amasa, se la muestra al oponente, pero no la suelta, como Román con la redonda. Amagó con publicarla hoy pero su emisión fue postergada lo que no equivale a una oferta de paz pero sí una señal de que las tratativas no han terminado. El nuevo plazo posible de emisión es el martes, lo que deja un par de días para conversar. Ayer, coinciden fuentes kirchneristas, duhaldistas y felipistas, nadie habló con nadie de otro bando.
En tanto, Duhalde está en Paraguay y se esmera para que su esposa, de tránsito en Uruguay, no hable mucho. El viernes el ex presidente activó mucho (máxime considerando que se autodefine retirado de la política) para aminorar la repercusión (y hasta la difusión) de una frase de su cónyuge alegando que tenía un ochenta por ciento de chances de ser candidata.
Desde una perspectiva de fuerza, Kirchner sigue tensando la cuerda. A esta altura no es seguro si la cortará o no. Pero sí que viene arrastrando a su adversario-aliado. También es ostensible que la relación entre ellos se ha damnificado gravemente.

Todo por hacerse:

El politólogo sueco que hace su tesis de postgrado sobre la Argentina está transido por el dolor. Boca, su Boquita, ha quedado afuera de la Copa Libertadores. Y no la jugará en 2006. Así las cosas, el investigador de la Facultad de Sociales de Estocolmo está en riesgo de no volver a ver más al club de sus amores en esas lides. Su generosa beca cesa a fin de año.
Para peor, el hombre lleva meses sin tener un tête a tête con su más-que-amiga la pelirroja progre. Para enfrentar tamaña adversidad, que lo sumió en jornadas de bebidas blancas y noches ídem, el hombre decide ir por una renovación de su beca. Pero necesita el esquivo aval de su padrino de tesis, el decano de Sociales de Estocolmo. “Si me prorroga la estadía, profesor, le prometo un best seller sobre la naturaleza del peronismo y una separata sobre la etiología de la mesa chica del kirchnerismo. Revolucionarán el mundo académico, no dejarán nada pendiente de explicación”, macanea el hombre. Al mismo tiempo dibuja un informe de coyuntura electoral largo, muy largo, copiando por encima del hombro un cuadro de situación que escribe su amigo, el periodista independiente. A medida que lo lee, asume que jamás podrá explicar en términos racionales, accesibles al cartesianismo de su lejano interlocutor, los tejes y manejes del peronismo. Pero, en verdad, su interés no es contarle la verdad, sino engatusarlo para que le subsidie una larga prórroga de su estadía, al menos hasta la resurrección de Boca y el reencuentro con la pelirroja progre de quien ya ni sabe si sigue siendo kirchnerista. Para eso, se tiene fe.

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