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Entre los trabajadores en blanco los mineros son los mejor pagos

Un empleado de la minería cobra en promedio 4316 pesos, mientras que en la otra punta se ubica el trabajador rural, con 807. Un estudio privado revela que la diferencia entre el sector que paga los salarios medios más altos y el que paga los más bajos es de 5,3 veces.

 Por Fernando Krakowiak

Los trabajadores del sector privado formal incrementaron su salario real 7,4 por ciento durante el año pasado y ya se ubican 8,7 por ciento por encima del nivel previo a la devaluación. Las sumas fijas otorgadas por el Gobierno, los incrementos en la productividad laboral y el poder de negociación salarial evidenciado en los nuevos convenios colectivos les permitió transformarse en el único grupo que mejoró su situación respecto de los niveles previos a la crisis. Sin embargo, no todos los empleados registrados tuvieron la misma suerte. Un estudio difundido ayer por la consultora Sociedad de Estudios Laborales (SEL) muestra que la diferencia entre el sector que paga los salarios medios más altos y el que paga los más bajos es de 5,3 veces.

La remuneración bruta mensual promedio en el sector privado formal es de 1431 pesos, casi tres veces más que lo que ganan los trabajadores informales, pero mientras un empleado de la industria minera cobra 4316 pesos, un trabajador rural apenas llega a los 807 pesos. Ernesto Kritz, director de la consultora SEL, señaló a Página/12 que “esta disparidad se explica por las diferencias sectoriales en la productividad, el perfil de las calificaciones y el poder de negociación salarial”.

De los veinte sectores relevados, once se encuentran por arriba del promedio salarial del sector privado. Allí se destacan, además de la minería, el sector financiero (2741 pesos), las empresas de suministro de electricidad, gas y agua (2672), la pesca (2604) y las actividades derivadas del petróleo y químicos (2549 pesos). Por debajo del promedio, se ubican nueve sectores que concentran el 68,5 por ciento del empleo registrado y el 54,5 por ciento de la masa salarial, entre los que se incluyen la industria textil y del cuero (1250 pesos), el comercio mayorista y minorista (1231), la construcción (1116), los hoteles y restaurantes (873) y el agro (807), sector que paga los salarios más bajos del ranking, pese a haber obtenido ganancias record en los últimos años debido al tipo de cambio competitivo, el precio record de los cultivos y los incrementos en la productividad.

La industria textil y la construcción estuvieron entre los sectores que más incrementaron sus salarios reales el año pasado (8,5 y 5,8 por ciento, respectivamente), superando claramente el promedio del sector productor de bienes en su conjunto (2,7 por ciento). Lo mismo sucedió en el comercio, donde el salario real creció 5,5 por ciento, dejando atrás al promedio del sector servicios (4,8 por ciento). Sin embargo, ello no les alcanzó para salir del grupo de sectores que menos les paga a sus empleados.

Es probable que en esos casos haya una mayor subdeclaración de remuneraciones, aunque el informe del SEL se encarga de aclarar que “la subdeclaración salarial es una práctica que, en proporciones variables, se verifica asimismo en otras actividades que están sobre el promedio. Esto puede alterar las relaciones, pero no producir cambios sustantivos”.

Las mayores diferencias se explican, como señala el informe, por la productividad del trabajo en cada sector y la incidencia de los distintos perfiles de calificación, ya que no es lo mismo la productividad de una petrolera que de un local de ropa, así como tampoco se puede comparar la cotización en el mercado de trabajo de un geólogo y de una empleada con título secundario.

No obstante, el informe aclara que es lógico que la desigualdad en el interior del sector formal sea alta “no solamente entre promedios sectoriales, sino para categorías comparables de asalariados, dependiendo de cuál sea el sector de actividad donde trabajan”. Por ejemplo, es muy probable que dos mecánicos con la misma calificación laboral cobren salarios muy diferentes si uno trabaja en el sector textil y otro en la industria automotriz, pues el poder de negociación salarial de los sindicatos varía en cada uno de los casos (aunque vale aclarar que ese poder está condicionado por los muy distintos grados de concentración de uno y otro sector). Lo mismo ocurre con los empleados de los supermercados que realizan la misma tarea, pero cobran diferente por pertenecer a distintos gremios. Una consecuencia de este tipo de desigualdad son los crecientes conflictos intersindicales por la representación de los asalariados.

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No es un trabajo para cualquiera. Tiene sus riesgos y consecuencias en la salud. Pero es el mejor pago.
 
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