EL PAíS › DEFINICIONES DE KIRCHNER SOBRE LA CIUDAD Y LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES

Dos frases

El Presidente no quiere que su mujer sea candidata en la provincia y trata de convencerla de evaluar sucederlo en la presidencia. Para la ciudad, Kirchner cree que sólo con Lavagna podría ganar. La reaparición de Scioli. La búsqueda de otros candidatos. Taiana dice que no.

 Por Sergio Moreno

“A mi mujer no la mando a la provincia ni loco.”

“Para ganar acá, en Capital Federal, lo necesitamos a Roberto.”

Por su origen, ambas frases comenzarán a darle forma el aún no nato escenario electoral en los dos principales distritos de la Nación, la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma. Las oraciones pertenecen a Néstor Kirchner, y fueron dichas ante estrechos colaboradores en dos ocasiones distintas. Se refieren, la primera, a que la senadora Cristina Fernández no será candidata a gobernadora en 2007; la segunda, a que el ex ministro de Economía Roberto Lavagna es más que ponderado por el Presidente como aspirante a jefe de Gobierno porteño en la próxima elección.


Lejos se está de la tenida electoral, que será en octubre de 2007. Desde el cenáculo del Ejecutivo se derrama la idea de adormecer toda interna y especulación por las candidaturas para dedicarse de lleno, en este año, a la gestión administrativa del Estado y del Gobierno. Así lo predica el Presidente a sus centuriones. Sin embargo, como las sirenas a Odiseo, los aprestos de la política son más fuertes que la voluntad. Y el Gobierno no escapa a mover sus piezas sobre la mesa de arena. En rigor de verdad, hace mucho más que eso.

Kirchner gusta de definir situaciones con la economía y precisión de un cirujano, para después entregarse a las explicaciones del caso. Las dos definiciones que abren esta nota, no por tempranas, son leves. Cuando menos presuponen dos campos de operaciones que variarán a partir de ellas. Veamos qué ocurre en cada territorio. Y, ejerciendo alguna ucronía, qué podría ocurrir.

La provincia

Así como en su momento la decisión presidencial de que CFK fuese la candidata a senadora por ese distrito rediseñó el equilibrio de poder en la Argentina –tras el triunfo sobre el duhaldismo– esta nueva definición (que en esta oportunidad no sea candidata) inaugura un minué dentro del oficialismo para erigir al aspirante que encare tal desafío.

La situación en la provincia es particular. No se vislumbran alternativas de oposición externa al peronismo - Frente para la Victoria, por lo cual existe el convencimiento de que quien se imponga en la interna oficialista será el sucesor de Felipe Solá en La Plata. Paralelamente, todos y cada uno de los pretores bonaerenses (devenidos aluvionalmente en kirchneristas) tributan a la idea del “gran elector”, sitio que dan al Presidente quien, según diversas encuestas que esgrimen en el Gobierno, su imagen positiva en el conurbano asciende al 80 por ciento, bajando diez puntos cuando se mide en conjunto con la Capital Federal.

Precisamente Kirchner se dio a enfriar todas las escaramuzas que comenzaron a enrarecer el clima en el conurbano y en la Legislatura de la provincia. Así, cortó el enfrentamiento entre Solá, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y uno de los delfines del gobernador, su ministro de Gobierno, Florencio Randazzo. Estos dos últimos aspiran a quedarse con el sitial mayor en el pasaje Dardo Rocha. También, junto a Solá, fomentaron las maniobras que enojaron al Presidente, por su visibilidad y el ruido que, al paladar del patagónico, generó en un año que desea gestionario.

Los otros candidatos son el presidente provisional del Senado, José Pampuro el titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Alberto Balestrini, y el siempre expectante ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian.

No participará en esta tenida el canciller, Jorge Taiana, a quien la exposición de su nombre como aspirante le ha generado más incordios que beneficios. “No quiero ser candidato. Esto empezó como un chiste de Felipe (Solá) y alguien se lo tomó en serio. Pero las versiones me hacen sospechoso ante mis compañeros de gabinete e, incluso, me perjudican en la Cancillería, donde ya hubo quien preguntó si me iba a ir o a quedar. Pues no voy a ser candidato”, explicó el canciller con toda claridad a sus colaboradores más cercanos, esta misma semana.

La salida de CFK de la cabeza de la grilla de aspirantes será el revulsivo que engrosará la lista de candidatos oficialistas. Muchos nombres serán tan consistentes como el humo. Algunos tendrán más chances. Kirchner decidirá a principios del año entrante. Mientras, habrá movimiento de escuadras. Un ejército bien dispuesto, es el mejor plantado. También en las encuestas.

La ciudad

La frase de Kirchner sobre Lavagna no puede menos que inquietar a las fuerzas del oficialismo nacional que despliegan sus labores en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, distrito esquivo a la Casa Rosada, que le ha propinado más de un tropiezo. Sin ir más lejos, la destitución del principal aliado del Presidente en la ciudad, Aníbal Ibarra, impactó sobre Balcarce 50 como una derrota.

Fue precisamente al finalizar el proceso de destitución de Ibarra cuando Kirchner dijo, en la reserva de su despacho, “para ganar acá, lo necesitamos a Roberto”. Página/12 ya había dado cuenta semanas atrás de tal evaluación. Ahora lo expone en palabras dichas, según confiaron a este reportero en la Rosada, por el propio Presidente.

En La ciudad de Buenos Aires el teatro de operaciones para Kirchner es acaso el más complicado del país. La oposición, en primer término de Mauricio Macri, en segundo, de Elisa Carrió, goza de la misma fortaleza de la que adolece en el resto de la Nación.

En paralelo, las huestes presidenciales no están amalgamadas. El patagónico delegó en su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, la construcción política del kirchnerismo porteño. Pero, por más esfuerzo que vuelque a la tarea, hay dirigentes refractarios a esa construcción. Algunos son ministros del gabinete nacional, importantes y en crecimiento, que hasta ha confeccionado en dos oportunidades afiches detractores de la faena del jefe de Gabinete en el distrito. Kirchner se enoja ante estas operaciones y mantiene su respaldo a Fernández.

El nuevo jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, hace gestos de fe kirchnerista cada vez que puede. Pero su relación con Fernández es de una complejidad tal que difícilmente mejore en los meses que le restan de gestión –unos 17 y medio–. Telerman necesita exponer una vistosa gestión municipal para tener chances de convertirse en el candidato oficialista a sucederse a sí mismo. Los humores en cierto sector de importancia de la Casa Rosada no lo acompañan.

Este escenario, más los derrapes producidos tras la derrota del último candidato oficial, Rafael Bielsa, en octubre del año pasado, impulsan al gobierno nacional a la búsqueda de un campeón eficaz que enarbole sus blasones.

En ese entorno debe entenderse el escénico agasajo y desagravio ofrecido al dirigente peronista y ex vicepresidente de Boca, Roberto Digón, a inicios de la semana que pasó, en el que participó la mitad del gabinete nacional, encabezado por Alberto Fernández. Estuvieron, además, un grupo de legisladores –incluso alguno enfrentado a Fernández, como Carlos Kunkel–, la presidenta del PAMI, Graciela Ocaña, y el invitado que relució peculiarmente: el vicepresidente Daniel Scioli.

Tantas veces maltratado por el círculo áulico del parnaso K, siempre sujeto de sus desconfianzas, lejano –hasta antitético– de su pensamiento político, Scioli reapareció en escena a partir de las conversaciones que viene manteniendo con el jefe de Gabinete, lanzado este último a buscar alguna opción porteña para el 2007. En el Senado algunos especularon que la desarticulación de su último equipo de prensa respondió a un “deber” impuesto desde Balcarce 50 a partir de tales pláticas. Nada está firme con Scioli, pero ha reingresado al ágora cuyas puertas había cerrado el propio Presidente y su mujer.

No obstante, la alternativa del vice como candidato a jefe de Gobierno –sitio que anhela como un pez al agua– es una alquimia que no termina de convencer a los arquitectos políticos del Presidente. “Daniel (Scioli) le restaría votos a Macri, robaría de la base peronista, pero, a la vez, espanta a los votantes de centroizquierda e independientes que nos podrían acompañar. Eso favorece a (Enrique) Olivera (más que probable candidato de Carrió para la Jefatura de Gobierno), que se llevaría esos votos, dejándonos afuera del ballottage. Al menos hoy, las cosas están así según las encuestas”, ensayó ante Página/12 uno de los ingenieros presidenciales.

Los movimientos no se agotan en el vicepresidente. Otros ministros del gabinete y algunos funcionarios son medidos cotidianamente. Graciela Ocaña, la única mujer presente en el acto de desagravio a Digón, es una de ellas. El ministro de Educación, Daniel Filmus, es otro. Su par de Salud, Ginés González García, no ha escapado al escrutinio de las encuestas. La última que realizó Telesurvey, que comanda Heriberto Muraro, le da un altísimo 46 por ciento de imagen positiva en la Capital Federal, similar a la que tiene en el distrito CFK. En ese trabajo, Filmus cuenta también con alta aprobación, el 35 por ciento.

“El único que puede sacar votos de todos los sectores sociales porteños es Roberto (Lavagna)”, categoriza un encumbrado asesor presidencial, “y Kirchner lo sabe”, remata.

Pero ésta es una historia abierta. Lavagna gusta ejercer sus propios criterios y nadie de la Rosada ha hablado aún con él al respecto. Flota en el aire la frase del Presidente. Nadie asegura que al ex ministro le gustase más acometer la pelea en la Ciudad Autónoma que tentar una candidatura a presidente. Pero, buen analista político, Lavagna sabe que en la presidencial de 2007 la espita se abrirá sólo desde Balcarce 50.

Y Kirchner se ha dado a la tarea de convencer a su mujer para que lo suceda. Esta intención fue dada a conocer, en exclusiva, por este diario hace tres semanas. En esta que termina hoy, el patagónico tuvo el lapsus: en un acto dijo que sería bueno que una mujer sea presidente de la Argentina. Eso está por verse. En tanto, las palabras actúan sobre la realidad.

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Imagen: Enrique García Medina
 
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