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El mayor sobreviviente, en servicio activo y operando

El súbito cambio de gobierno dejó a Enrique “Coti” Nosiglia a un costado, pero no por mucho tiempo. Los últimos cambios de gabinete lo acercaron al poder y ya se le detectaron operaciones.

 Por José Natanson

Intercambia algo más que comentarios futbolísticos con Mauricio Macri; conversa asiduamente con el ministro del Interior, Jorge Matzkin, y con el de Trabajo en las sombras, Luis Barrionuevo; le mandó un emisario a Rodolfo Terragno para conversar sobre su posible candidatura a Presidente; y tuvo una participación clave en dos episodios que terminaron en escándalo: el juicio contra Sergio Montiel y el tratamiento en el Senado de la Ley de Subversión Económica. Cuando todos creían que había desaparecido, que el último cambio de Gobierno lo había confinado para siempre a los negocios privados, Enrique “Coti” Nosiglia demostró que no por nada es el mayor sobreviviente de la política argentina, que sigue en funciones y que está más vivo que nunca.
Aunque su relación con el peronismo es más que buena, Nosiglia no se lleva igual con todos: siempre se mantuvo más cerca de los sectores menemistas y del sindicalismo de los Gordos, que lo tratan como a uno más, y nunca logró un acercamiento permanente al duhaldismo. En este sentido, la llegada de Duhalde a la Presidencia le quitó acceso al centro del poder e implicó que uno de sus archienemigos internos, Leopoldo Moreau, lo reemplazara en el lugar de socio e interlocutor privilegiado de la Rosada.
La salida anticipada del gobierno aliancista (donde tenía amigos importantes como Chrystian Colombo o Carlos Becerra), la renovación de autoridades legislativas (el anterior jefe del Senado, Mario Losada, era su primo), y la nueva realidad del peronismo fueron marginando a Nosiglia del centro de las decisiones.
Pero no por mucho rato: después de un brevísimo período de abstinencia, el radical ha vuelto a las andadas.
Esto se explica en parte por el último cambio de gabinete, que reposicionó a dos dirigentes con los que Coti dialoga habitualmente: Jorge Matzkin, con quien comparte el cariño por José Luis Manzano y a quien visita de tanto en tanto; y Barrionuevo, con el que Nosiglia comparte desde añares algo más que la simple amistad.
Dotado de una agenda privilegiada, Nosiglia suele actuar como vínculo entre los funcionarios actuales y algunos que, como Colombo, suelen asesorar al Gobierno. Y va más allá, colaborando con la Rosada en cuestiones concretas y urgentes.
En abril, un pedido de juicio político apoyado por el PJ estaba a punto de terminar con la gobernación del radical Sergio Montiel en Entre Ríos. Por pedido de Alfonsín, Nosiglia hizo un viaje relámpago a Paraná, se reunió en una quinta de las afueras con Augusto Alasino y dialogó durante un rato con el gremialista de UPCN, Andrés Rodríguez. Esa misma noche, el diputado peronista Félix del Real, vinculado a Alasino y a Rodríguez, sorprendió votando en contra del juicio político. El PJ denunció sobornos, pero Montiel se mantuvo en el poder.
El segundo episodio ocurrió durante el tratamiento de la Ley de Subversión Económica. Según dos altas fuentes del radicalismo, Nosiglia actuó como nexo entre el Gobierno y el gobernador Pablo Verani, cuya presión sobre una senadora fue la clave para destrabar el trámite.
“Coti no alinea diputados o senadores, no se dedica a eso. Ahora, si necesitás dos o tres votos, quizás él los consigue. Y eso es mucho más importante”, explica un dirigente que suele reunirse con él en el Hotel Elevage, donde Nosiglia se mueve como si fuera el dueño.
Además de vínculo con la Rosada y operador partidario todoterreno, Nosiglia también se dedica al asesoramiento ad honorem. Fanático de Boca (en una época Diego Maradona y Guillermo Coppola jugaban picaditos en su quinta de Pilar), no se pierde un partido de su equipo. Y, como muchos políticos, tiene influencia en la vida interna del club. Apoyó a Macri en su primera campaña interna y los domingos suele intercambiar consejos con el empresario, que está a punto de lanzarse como candidato a jefe de Gobierno porteño. Además, fue Coti quien lo conectó con Enoch Aguiar, elex secretario de Energía de De la Rúa que le alcanzó a Macri un proyecto para integrar a su plan de gobierno.
En cualquier caso, su principal preocupación sigue siendo el partido. Por cuestiones circunstanciales, Nosiglia perdió a su hombre en el Comité Nacional: el gobernador de Catamarca, Oscar Castillo, enfrentado a muerte con Barrionuevo. Sin embargo, Coti lidera una corriente de la UCR porteña y mueve una vasta red de dirigentes, legisladores, funcionarios y gobernadores repartidos por todo el país.
Consciente como pocos de la crisis terminal que atraviesa la UCR, Nosiglia intenta rescatarla del estado de coma profundo con la idea de construir una fórmula de “unidad nacional” con el PJ para las próximas elecciones. Sabe, de todos modos, que es difícil que el peronismo acepte asociarse con ellos. “Es poco lo que tenemos que aportar”, le dijo a un hombre de su confianza.
La otra opción consiste en intentar desdoblar las elecciones nacionales de las provinciales, para tratar de sostener en el poder a los pocos radicales con prestigio territorial. Y comenzar a pensar en un candidato a presidente capaz de hacer un “papel digno”: dos semanas atrás, Nosiglia mandó un emisario calificado –el diputado Marcelo Stubrin– a conversar con Terragno, el radical que mejor mide en las encuestas.
Prefirió ignorar el hecho de que el año pasado apoyó en una interna a la lista opositora a Terragno, o que entre los socios del ex jefe de Gabinete se encuentran enemigos históricos suyos, como Jesús Rodríguez o Federico Storani. Pragmático, Nosiglia conoce como pocos la dinámica de la política argentina. Sabe que los dirigentes, los gobiernos y los partidos suben y bajan, y que la única forma de permanecer en la cúspide es hablar con todos. Todo el tiempo.

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