EL PAíS › COMO TAPO EL FMI SU RESPONSABILIDAD POR LA CRISIS ARGENTINA

Ya se ven las huellas de la mentira

El FMI contrató a un nuevo cuerpo de auditores externos para reforzar la idea de que no tuvo culpas por la crisis de 2001. Pero el tiro le salió por la culata. Los expertos presentaron un informe lapidario, con críticas al organismo y a su oficina de evaluación.

 Por David Cufré

El FMI manipuló información, retaceó datos fundamentales sobre sus negociaciones con Domingo Cavallo e indujo a errores a sus evaluadores independientes. Todo esto lo denuncia un nuevo grupo de auditores externos contratados por el propio organismo para juzgar su desempeño. El documento fue publicado ayer en la página del Fondo en Internet. El informe es lapidario. Sostiene que cuando se hizo el análisis de la actuación del organismo en la crisis argentina de 2001 se cargaron las tintas en la responsabilidad del gobierno, ocultando sus errores, igualmente graves. Y sobre la Oficina de Evaluación Independiente (OEI) que redactó ese trabajo advierte que aceptó pasivamente las intromisiones del staff del FMI, al punto de modificar sus conclusiones en aquella dirección. “Debe ser más audaz sobre qué evalúa, cómo lo evalúa y a quién contrata para realizar el trabajo”, concluyó.

Cada brazada que arriesga el FMI para salir a flote no hace otra cosa que hundirlo un poco más. El último episodio directamente lo dejó con el barro al cuello. Contrató a un grupo de expertos ajenos al organismo para que revisen el trabajo de la OEI, una comisión que había creado previamente para que juzgue su propia labor. Es decir, contrató a un auditor para su propio auditor. Intentó ser un gesto para enfatizar la independencia de criterio que allí reina, así como su transparencia, pero terminó sacando a la luz todo lo contrario.

El nuevo Panel Externo analizó la intervención del Fondo en diez países, para lo cual entrevistó a más de 170 personas del staff del organismo, del directorio, funcionarios de esas naciones e inversores. Extrajo sus conclusiones en base a toda esa información. Para sustentar dos de sus críticas más severas, se apoyó en la experiencia argentina de fines de 2001. Los auditores sostienen que el staff del Fondo le ocultó datos fundamentales a la OEI, les hizo correcciones a sus borradores y terminó por enfatizar la culpa del gobierno para diluir su responsabilidad por la crisis.

“El borrador (de la OEI) sobre las razones que llevaron al colapso argentino se focaliza en los errores de análisis por parte del staff y del management del FMI: la versión final del párrafo, en cambio, se centra en los errores de juicio de las autoridades argentinas”, revela el Panel Externo. Luego comenta, en tono de denuncia, que la OEI está obligada a adelantar sus opiniones al staff y a realizar correcciones en función de sus sugerencias. Y concluye: “El Panel comparó el informe argentino, tanto el borrador como su versión final, y quedó preocupado al encontrar cambios significativos, sustanciales, que fueron hechos al borrador, bajando el tono o borrando las críticas al management y al staff del FMI”.

La evaluación de la OEI sobre el comportamiento del Fondo en relación con el caso argentino fue publicada en julio de 2004. Allí quedó establecido que la culpa de la crisis fue esencialmente de las autoridades del país y que el error del organismo fue su falta de dureza para exigir un mayor ajuste fiscal. El Fondo buscó con ese documento salvar su imagen de las fuertes críticas que le llovieron por su rol en la etapa previa al estallido de la convertibilidad. Sin embargo, la explicación no resultó convincente. Desde aquel momento padece una grave crisis de credibilidad, que busca revertir con acciones como la contratación de un nuevo panel de auditores.

Pero este nuevo cuerpo no resultó lo que esperaba, a pesar de que su presidenta, Karin Lissakers, supo ser directora del organismo en representación del gobierno de Estados Unidos. Al referirse al caso argentino, el panel afirma que “el primer hallazgo significativo sobre la evaluación del desempeño del Fondo es ‘la incapacidad de los funcionarios argentinos para tomar las medidas correctivas necesarias’. El Panel cree que, en este caso, la oficina acomodó su informe a la sensibilidad delmanagement y del staff del Fondo, en detrimento del valor de la información que tenía en sus manos”.

El Panel Externo critica con igual dureza a la OEI por aceptar reglas de juego que van en contra de su desempeño profesional. En particular, que el staff del FMI le oculte información. Para demostrarlo, utiliza una vez más la experiencia argentina. “Los funcionarios del FMI no le dan a la OIE toda la información. Es una restricción que puede impedir una evaluación global minuciosa y, a pesar de ello, la oficina lo acepta”, alerta. “Por ejemplo, el staff se reservó información en el caso argentino. No les informaron sobre las bases de un entendimiento con Domingo Cavallo”, especifica.

Tras ese relato, el Panel explica que el Fondo necesitó crear la Oficina de Evaluación Independiente para recuperar credibilidad, que empezó a perder con la crisis mexicana de 1994. Sin embargo, tal como está trabajando, puede terminar “burocratizada, rutinizada y marginada”. En sus conclusiones, el Panel afirma que “tienen que ser más claras las reglas en la relación entre el Fondo y la OEI para despejar sospechas de que los miembros de la oficina están haciendo un camino para ocupar una posición en el organismo”. Que los auditores independientes estén sospechados de buscar un puesto en el organismo que tienen bajo análisis es una muestra categórica de su seriedad, así como de la del Fondo que creó su oficina.

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Rodrigo Rato, director gerente del FMI, sorprendido con el documento de los auditores externos.
Imagen: AFP
 
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