EL PAíS › EL EX PRESIDENTE DETRAS DEL ARMADO OPOSITOR

Duhalde contraataca

Aprovechando el “efecto Misiones” busca amalgamar un frente detrás de Lavagna y Macri, a quienes imagina candidatos a presidente y gobernador. Pidió colaboración a Ramón Puerta. La respuesta de Kirchner será fortalecer lazos con sus aliados. Habría cambios en el gabinete de Solá.

 Por Diego Schurman

Cuando responde por los placeres de su nueva vida, supuestamente alejada de los vaivenes de la coyuntura, Eduardo Duhalde no lo duda: “A esta altura del partido me puedo dar algunos gustos, como por ejemplo no hablar con Menem ni con Kirchner”. Puede resultar petulante, pero la frase describe a medida el ánimo del ex presidente con el máximo inquilino de la Casa Rosada. Claro que la bronca trasunta la ironía para convertirse en acción concreta. Y es así nomás, ya que el ex titular del Mercosur, según palabras de su propio entorno, está trabajando como “facilitador” del armado opositor al Gobierno nacional.

Acaso la decisión de instalar en la computadora la última versión de un juego de ajedrez sea la metáfora que mejor explica su realidad. El martes movió una pieza que alborotó el mundillo político: salió a ensalzar las figuras de Mauricio Macri y Roberto Lavagna, principales caras del antikirchnerismo. Se reservó para sí las dedicatorias al Presidente. Aquellos que las escucharon saben muy bien que todas destilaban inquina hacia quien lo exilió de la vida política. Vale aclararlo: la palabra exilio es un copyright de Duhalde. La realidad lo muestra más activo y conspirativo que nunca.

Por estas horas, el ex mandatario afronta un trabajo de bordado para unir el peronismo no kirchnerista con Macri y Lavagna. Ramón Puerta no dudó en sumarse al proyecto opositor y ahora va en busca de José Manuel De la Sota. A la Casa Rosada le suena extraño que el gobernador cordobés termine en ese equipo. Pero tampoco podría poner las manos en el fuego por él.

Con sucesivas apariciones mediáticas, en las que habló a borbotones, Puerta intenta capitalizar el triunfo del obispo Joaquín Piña. Y apura por estas horas un armado interno en el PJ de la mano del inefable Miguel Angel Toma. La entente opositora cuenta en sus filas la división de El General, también de cuña duhaldista, que integran Jorge Sarghini, Eduardo Camaño, Juan José Alvarez y Francisco de Narváez.

–Duhalde no va a ser candidato a nada. Dio su palabra en eso. Pero quiere armar, ayudar a construir una oposición fuerte para el 2007. No tolera el desprecio de Kirchner –se queja de la perfidia un hombre que ha sabido ser la sombra del ex presidente.

Caracterizado como un tiempista, Duhalde muestra cierto sosiego paseándose por su casa de Guernica, siempre acompañado, mate en mano, por su esposa, la senadora Hilda “Chiche” González. Después del terremoto que produjo su irrupción en escena, optó en las últimas horas por una suerte de retiro espiritual. Ajedrez, siesta y repaso del libro con sus memorias que en breve entregará a la editorial Sudamericana. A Kirchner se le pusieron los pelos de punta. Sabe que la de su antecesor no fue una aparición más. Y teme que el “efecto Misiones” termine consolidando alianzas que, por ideología o personalismos, un mes atrás parecían impensadas.

Renombrados integrantes del séquito oficial manifiestan la misma aprensión. Por eso el viernes no salían de su asombro al ver caminando por los pasillos de la Casa Rosada a Luis Verdi. El histórico asesor de prensa duhaldista aclaró rápidamente que había ido al recital de José Angel Trelles. A los incrédulos que pululaban por el Salón Blanco, donde se ofrecía el show, les aportó una información extra: que su hija Julia, allí presente, había participado en la grabación del último disco del artista.

En vísperas de un año electoral, Kirchner no quiere regalar ni un voto. Y la amenaza duhaldista lo decidió a fortalecer lazos con sus aliados, aun los devaluados, como Hugo Moyano. Se sabe: tras la batahola de San Vicente, el líder de la CGT sufrió una fuerte embestida de Luis Barrionuevo y los Gordos, sectores sindicales que rinden loas a Duhalde y Lavagna. Las fotos que se toma el Presidente con intendentes siempre al borde de la genuflexia también buscan subyugar al distrito. Kirchner piensa extender su cronograma de visitas al pago bonaerense. Es sabido que por su peso específico, ante cualquier elección, en la provincia se libra la madre de todas las batallas.

A decir verdad, la contienda ya comenzó. Y de eso puede dar cuenta, por buscar un ejemplo, el intendente de Esteban Echeverría, Alberto Groppi. La Federación de Tierra y Vivienda del ultrakirchnerista Luis D’Elía lo denunció por presuntas irregularidades en la contratación de una empresa de recolección de residuos. Groppi ya tenía manchas en su legajo por su paso como jefe comunal durante la dictadura. Fernando Gray es el principal interesado en moverle el piso, ya que aspira a ocupar el cargo. Se trata del jefe de comunicación social de la ministra de Desarrollo, Alicia Kirchner. Será difícil desligar la acusación de los aprestos de campaña.

Es Cristina o es Macri

La primera impresión no es equivocada. Efectivamente, Duhalde se lleva a las patadas con el Gobierno. Claro que hay excepciones. Es indulgente con Alberto Fernández, aunque ya no le habla, y mantiene un canal abierto con Aníbal Fernández. También está on line con otro hombre que supo abrevar en el duhaldismo furioso y a quien Kirchner tiene estima, como el “Mono” José María Díaz Bancalari. El ex presidente, el ministro de Interior y el diputado forman el corredor Pinamar-Villa Gesell, por las localidades balnearias donde suelen pasar sus días de descanso. Teniendo en cuenta el inicio del año electoral, todo hace suponer que este verano el clima político será tan tórrido como las partidas de tute.

En el Gobierno no necesitaron de un traductor para decodificar el mensaje de Duhalde, quien asomó esta semana con la excusa de presentar el libro con su experiencia en la Comunidad Sudamericana. A diferencia de otras épocas, el ex presidente se mostró renuente a calificar con puntos a Kirchner –a quien casi ni nombró públicamente– o a desearle su reelección. No es que haya apelado a aquel dicho de que los grandes hombres hablan de ideas y no de otros hombres. “Sencillamente quiere hacerle probar de su propia medicina. Quiere que vea lo que es el ninguneo”, se queja un duhaldista todoterreno.

El semblante relajado y la tez tostada no lograron disipar en Duhalde ese aire entre melancólico y desganado, producto del desengaño. Al hacer su rentrée ante la prensa nacional e internacional, el ex mandatario se dejó ver con su esposa y punta de lanza del armado antikirchnerista en las elecciones del 2005. Duhalde quiere amalgamar la oposición para el partido revancha. Con esa paciencia de orfebre que lo ha caracterizado, dejó correr expeditivamente el nombre de Macri para atizar las trincheras de Lavagna, a quien le reclama una rápida definición sobre su futuro político. Se imagina al presidente de Boca en la gobernación bonaerense y al ex ministro en el sillón presidencial.

“Duhalde sueña con un tridente: Lavagna, Macri, y Telerman en Capital. Pero a Telerman lo veo más decidido a jugar con Kirchner”, apunta una voz autorizada del macrismo. La fuente, emisario del líder de Compromiso para el Cambio en los recientes encuentros con el ex ministro de Economía, da fe de la existencia de sondeos que muestran a Macri con alta intención de voto en la provincia de Buenos Aires. Pero no se deja embriagar por los números y menos sabiendo el rojo que registran las cuentas fiscales del distrito más populoso del país. “Para gobernar la provincia necesitás los recursos de la Nación. Es más seguro la Capital”, evalúa.

No hay que ser muy avezado para descubrir el nombre de Lavagna detrás de dos afirmaciones que Duhalde le hizo a Página/12. 1) “Voy a votar al que garantice el proceso económico que puse en marcha en absoluta soledad.” 2) “Yo quiero un gobierno progresista.” Esta última frase puede llevar a la confusión, pero el candidato en cierne suele erigirse como cabeza de un proyecto de centro-progresista.

Ese término es uno de los preferidos de Raúl Alfonsín. Y ahora sí comienza a cerrarse el círculo. Hace décadas que Duhalde y el radical sintonizan en hi-fi. Lavagna los vuelve a anudar. Y también la certeza de que Kirchner carece de un modelo productivo. “¿Cómo puede ser que no haya un Ministerio de la Producción?”, dice obcecado el ex mandatario con un rictus en la boca que lo acompaña desde siempre.

Durante su gestión, Duhalde dio luz a esa cartera, que condujo Aníbal Fernández, en aras de un movimiento productivo que ideó con Alfonsín y que motivó más de un acto con sectores del trabajo y el empresariado.

Solá, renovación y cambio

A esta altura, nadie duda de que el “efecto Misiones” cambió el escenario nacional. Kirchner tiene atravesado como una espina el proyecto de reelección indefinida de Carlos Rovira. Presidente y gobernador ya ni se hablan. Y Gonzalo Peltzer, director del crítico diario El Territorio, aventuró un futuro de desfinanciamiento que podría derivar en la renuncia anticipada de Rovira. Para amenguar el impacto que resultó el apoyo a una propuesta antipopular (o, para no entrar en debates filosóficos, con más rechazos que adhesiones, según demostraron los cómputos), el Gobierno anunció el adelantamiento del aguinaldo para los jubilados y presentó el proyecto para reducir el número de miembros de la Corte Suprema, en ambos casos previendo el beneplácito del arco político y social.

Igualmente, no pudo evitar la avidez opositora tras la caída de las reelecciones, sobre todo la de la provincia de Buenos Aires. El Gobierno mantiene a José Pampuro y Aníbal Fernández en la pole position para suceder a Felipe Solá. Un poquito más atrás asoma Alberto Balestrini. El viernes Kirchner compartió con el ex intendente de La Matanza un acto en ese distrito, el más populoso de la provincia.

En el kirchnerismo prima la idea de no hacer olas. Las internas justicialistas no suelen dirimirse como una partida de backgammon. El pedido de precaución corrió por cuenta de Julio Pereyra y Alberto Descalzo. Son los intendentes de Florencio Varela e Ituzaingó, además de mensajeros de la Rosada en temas bonaerenses.

Pampuro y Fernández compartieron un café en el despacho de este último y entendieron que el decoro y el sigilo debía acompañarlos en los próximos meses. Se levantaron actos que sin dudas hubiesen sido la letra de la prensa como propios de campaña proselitista. Julio Alak hizo a tiempo para decir presente. El intendente de La Pata, motorizado por la agrupación Compromiso K, se sumó al lote de aspirantes. También están Jorge Taiana, abstraído por la gestión en Cancillería, y Sergio Massa, justamente quien hizo desde la Anses los anuncios del adelanto del aguinaldo para los jubilados. Solá dijo que no bendecirá a ninguno, aunque Florencio Randazzo espera que lo tenga primero en el ranking por estar acompañándolo desde el Ministerio de Gobierno de la provincia. No obstante, antes que los guiños electorales, el gobernador pondría en marcha la renovación de una parte de su gabinete, a fin de oxigenar lo que le queda de gestión. Salud, Educación y Trabajo son las tres carteras que serían dadas vuelta como un guante.

Los cambios se harían con la anuencia de Kirchner, quien prometió bancar a Solá en el tramo final de su gestión. Alguien hizo correr una versión que daba al ex secretario de Salud porteño, Donato Spacavento, como futuro integrante del gabinete. Por ahora son sólo especulaciones, como las que aseguran que la fórmula bonaerense tendrá como segura número dos a la diputada Cristina Alvarez Rodríguez, sobrina nieta de Eva Perón.

Otro acertijo. Si Macri se entusiasma en la provincia, ¿el gobierno desistiría de Cristina en el distrito? En ese caso, se caería la hipótesis de catapultar a la primera dama como aspirante a presidente. En una réplica del juego de ajedrez, cada uno intentará acertar la estrategia del otro antes de mover su ficha. Sabiendo la inquietud oficial, en el entorno de Duhalde no dudan por estas horas en polarizar el escenario.

–Si Macri se lanza en la provincia, no hay nadie que le pueda hacer frente más que Cristina –se entusiasma una voz autorizada del duhaldismo.

–¿Y cuál sería el problema?

–Si Cristina va a la provincia, Kirchner va a tener que pelear por la presidencia. ¿Se banca que dos apellidos Kirchner, o tres si Alicia va por Santa Cruz, peleen un cargo en un país que dio muestra de rechazo a las reelecciones y los abusos de poder?

A Solá no le sorprenden estas palabras. Estuvo con Duhalde analizando la posibilidad de su propia reelección. El ex presidente conoce a algunos miembros de la Junta Electoral, el organismo que tenía que definir si el gobernador estaba habilitado para buscar un período más. Duhalde le bajó inmediatamente el dedo a Solá. Pero no por razones técnicas o leguleyas, sino estrictamente políticas. Le dijo que tenía que sumarse a un proyecto para dar pelea a Kirchner, una propuesta que ya había escuchado el ministro de Seguridad León Arslanian. Ambos entendieron que el ex presidente hablaba en serio.

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Imagen: Daniel Jayo
 
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