EL PAíS › FIRMO UN TRATADO CON EE.UU., PERO DEJO SABER QUE PRONTO VISITARA A CHAVEZ

Lula mostró su cintura política ante Bush

La visita del presidente norteamericano le permitió a su par brasileño mostrarse como un líder mundial ante la burguesía industrial paulista. Obrero por la mañana, empresario por la tarde, paseó a su visitante por una fábrica y firmó compromisos energéticos a gran escala, difíciles de cumplir. Y su policía reprimió con dureza.

 Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula Da Silva, demostró ayer, en San Pablo, hasta dónde puede estirar su versatilidad política. Con casco de operario y camisa informal en una planta de Petrobras por la mañana y de traje en un hotel cinco estrellas por la tarde, el mandatario brasileño mantuvo dos reuniones con su colega norteamericano, George W. Bush, o “Doblevé”, como prefiere ser llamado en su periplo latino, que hoy continuó en Uruguay y mañana prosigue en Colombia.

Las relaciones entre Brasil y Estados Unidos pasan por un “momento excelente”, dijo, con razón, Lula y recordó la última vez que se vieron en Brasil. Ocurrió hace dos años, en la residencia presidencial de verano, la Granja do Torto, donde Lula acogió al norteamericano tras el vapuleo diplomático sufrido en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, cuando vio frustrada su intención de imponer el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Hugo Chávez fue el mentor de aquel mal trago, en alianza con Néstor Kirchner y el propio Lula.

Ayer, Bush evitó, denodadamente, referirse a Chávez, incluso cuando los reporteros lo interrogaron sobre el tema, siguiendo el recetario de sus asesores de imagen, pero hizo una mención elíptica al ALCA, a la que no da por muerta. Sucede que el acuerdo, aún incipiente, de biocombustibles con Brasil, puede ser un atajo por el cual la Casa Blanca logre reanimar la utopía del libre comercio hemisférico.

En rigor, la fiebre verde de la que tomó cuenta la prensa y el empresariado brasileños, eufóricos con la perspectiva de convertirse en los jeques de una “Arabia Saudita Verde”, carece de viabilidad inmediata. Eso no implica que sea un proyecto absurdo, sino que su implementación demorará años, como lo explican dos cifras: Brasil produce 17.500 millones de litros de etanol al año y EE.UU. necesitará 132.000 millones para cumplir la meta de reducir en un 20 por ciento la composición de gasolina en su matriz energética automotriz. Más, el 90 por ciento del etanol brasileño es para consumo interno, no para exportación.

La cumbre de ayer entre Lula y Bush fue un hecho políticamente paulista, celebrado como una victoria diplomática por la burguesía industrial y agropecuaria, que recela tanto de Lula como del Mercosur. La poderosa Federación de Industriales de San Pablo y la Unión de Industriales de la Caña de Azúcar, de la que se extrae el etanol, participaron eufóricas de la firma de un memorando sobre producción de alcohol combustible extraído de la caña de azúcar. José Serra, gobernador socialdemócrata de San Pablo, también estaba allí, mientras el ejército federal y la policía paulista bloqueaban las protestas de los estudiantes acampados cerca del Hotel Hilton para “darle caza a Bush”, que al final de la tarde, tras visitar una organización no gubernamental que asiste a los pobres, cruzó la ciudad rumbo al aeropuerto de Guarulhos, en un convoy de treinta y tres vehículos blindados.

Un día antes la misma policía había reprimido una movilización en la avenida Paulista (centro financiero) con una ferocidad propia de los carabineros de Pinochet, golpeando a miles de manifestantes, entre quienes había dirigentes del oficialista Partido de los Trabajadores, que se manifestaban en contra de la visita de Bush.

Lo curioso es que, salvo un sector de los militantes, la mayoría evitaba criticar a Lula, cuya popularidad sigue por las alturas. Y es que el presidente brasileño ejecuta como pocos la política pendular, tanto para asuntos domésticos como en su política externa, lo que le permitió compartir un almuerzo ayer con Bush y le permitirá ser recibido, de acuerdo con la información conocida ayer, como un “compañero y hermano” por Hugo Chávez en abril próximo.

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Bush y Lula después de visitar la planta de Petrobras en Guarulhos, donde hablaron de la producción mundial de biocombustibles.
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