EL PAíS

Con el Luna Park a tope, el Adolfo lanzó su campaña

Rodríguez Saá fue el orador central, después de Aldo Rico, Hugo Moyano y una enviada del piquetero Raúl Castells. Críticas a todos. Las promesas.

 Por Martín Piqué

El candidato promediaba su discurso, subido a una tarima azul con el flamante logo del Movimiento Nacional y Popular, bajo las luces cenitales del escenario del Luna Park. A cada lado lo escoltaban dirigentes conocidos y otros ignotos, que ya mostraban los rastros de un acto masivo, lleno de fervor y adrenalina. Pero él seguía imperturbable, como si nada, con un tono didáctico que comparaba al país con una casa. Ya había criticado a Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa y, sí, también a Eduardo Duhalde. Y llegó entonces el turno de las promesas. “Sólo me comprometo a crear trabajo. Porque, como decía Perón, gobernar es crear trabajo”, prometió elevando el tono de voz. A un paso del palco, mezclado entre los fotógrafos, uno de los tantos curiosos apuntados para la ocasión reaccionó con una ocurrencia propia de estos tiempos: “Grabalo, che, a ver si después de olvida”.
Fue sólo una escena del acto. Pero sirvió para entender lo que pasó ayer en el Luna Park, en el lanzamiento de Adolfo Rodríguez Saá como candidato a presidente por el Movimiento Nacional y Popular. Ex gobernador de San Luis, presidente de la nación por una semana, el puntano se propuso cautivar a las más de 10.000 mil personas que llenaron el escenario de aquellas clásicas peleas de box. Y lo intentó con promesas de reactivación, de “reconstruir una nueva casa” con derechos civiles y sociales, de revisar la deuda externa, y de “destruir la corrupción estructural en la Argentina”. Los cantitos de “se siente, se siente, Adolfo presidente”, daban cuenta del fervor de sus seguidores.
En el escenario se codeaban hombres y mujeres, jóvenes y viejos, todos sentados en unas gradas cerca del telón de fondo. Representaban a los distintos sectores del “movimiento” que apoya a Rodríguez Saá: jóvenes, discapacitados, “organizaciones libres del pueblo”, vecinalismo, salud mental. Y conformaban un arco heterogéneo similar a la comunidad organizada del peronismo, y con fuerte presencia femenina, al estilo de las exposiciones mediáticas del presidente venezolano Hugo Chávez. Lo había pedido el propio Rodríguez Saá, quien no quería estar solo en el palco. Y lo demostró apenas apareció ante la multitud, casi abrazado por la gobernadora de San Luis, Alicia Lemme y Teresa del Valle González, la esposa de Felipe Solá.
Se ubicó en medio del escenario, entre la gente, siempre sonriendo. Escuchó con atención lo que dijo cada orador, luego felicitaba a cada uno, y con algunos hasta se abrazaba. Se rió cuando el intendente de San Miguel, Aldo Rico, levantó un guante de box que le habían dado los cronistas de “CQC” y se lo dejó en la tarima para que “retome el guante”. Antes de dejarle paso a Hugo Moyano, el ex carapintada se ganó la primera ovación de la noche: “Al que no le gusta la pelea está demás en este proyecto”, improvisó. Después siguió el camionero, que lo puso a la par de Perón y Evita. Y la tanda de discursos se completó con Adriana Núñez, piquetera del MIJP de Lomas de Zamora, que leyó una carta de Raúl Castells y nombró –por primera vez en la noche– a Carlos Menem. La multitud reaccionó con insultos.
Luego se encendieron todas las luces del estadio. También las que habían estado apagadas. Y Rodríguez Saá comenzó a hablar, acompañado por los gritos de “se siente, se siente, Adolfo presidente”. “Los que queremos una Argentina sin presos políticos ni sociales vamos a marchar el 11 de octubre por la libertad de Raúl Castells”, fue una de las primeras cosas que dijo. Atrás, en primera fila, la piquetera se abrazaba con Julio Piumato, de Judiciales, y Luis Lusquiños, operador favorito del candidato. Rodríguez Saá siguió con su discurso, dijo que iba a contar un secreto, y entonces se dedicó a criticar a los demás precandidatos del PJ. “Los otros candidatos no saben para qué quieren ser presidentes. No saben qué hacer.Nosotros, en cambio, queremos gobernar porque tenemos proyecto, que es refundar la Argentina”, aseguró.
Enseguida adoptó un tono más agresivo, bien de campaña. “Han destruido la Argentina, han saqueado nuestro hogar, la casa que debe albergar a todos los argentinos”, admitió primero. Y luego apuntó a los últimos ex presidentes, quienes, según él, son los responsables de la destrucción: “Yo le quiero decir, Alfonsín, que usted contribuyó a destruir esta casa. Menem, que logró ilusionar a los peronistas, también. Fernando de la Rúa, usted que dijo que venía a moralizar esta casa: también contribuyó a destruirla.” La duda era si iba a criticar también a Eduardo Duhalde, justo en momentos en que el oficialismo está intentando acercarse al “adolfismo”. Pero Rodríguez Saá cargo también contra el Presidente. “Duhalde, que vino a gobernar en nombre del peronismo, usted está destruyendo esta casa y la sigue destruyendo”, acusó desde el micrófono.
No faltó tampoco la referencia a la deuda externa. Como en aquel discurso ante la Asamblea Legislativa, que ayer recordó ante el público, el sanluiseño volvió a plantear que la deuda deberá ser revisada. “Es el más grande negociado de la historia nacional. ¿Quién recibió la plata? ¿Dónde está invertida? El pueblo argentino, le guste o no al establishment y al Pacto de Olivos, tiene derecho a saber. El futuro presidente y estos miles de líderes vamos a defender ese derecho”, prometió, y se ganó otra vez los aplausos de la concurrencia.
Las instalaciones del Luna Park estaban llenas por donde se las mirara. El piso, los palcos, las tribunas mostraban una mezcla de gente de San Luis y otras provincias, que había llegado en micros de larga distancia y vestía con prolijidad, con desprolijos y entusiastas muchachos de los gremios de la CGT “rebelde”. Los camioneros, por ejemplo, se ubicaron sobre la popular de la calle Madero, y armaron un show con banderas y cantitos, como si estuvieran en los paraavalanchas de un cancha de fútbol. Ovacionaron a su jefe con un “Huevo, huevo, Hugo, Hugo”, y lo mismo hicieron con Rodríguez Saá, la estrella de la tarde. Que se despidió citando a “un joven general de 27 años” que combatió por la libertad de América: “Debemos empezar la batalla con paso de vencedores”, atizó a los presentes. Gestualizando que ya se siente el “futuro presidente”, como lo llamaron toda la tarde.

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Adolfo Rodríguez Saá habla a la multitud. A su lado gesticulaba una traductora para hipoacúsicos.
 
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