EL PAíS › INVESTIGACION HISTORICA SOBRE UNA EXPERIENCIA CASI DESCONOCIDA

En busca de la memoria anarquista

Dos historiadores recuperan y analizan la militancia anarquista en la Argentina de los ’70 a partir del caso de Resistencia Libertaria, la mayoría de cuyos militantes serían secuestrados. Sus formas de organización y las diferencias con otras agrupaciones.

 Por Laura Vales

Resistencia Libertaria fue una agrupación anarquista de los ’70. Sus integrantes se dedicaron al trabajo barrial y sindical de base, y tuvieron además un ala militar que realizó acciones en busca de financiamiento. Organizados como un partido de cuadros, llegaron a ser entre cien y ciento treinta militantes, la mayoría de los cuales serían secuestrados durante la dictadura. Todo esto empieza a conocerse ahora por el trabajo de Fernando López Trujillo y Verónica Diz, autores de un libro sobre un tema prácticamente desconocido. López Trujillo fue militante de la agrupación; historiador, en 1997 integró el grupo fundador del Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierda (Cedinci). Diz es periodista y profesora de historia. Pertenece a la generación que entró a la vida política en los ’90 y se ha especializado en feminismo y anarquismo.

–¿Por qué se sabe tan poco sobre esta militancia anarquista?

Fernando López Trujillo: –Uno de los motivos es cómo terminó: la organización fue destruida y los sobrevivientes se fueron del país. También pesó el terror, porque cerca del 80 por ciento de ellos pasó por centros clandestinos de detención.

–¿De dónde venían?

–Aparecieron muchos nuevos grupos anarquistas en los años 71, ’72 y ’73, que se formaban al calor de la movilización social.

–En el libro plantean que esta nueva camada tuvo poca relación con las organizaciones preexistentes.

–No tenían contacto con los viejos reductos del movimiento. Hay tres o cuatro locales, que todavía siguen existiendo, que representan lo que quedó del viejo movimiento de los años ’20 y ’30, pero los agrupamientos nacieron por afuera de ellos y, en general, nunca tuvieron una buena relación.

–¿Por qué?

–En principio porque la mayoría de estos locales había sobrevivido sobre la base de no comprometerse con la vida social. Recibieron la llegada de los nuevos como un peligro.

Verónica Diz: –Hay una división que se repite históricamente, la concepción de un anarquismo militante y social, que se compromete y se contamina en el trabajo con los demás, contra otra posición de “yo no me mezclo con nadie”; ésta va acompañada de acusar al otro de cualquier cosa.

–Que sería...

V. D.: –Que sería de ser marxista, por ejemplo... o en todo caso de no ser anarquista. Esa es una explicación de por qué se separaron estos caminos en los ’70, y también del silencio. El ejemplo más crudo es el de María Esther Tello: volvió del exilio de Francia con tres hijos desaparecidos, los tres de Resistencia Libertaria. Un día estaba en la Biblioteca José Ingenieros y propuso “vamos a la marcha de la Resistencia”, y alguien le dijo “pero si no hay ningún anarquista desaparecido”.

–¿Eran universitarios?

–Sí, pero Resistencia Libertaria se desarrolló como movimiento obrero, porque íbamos a las fábricas para insertarnos.

–Ustedes cuentan que Resistencia Libertaria se había propuesto luchar por la revolución y, al mismo tiempo, contra el autoritarismo de la izquierda.

L. T.: –Sí, tenía un carácter no autoritario, tomaba esa concepción bakuninista de militantes que actuaban para organizar a las masas, pero que no tenían un plan de dirigirlas. El plan de trabajo era la construcción del poder, no la toma del poder, es decir que no se pensaba en alimentar el propio partido, sino en ayudar a que se crearan organizaciones. Resistencia Libertaria se agrupó por ejemplo en el Frente Antiimperialista por el Socialismo, que tenía unas definiciones amplias, pluralistas y democráticas... hacia el año ’75 el Frente es capturado por el PRT, pierde esa autonomía y hay una cantidad de grupos que se van.

–Es decir que la relación con el PRT fue de tensión.

V. D.: –Hubo tensión y colaboración, en Córdoba y en La Plata se compartieron experiencias, eran compañeros de fábrica, entonces para hacer ciertas operaciones había coincidencia; también se pasaban materiales.

–¿Y con Montoneros?

L. T.: –No, en general la relación con Montoneros se manejaba con muchísimo más cuidado porque se los veía muy infiltrados. Pero no hay documentos sobre políticas de alianza, por ejemplo no aparece en la documentación de Resistencia Libertaria nada sobre la relación con el Partido Comunista Marxista Leninista de La Plata, que era una muy estrecha y venía desde antes de la creación de Resistencia Libertaria porque el hijo de Hebe de Bonafini era amigo de los Tello, estaban juntos en la casa todos los días.

V. D.: –La casa de los Tello funcionó como una casa operativa, pasó mucha gente, gente que venía de Uruguay y se escondió ahí. Tenían una carpintería en la que hacían muebles con embute, que proveyó a todas las organizaciones. Los Tello padre y madre eran militantes anarquistas, a su casa iban viejos anarquistas expropiadores, era un lugar de nucleamiento en los primeros años de Resistencia Libertaria de La Plata.

–¿El grupo hizo acciones armadas?

L. T.: –El problema es a qué llamamos acciones armadas. Tenía un pequeño aparato militar que tenía finalidad autodefensiva y de expropiación, o sea hacía operaciones de financiamiento; en criollo, achacos. Si eso es lucha armada, bueno... pero yo creo que eso no es lucha armada. En todo caso nunca se planteó como una organización que operara militarmente contra el Estado.

V. D.: –Pero hay todo un mito acerca de que era una organización que practicaba la lucha armada, y existe una discusión abierta. Unos quieren ver en Resistencia Libertaria a la guerrilla anarquista que no existió porque andaban enfierrados. Claro, era una organización política que estaba activa durante la dictadura y obviamente tenía armas.

L. T.: –Armas tenían todos.

V. D.: –Otra cosa es que la historia cambia según en qué año haya militado el que la cuenta: algunos de los comienzos en La Plata dicen “¿armas? ¡nunca! si hacíamos unos picnics y éramos re horizontales...”. Y hay que recordarles que en Resistencia Libertaria se organizaba en células y trabajaban clandestinamente. Claro, a algunos les cuesta creer que la organización de la que tantos tomaron parte tomó un rumbo distinto que el que conocieron.

L. T.: –Ese es el problema, “de la que tantos formaron parte”. Hay una cantidad de gente que dejó la organización en el ’75, el derrotero de Resistencia Libertaria cambió, entonces cuentan cosas que son ciertas, pero son ciertas para el ’73 o ’72, no para el ’76.

–¿Por qué es difícil establecer qué pasó?

V. D.: –Es que hay gente que no abrió la boca durante 30 años. Por eso éste es un trabajo inicial. Está el caso de Rafael Flores, que fue secretario general de un sindicato (el del caucho en Córdoba), se fue al exilio y se convirtió en un estudioso del tango. Aunque viene acá a dar conferencias, no quiere hablar del pasado. En Madrid es una personalidad... pero de la música. Otros, como Hebe Cáceres, dieron testimonios muy comprometidos ante los tribunales, pero tampoco acceden a tener un contacto. Hay gente viviendo en Nicaragua y otros que recién ahora empiezan a querer contar.

L. T.: –A nosotros, además, nos interesó destacar la política de masas, no tanto el aparato militar, que en última instancia no fue lo principal. Porque la estrategia era la de guerra popular y prolongada, es decir se planteaba que a largo plazo el movimiento obrero iba a generar una organización de conducción política y que era el movimiento obrero el que tenía que generar una organización militar capaz de enfrentar al Estado, que esa no era una prerrogativa de Resistencia Libertaria.

V. D.: Y era una militancia que no acumulaba para el partido. Por ejemplo, no hacía propaganda partidaria, sino de las organizaciones de base. Tenemos una compañera que se llama Elsa Martínez, que está desaparecida. Era periodista y la Facultad de Periodismo de La Plata la rescató como una desaparecida propia; cuando vas a las páginas donde está su historia se describen las circunstancias de su detención y se señala que seguramente la secuestraron por razones económicas, porque no le conocen militancia. Y ella era una mujer de 40 años, no estamos hablando de alguien que tuvo un entusiasmo pasajero; es un buen ejemplo de cuál era el estilo. En el caso de los Tello, la mamá siempre reclamó por sus hijos y quedó instalado, pero en muchos otros no.

–No proclamaban ser anarquistas.

V. D.: –Es más, la represión se entera de Resistencia Libertaria recién cuando sus militantes cayeron.

–¿Cómo pasó?

L. T.: –Empieza a caer toda la gente del Partido Comunista de La Plata. Por necesidades económicas de la organización, en el ’77 se habían pactado una serie de operaciones de expropiación que le generaron a RL un problema de seguridad grande. Ya había sido golpeada en Córdoba y La Plata, pero en el ’78 es golpeada en Buenos Aires y La Plata al mismo tiempo.

–¿Cuántos militantes fueron secuestrados entonces?

–Más de 30. La mayoría va a parar al Banco, otros a Automotores Orletti, allí llevaron a todos los uruguayos.

–¿Qué aportes creen que dejó esa generación de anarquistas?

L. T.: –Para nosotros tiene el valor de mostrar la experiencia de un grupo que generó políticas en función de la organización de las masas y no del reclutamiento de militantes, es decir todo lo contrario de lo que la izquierda hizo en los últimos 20 años. La experiencia de las asambleas en el 2001 mostró cómo funciona eso, con la izquierda que iba a capturar militantes.

V. D.: –Le devuelve la memoria al anarquismo actual. Los que militamos en el anarquismo desde fines de los ’90 hacíamos las reivindicaciones porque las compartíamos, pero sin conocer la historia propia. Conocerla es como haber encontrado a tu hermano mayor.

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Los historiadores Fernando López Trujillo y Verónica Diz son los autores de la investigación.
 
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