Un día después de comprometerse, desde la ciudad de Río Cuarto, “a trabajar incansablemente” por la aparición del testigo Jorge Julio López, el presidente Néstor Kirchner ratificó ese compromiso. Desde el Salón Blanco de la Casa Rosada, donde encabezó la entrega anual de premios Azucena Villaflor de De Vincenti, afirmó: “Tiene que aparecer nuestro amigo. Tenemos que buscar todas las instancias para que esto se pueda dar y no tenemos que descansar en ningún momento”. Luego de asegurar que López tiene que aparecer “cueste lo que cueste”, no descartó que exista cierta complicidad alrededor del caso, ya que “hay fuerzas que siguen actuando corporativamente de alguna manera a espaldas nuestras”. Kirchner se preocupó en aclarar: “No nos van a hacer bajar los brazos”.

Precisamente ése había sido el pedido que le había formulado la familia de López en la tercera carta abierta que le dirigió desde la desaparición del testigo.

En la misma línea, el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, no descartó que miembros de las Fuerzas Armadas o de Seguridad encubran el hecho. “No puede ser que nadie sepa. Alguien sabe dónde está López.” El funcionario se ocupó de precisar que no estaba hablando de las instituciones armadas o policiales en su conjunto sino de “hombres que puedan estar encubriendo”. Claro que también aclaró que no tenía elementos para dar precisiones. Recurriendo al sentido común, aventuró que López podría estar en la Argentina. “Lo natural es que esté aquí”, dijo Duhalde luego de participar del mismo acto en el que Kirchner se había referido a la desaparición del albañil que testimonió contra el represor Miguel Angel Etchecolatz.