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Locales con garantía

En enero de 1997, Mirta Regina Brizuela y Estela Suárez alquilaron un local en el barrio de la Boca que sería utilizado por una fundación dedicada a la salud, la educación y la actuación social en una de las zonas más carenciadas de la Capital Federal. Transcurridos dos meses de la firma del contrato de locación, se transfirió a una fundación –en apariencia la misma– que se abocaría al bienestar de la gente. Cuando las dos mujeres firmaron los papeles de la operación, la persona que extendió una garantía para que se concretara resultó ser Fernando Niembro. Un departamento a estrenar valuado en 210 mil dólares de entonces le permitió a su ex esposa, Mirta Brizuela, colocar un mojón importante del proyecto que, con el transcurso del tiempo, se articularía con otros similares, tan funcionales a los objetivos políticos del actual presidente de Boca.
Durante los primeros meses de 1999 se creó en el club la comisión de Acción Social bajo la tutela del directivo Emilio Nana, aunque le costó demasiado que se reconocieran aquellos fines para los que había sido creada. Al principio hubo integrantes de la conducción boquense que le escatimaron el respaldo e inclusive se demoró bastante la aprobación de un presupuesto para que pudiera funcionar sin inconvenientes. Se decía que serían 500 mil pesos anuales que saldrían del contrato de indumentaria deportiva con la estadounidense Nike. Horacio “Cholo” Palmieri, un discreto ex futbolista boquense que tras su retiro encontró cobijo al amparo del acaudalado Macri, presidió esta comisión tras el retiro de Nana. Según refiere el arquitecto Pablo Abbátangelo (h), uno de los opositores más persistentes del actual oficialismo, a la comisión se le inyectan “unos 200 mil pesos anuales” con fines que en Boca ya no pasan inadvertidos para nadie.
Es tal el fastidio que ha ido creciendo en torno a la figura del presidente en la institución, que hasta quienes lo acompañan en su administración desde fines de 1995 lo cuestionan cada vez con mayor vehemencia. Desencantados con su proverbial estilo de conducción, tan unipersonal como inconsulto, no toleran que haya ido a buscar afuera del club a un candidato para sucederlo: Oscar Vicente, el ex CEO del poderoso grupo económico Pérez Companc. Uno de los vocales que a Macri le rendía pleitesía y ahora lo fustiga, describió el espíritu que reinaba en la última reunión de comisión directiva el jueves pasado: “Había indignación y sobre todo en el rostro de Pompilio (por Pedro, el actual vicepresidente 1) del que Macri dijo que era un excelente vicepresidente”.
La tónica que le imprimió el empresario a la interna boquense, a esta altura, guarda poca relación con su política de alianzas para conseguir la jefatura de gobierno porteño, donde coquetea con las distintas expresiones del peronismo (menemistas y duhaldistas) y el partido Recrear, del economista Ricardo López Murphy, uno de los aspirantes a la presidencia de la Nación. En el club ya habría delineado que el perfil de su sucesor debe ser el de un empresario como Vicente o acaso su ex tesorero Orlando Salvestrini, un hombre que fue funcionario de la intendencia con Carlos Grosso y también se desempeña en el holding familiar. Ni Pompilio, ni el vicepresidente 2 Gregorio Zidar y mucho menos el vice 3, Roberto Digón, cuentan por ahora con su bendición. Y si el futuro presidente de Boca no fuera un técnico de aquellas características, a Macri no le disgustaría que tome la posta Gerardo Sofovich. El conductor televisivo fue lanzado al ruedo por Menem, pero no para ocupar un lugar en la Bombonera. El riojano lo estimuló para competir con el ingeniero por Buenos Aires, aunque Sofovich le manifestó durante un almuerzo el lunes 10: “Mauricio, no me puedo tirar contra vos”.

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