EL PAíS

La otra Iglesia

 Por Washington Uranga

Bajo el título “Memoria, verdad y justicia”, el Departamento de Justicia y Paz de la diócesis católica de Quilmes emitió un comunicado con ocasión del “día nacional de la memoria” en el que recuerda que el 24 de marzo es “una fecha que abrió una herida que aún está, que sangra y que duele” porque “duele con la ausencia de Jorge Julio López, duele en forma trágica en la búsqueda de justicia de María Eugenia Sampallo Barragán que soportó el dolor de crecer con los cómplices de la muerte de sus padres”. En el texto se critica “los plazos irrazonables de la Justicia argentina”, la “desvalorización de la vida humana en la cárceles de nuestro país”, las muertes “por desnutrición y por otras causas evitables de los indígenas” y el deterioro del medio ambiente, entre otros temas que todavía hoy atentan contra los derechos humanos. En el mismo documento se hace una apelación “al compromiso político y ciudadano” para garantizar la “plena vigencia de todos los derechos humanos” en la Argentina.

El texto, cuyo contenido pone en evidencia un firme compromiso con los derechos humanos, contrasta con el silencio y la falta de sanciones de parte de las autoridades eclesiásticas hacia el sacerdote Christian Von Wernich, condenado por delitos de lesa humanidad. En su momento el superior directo del cura condenado, obispo Martín de Elizalde, anunció que “oportunamente” se adoptarían las medidas que correspondieran de acuerdo al derecho canónico, algo que todavía no se concretó.

El Departamento de Justicia y Paz depende de la Vicaría de Solidaridad del Obispado de Quilmes, del que es titular el obispo Luis Stockler y heredero de una larga tradición de lucha en defensa de los derechos humanos que lideró el ya fallecido obispo Jorge Novak. Recuerda el documento que todavía existen “casi 400 jóvenes sustraídos, secuestrados, robados de sus familias, víctimas que no se encuentran olvidados en las estadísticas sino que son buscados sin cesar por sus Abuelas”.

Se dice también que “una herida se profundiza cuando las víctimas vuelven a ser victimizadas en los plazos ‘irrazonables’ de la Justicia argentina y en los zarpazos desde la oscuridad de los veteranos de una ‘guerra’ inexistente que, irónicamente en el Día Internacional de los Derechos Humanos, promovieron la muerte del represor Héctor Febres para evitar que una luz siga iluminando ese oscuro paso mediante el juicio que se llevaba en su contra”.

Según lo sostiene la diócesis de Quilmes, el 24 de marzo “debe ser un día de auspicio para la vigencia de los derechos humanos en el país”, dado que “las violaciones a los derechos humanos no son un hecho del pasado reciente, relacionado únicamente con el terrorismo de Estado”, sino que “se siguen produciendo con cada acto u omisión contra los derechos esenciales del hombre”.

En el mismo tono se expresa preocupación por “los plazos irrazonables de la Justicia, como el que entre otros casos afecta a la búsqueda de justicia por la muerte de los cuatro adolescentes víctimas de la ‘Masacre de Quilmes’, calcinados en una comisaría en 2004”. Dice también que “no podemos menos que levantar la voz y señalar la desvalorización de la vida humana en las cárceles de nuestro país en donde se vive en una selva en constante y real posibilidad de muerte, lo que aleja infinitamente las posibilidades de rehabilitación”.

Hay también palabras para recordar la situación de los indígenas. “Nos avergüenzan las muertes por desnutrición y por otras causas evitables de los indígenas que habitan nuestro país, lo que se suma a la ya reiterada denegación del respeto a su cultura y sus propiedades ancestrales”, se dice textualmente. El Departamento de Justicia y Paz de Quilmes menciona “la existencia de casos de esclavitud, en especial de habitantes extranjeros, así como en las explotaciones aberrantes a las que son sometidas en contra de su voluntad, niñas y mujeres que han sido degradadas de personas o objetos sexuales”.

El documento denuncia además la “crítica situación del medio ambiente” en la diócesis de Quilmes y pide que “el Espíritu Santo renueve las fuerzas de quienes buscamos verdadera justicia para encarar y superar todos los obstáculos que nos separan de ella”. Finaliza su declaración el Departamento de Justicia y Paz señalando que “vivimos en una sociedad que necesita de quienes asuman profundamente la lucha por la construcción de un país más justo, y por ello pedimos que Dios nos ilumine profundamente a todos para saber responder al llamado del compromiso político y ciudadano que a cada uno le corresponde, y a pesar de la queja, disfraz de la indiferencia, a la acción mediante el diálogo constructivo de un país para todos, que no puede sino construirse sobre las bases de la plena vigencia de los derechos humanos”.

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