EL PAíS › ESTELA BARNES DE CARLOTTO

“Duhalde no me llamó para nada”

 Por Nora Veiras

Al anochecer, Estela Barnes de Carlotto está tan agotada como shockeada por los disparos de Itaka que la sorprendieron desvelada en su casa de City Bell. Vive sola. Hace pocos meses murió Guido, su esposo. “Esto fue un atentado para matarme, no fue una advertencia”, dice con la misma calma con la que hace veintisiete años busca a su nieto nacido durante el cautiverio de Laura. Con la misma calma, la presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo apuesta a “revertir esto para juntarnos todos los que repudiamos este agravio, este intento de magnicidio”. Esta mujer, que supo instalarse en un lugar de persistencia en la lucha y de mesura aun ante la barbarie, no dio abasto para recibir la solidaridad de personalidades nacionales e internacionales. En ese escenario hubo sí una ausencia notoria: la del presidente Eduardo Duhalde.
–Jamás nos pasó algo así. Hace 25 años que estamos luchando, denunciando... Hemos metido presos a Videla, a Massera, a Bignone... Ni en la dictadura ni después sufrimos un atentado de esta magnitud. En algún momento de la dictadura escribieron las paredes del negocio de mi marido con frases como “Madre terrorista”, “Carlotto montonero”, todo en aerosol rojo. Eso me impactó, pero esto de hoy es gravísimo. Uno sabe que hay barbarie pero no cree tanta. Esto es muy serio y con esa seriedad lo he tomado, lo he denunciado. La policía hizo peritajes. Ha venido tanta policía que expresó su solidaridad, que dice que va a actuar... Yo les pedí que esclarezcan este atentado, que castiguen a los responsables, que hagan pública esa solidaridad a una abuela de Plaza de Mayo. Esa es una forma de empezar a separar la paja del trigo. Es bueno revertir este agravio a mi persona –que fue para matarme, no fue una advertencia–, utilizarlo para el bien, para que nos juntemos todos los que pensamos igual.
–Usted dice que recibió la solidaridad, inclusive, de parte de la policía, pero al tratar de explicar los motivos de este atentado lo relacionó con el informe que hace pocos días presentaron a la Corte Suprema bonaerense en la que denuncian los atroces métodos de la Bonaerense...
–Esa fue mi lectura como impulso, como primera sensación. Dije que no era casualidad que yo haya firmado ese documento, en el que decimos que el accionar de la policía nos recuerda a la dictadura. Pero a lo largo del día me di cuenta de que las Abuelas hemos suscripto tantas cosas fuertes, hemos enfrentado a “poderosos” como Jorge “El Tigre” Acosta (el jefe de la patota de la ESMA), como el Turco Julián (el torturador de la policía Julio Simón), entonces esto no es una respuesta a eso, es una muestra para decir que no hay paz, quieren desestabilizar, crear el caos, que no progresemos, sembrar el miedo. Lo que pasa es que el trabajo de Abuelas es tan conocido que la reacción y el repudio ha sido no sólo local sino internacional. Esto es un mensaje para todos: si hubiesen causado mi muerte –como dijo un periodista– hubiese sido interpretado como un magnicidio. Es la forma en que estos grupos quieren demostrar su poderío, su impunidad, y no sabemos de dónde viene. Creo que también se mezclan muchas cuestiones políticas, coyunturales. Ahora cuando veo políticos representativos de diferentes partidos, todos repudiando lo mismo pienso que hay que aprovecharlo. No se trata de votos sino de voluntades para lograr un país mejor. Esto alguna vez se va a acabar.
–¿No tiene entonces una hipótesis sobre los responsables del ataque contra usted?
–Han venido policías, fiscales, autoridades superiores para hacer un peritaje más complejo. Estuvieron analizando el tipo de armas usadas, el calibre, si actuaron de a pie o en auto, la cantidad de balas que tiraron. No se puede vaticinar nada. Lo cierto es que fue un acto para asesinar. Ahora vaya uno a saber quiénes son los culpables. Tengo fe en que busquen y los encuentren.
–Cuando habla de la voluntad de sembrar el caos por parte de quienes intentaron matarla, ¿en qué sectores está pensando?
–Está evidentemente la costumbre de tirar muertos, en guerras internas. ¿Quiénes son? Parapoliciales, mafias, uniformados. Hace pocas semanas yo estaba dando una charla en San Martín y le mataron un funcionario al intendente Ricardo Ivoskus. Tiran muertos. Vaya a saber qué repercusión están buscando. Lo cierto es que no nos hace bien a nadie.
–Usted decía que nunca sufrió una agresión como la que la sorprendió en la madrugada pero, ¿qué recuerdos le provocó ese ataque?
–Cuando fui bien temprano al garaje de mi casa y vi las cápsulas servidas me di cuenta de que esas mismas cápsulas eran las que tenía Laura en su cráneo cuando la exhumaron. Como la mataron a corta distancia, quedaron dentro del cráneo. Entonces pensé: son los mismos, los mismos de siempre y eso me causó mucho dolor. Si con esto quieren pararme, no lo van a lograr. Yo tengo un dolor instalado que es la muerte de Laura...
–¿Habían sufrido amenazas en las últimas semanas?
–No había notado nada. Pero anoche (por anteanoche) tuve llamadas a horas impensadas, como hasta la 1 de la mañana. Sonaba el teléfono y no alcanzaba a atenderlo, era como que estaban tratando de despertarme para que me levante. Poco antes de que dispararan había ido al baño, a tomar agua, últimamente estoy desvelada. Como a las tres y media de la mañana, se fueron los coches de una fiestita de enfrente y cuando se hizo silencio, escuché los estruendos que parecían bombas. No pensé en un atentado, creí que había explotado una garrafa, una cocina. Me puse una bata y salí a ver qué pasaba. Me encontré con los vecinos saliendo, ahí me di cuenta de que era en mi casa, que me habían disparado.
–¿Va a seguir viviendo sola?
–En este momento estamos en una reunión familiar replanteándonos en qué condiciones voy a vivir. No tengo miedo y voy a seguir luchando.
–¿La llamó el presidente Eduardo Duhalde?
–No, no me llamó para nada. Estuvieron Felipe Solá, Julio Alak, Juan Pablo Cafiero... muchísima gente de distintos sectores políticos que ha venido a acompañarme. Pero, Duhalde para nada.
–¿Cómo interpreta el silencio del Presidente?
–Pienso que no le interesará. Prefiero no pensar.

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