EL PAíS › OPINIóN

El otro Rosario

 Por Lisandro Sagué, Erica Ríos *

La serie de acontecimientos que desde el mes de marzo se nos han presentado a través de diversos medios exigen una toma de posición que no se reduzca a una simplificación dualista, ni menos aún a una terceridad neutral. Posición que no descansa en una mera apuesta de simpatías o antipatías simbólicas, si bien reconocemos que no es de poco valor instaurar a nivel país el problema de la distribución de la riqueza.

Nos inquieta el incesante desfile mass-mediático de una puja por millones y millones de pesos, los cuales siguen siendo infames ante la deshonrosa persistencia de la desigualdad de oportunidades. No habla más que de un cambio en el modelo de acumulación de capital; que va de la dolarización a la sojización, el cual se presenta en una persistente continuidad con la infame apropiación del espacio público, borrando de toda memoria la vergonzosa cantidad de personas que vienen siendo expulsadas del sector productivo, así como también a los propios campesinos y peones que se repliegan frente al avance del monocultivo de soja, siendo desplazados del universo discursivo, para tornar consistente el discurso de los propietarios que, con innegable significación feudal, bautiza sus quehaceres y nobles intenciones (“déjennos producir en paz y les llenaremos de comida a todos los argentinos”). Disputa de un sector que dice “la deuda la pagamos nosotros”, o “acá no hay pueblo, hay campo”, con otro que, más allá de sus tímidos retaceos reformistas, vacía de contenido la legítima y necesaria herramienta de las retenciones, al no poder eludir la impostergable cantidad de personas en situación de pobreza. No podemos dejar de resaltar que en las presentes condiciones de acumulación, la situación actual exige medidas concretas, una atención impostergable que supere el mero “derrame” del crecimiento. Las cuatro entidades agropecuarias, y gran parte de sus representados, enarbolando la bandera del “campo”, han irrumpido en la escena nacional, mediática y económica, de un modo más que particular. Y frente a esto no debemos dejar de tomar posición. Sus medidas, mal enunciadas como lockout (ya que continuaron con la producción), podemos resumirla en cuatro puntos:

- Interés exclusivamente particular (sólo queremos producir y progresar, no nos tienen que decir cuánto tenemos que ganar).

- Desabastecimiento general (en caso de desacuerdo con el gobierno del país en que habitan) a sabiendas de quienes serían perjudicados.

- Desprecio y odio clasista (la palabra “negro” abunda tanto en sus ataques como en gran parte de su producción económica).

- Falsa totalización (no todos son el campo ni todos acceden a sus bienes, campo que no es el mismo en la vasta y variada geografía de nuestro país).

* Por estudiantes y docentes de la Facultad de Psicología de Rosario

Documento de repudio al acto del 25 de mayo en el Monumento a la Bandera. Juan Pablo Carrascal, Mariel Mastriacovo, Nancy Barbero, Natalia Ramírez, Rubén Calligarias, Estefanía González, Laura Capella, Paula Sagué, Germán Serjoy, Leandro Llull, Leonel Auci, Diego Stechina, Martín Díaz, y siguen las firmas.

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