EL PAíS › POSTALES DE LA SESIóN EN LA CáMARA DE DIPUTADOS

Anochecer de un día agitado

La pelea de Felipe Solá, el cumpleaños de Daniel Katz. El homenaje a Gabriela González Gass y la celebración por la liberación de Ingrid Betancourt. Las discusiones de palco a palco. Los hijos de los chacareros.

 Por Werner Pertot

Cumpleaños feliz: Los pasillos del Congreso hormiguearon desde temprano con asesores y diputados. Algunos, en especial los opositores, se detenían ante cada luz de cámara y ante cada grabador. Antes de la sesión, la mayoría pronosticaba que el oficialismo no iba a tener número para el quórum, lo que fue repetido en cadena por horas por distintos canales de televisión. El radical ¿K? Daniel Katz se hizo su agosto ante los periodistas cuando anunció que no daría quórum. Luego admitió que estaba apesadumbrado, porque era su cumpleaños y no podía viajar a Mar del Plata.


Traigan las pelelas: Algunos diputados tenían una teoría sobre la estrategia de votación del oficialismo. “En 30 segundos te votan dos leyes”, aseguró a PáginaI12 el diputado de GEN Juan Carlos Morán, que responde a Margarita Stolbizer. “Hoy no es una sesión para levantarse e ir al baño. Mejor traerse sanguchitos, no tomar mucha agua y aguantarse”, le recomendaba a sus compañeros de la Coalición Cívica.


Un chiste viejo: Un ruralista perdido como turco en la neblina por los pasillos del Congreso le explicaba a quien quisiera escucharlo su teoría sobre las compensaciones que ofrece el Gobierno nacional a los pequeños productores. “Vamos a terminar como Soledad Silveyra en La clínica del Doctor Cureta, en un manicomio diciendo: ‘Papelito, sello; papelito, sello’. ¿Se acuerdan?”. Pero no encontraba a nadie que se acordara.


El otro Maradona: Con tono marcial, el diputado Dante Camaño –que ocupa la silla que no logró conseguir el represor Luis Patti– pidió un reconocimiento “para los médicos rurales que no conocen el lujo”. “Voy a pasar esta hojita porque hoy es el día del médico rural. Y un día como hoy nació el famoso doctor Esteban Laureano Maradona”, dijo Camaño, que pidió un aplauso. Y al resto no le quedó más remedio que aplaudir.


No se metan con Solá: Las versiones se multiplicaron y le dieron de comer a la televisión cuando los discursos bajaban el tono y no prometían grandes escándalos. El diputado Felipe Solá gesticulaba ante Patricia Vaca Narvaja, Diana Conti y Patricia Fadel. Revoleaba el dedo y hacía gestos de “ojo conmigo”. “No me van a apretar a mi”, fue una de sus frases. ¿Qué había ocurrido? Un hombre que dijo ser asesor de Alberto Fernández había querido desalojar a la mujer de Solá de la barra de los asesores a los empujones. El ex gobernador, al enterarse, se dirigió raudo hacia allí y terminó a las trompadas con el asesor, que le gritó: “Traidor, cagatintas”. El supuesto albertista no llevó las de ganar en la pelea y, para colmo, los de seguridad, después de separarlos, lo tiraron a lo Far West por la puerta del salón de asesores. Solá siguió luego discutiendo con el jefe de bloque Agustín Rossi y sus compañeras de bancada. Aparentemente, también se quejaba del orden en que quedó en la lista de oradores. “Voy a hablar a las cuatro de la mañana”, refunfuñó.


Pequeños chacareros: Los hombres de bombacha escasearon dentro del Congreso. La mayoría se ubicaron en las bandejas del segundo piso. Entre ellos, había un grupo de jóvenes ataviados con boinas y chaquetas que afirmaron ser los que sostuvieron la Carpa Verde y los cacerolazos de Santa Fe y Callao. “Si la ley sale por el sí, tenés una marcha federal en tres días en la Capital Federal”, aseguró a este diario Agustín, cuyo padre tiene campos en Córdoba. Lo acompañaba Virginia, a quien la delataba su tonada correntina. “Vine a Buenos Aires porque lo operaban a mi viejo y aproveché para estar acá”, relató la pequeña chacarera, de 20 años, que está terminando el secundario. Su padre tiene más de dos mil hectáreas en Corrientes, que dedica al ganado bovino.


Aplausos y silbidos: El primer contrapunto entre las barras fue cuando los ruralistas intentaron desplegar una bandera que decía: “Aguante el campo. Pampa Sur”. Allí uno de los hombres de boina les gritó a los diputados:

—¡Voten por el pueblo y no por la chequera!

—¡¡Callate, gorila!! ¡¡¡Oligarca!!! –le gritaron los kirchneristas. Los aplausos y los silbidos se repitieron toda la sesión.


Póntelo, pónselo: El diputado Juan Carlos Dante Gullo venía contestando preguntas a las cámaras sin parar, cuando una sobre una frase de Néstor Kirchner lo desconcertó. “Ponganla... ¿Cómo ponganla? Pongan, ¿qué?”, le repreguntó el “Canca” al notero.

–Eh, no...el voto.

–Ah, pensé que era otra cosa. Me había ido por otro lado –le guiñó un ojo el diputado.


Homenajes: Hubo un minuto de silencio y uno de aplausos. El minuto de silencio fue por el fallecimiento de la ex diputada Gabriela González Gass. El aplauso fue por la liberación del Ingrid Betancourt “por el ejército colombiano”, aclaró Luis Lusquiños, del PJ disidente.


Ishii conducción: Llegaron en un micro de José C. Paz y los ubicaron en los balcones del tercer piso. Tenían carteles que decían: “Viva Cristina” y “Viva la democracia”. Con ellos, vino Alejandro, empleado del municipio de José C. Paz, que conduce Mario Ishii. Morocho, alto, dice que vino “a apoyar a la presidenta”. No muy lejos, Ricardo leía Ka, la fastuosa revista de Compromiso K. “Vine a ver a la Presidenta”, aseguró a este diario.

–Pero la Presidenta no viene...

–Ah, entonces no sé.

–¿Qué piensa del conflicto del campo?

–No tengo idea de eso del campo.


Los elegidos de los criadores: Hablando de aplausos, el mayor premio del aplausómetro ruralista se lo llevó Claudio Lozano cuando cuestionó a las cerealeras. Lo siguió el diputado de la UCR, Pedro Morini, que logró un fervor chacarero cuando dijo que “el Estado argentino tiene mucha plata, que se la da el campo”. No lejos estuvo el cívico Francisco Ferro, quien aseguró que con las retenciones “se interrumpe el orden institucional” y lo comparó con “el terrorismo de Estado”.


La peona: “Mirá mis manos, m’hijo”, dice Azucena y muestra dos pequeñas palmas encallecidas. “La crema se conoce poco en Tres Arroyos. Ni te digo la manicura”, cuenta. Azucena es chaqueña y trabajó desde chiquita en la cosecha de algodón. “Hasta que vino la soja y nos echó”, relata. Luego viajó a Mendoza, donde le tocó recoger uvas. Finalmente, se estableció en la provincia de Buenos Aires, donde trabaja en una finca en la que cría gallinas y siembra zapallos. “Toda mi vida trabajé en el campo”, resume Azucena, mientras se lleva un chupetín de frutilla a la boca. Tiene 55 años, pero parece una niña con el chupetín. Azucena fue al Congreso, pero no estaba con los ruralistas, sino en la barra kirchnerista. “Quisiera que todos los que cortan las rutas cuenten cuánto les pagan a sus peones. Ellos sólo miran por el bolsillo de ellos. Y nada más”, resume. Antes de irse aclara que no viene a apoyar al Gobierno. “Vengo a apoyar la democracia, porque si no, nos va a ir mal”, dice.


Un stone en la barra: Con un flequillo rollinga, Gastón, de Jóvenes de Pie, parece tenerla más clara: “Venimos a bancar las retenciones, loco”, dice. La barra en la que está, en el primer piso, se hizo escuchar con un cantito, cuando promediaba la sesión: “Hay que votar / hay que votaaaar / las retenciones del Gobierno popular”, corearon, mientras desplegaban banderas de Libres del Sur. Los de Compromiso K también estuvieron presentes y les repartieron sus pins hasta a los asesores de PRO.


Ratifícase o muerte: El diputado del SI Carlos Raimundi le pasó factura al oficialismo por las negociaciones frustradas de los últimos días, en las que se negaron a modificar la palabra “ratifícase” del primer artículo de la ley. “Ratifícase o muerte”, los gastó Raimundi, que fue el único opositor que se ganó los aplausos del bloque oficialista cuando dijo que los ruralistas tuvieron “planteos destituyentes”, como cuando dijeron que iban a disolver el Congreso si votaban el proyecto oficialista. Raimundi también se acordó de su ex líder Elisa Carrió. Sin mencionarla, le recordó que “no estamos de acuerdo con los que dicen que si están con nosotros, son morales y si están en desacuerdo son inmorales”.


Animal print: Algunos atuendos de las diputadas se llevaron todos los comentarios. No fue el caso, esta vez, de la diputada Victoria Donda vistió un moderado conjunto negro, con un saco rojo. A escasas bancas, se sentó la esposa de Luis Barrionuevo, Graciela Camaño, una de las figuritas difíciles que finalmente asistió a la sesión. Vestía, eso sí, una estola de símil de leopardo.

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