EL PAíS › UNA DEUDA OCULTA DE NADA MENOS QUE 600 MILLONES

El último clavo de Cavallo

 Por Maximiliano Montenegro

En el Ministerio de Economía lo llaman el último clavo legado por Domingo Cavallo, antes de abandonar abruptamente el poder. Se trata de una deuda oculta de 600 millones, con diversos proveedores privados, por compras de bienes y servicios realizadas en los últimos meses de la administración De la Rúa por diversas reparticiones y que nunca fueron anotadas en la contabilidad oficial. Así, el ex ministro podía mostrar al FMI que las cifras de su gestión se acercaban al déficit cero que él mismo impuso y no pudo cumplir.
Sin dar montos, el ministro Roberto Lavagna anunció la semana pasada que iban a comenzar los trabajos para instrumentar en el presupuesto una deuda escondida en la burocracia estatal por “gestiones anteriores”, para que no estallara en las manos del nuevo gobierno. Dijo que no se sabía a cuánto ascendía dicho pasivo. Pero adelantó que era una cifra importante. “Hay distintas deudas con proveedores que nunca fueron consolidadas, por diversos gastos: desde compra de vacunas para la aftosa hasta plantación de árboles en Misiones y pagos a las obras sociales”, explicó el ministro.
Según pudo saber Página/12, en Economía ya hicieron un relevamiento preliminar de esa deuda y la cifra no es precisamente un vuelto. Hasta el momento, se llevan computados “entre 500 y 600 millones” en facturas acumuladas de distintos proveedores por gastos que nunca fueron autorizados oficialmente por la Secretaría de Hacienda, pero que aun así se ejecutaron. Ahora, o el Estado instrumenta la deuda y ofrece un plan de pagos, o se enfrenta a una avalancha de juicios que inevitablemente perderá y que deberá pagar con costas e intereses.
Lavagna le buscó el costado positivo al anuncio y aseguró que ésta era una de las medidas en estudios para apuntalar la tenue recuperación económica. La idea es que los bienes y servicios fueron brindados al Estado por empresas privadas que no sólo todavía no cobraron esa facturación sino que no tienen ningún indicio de cuándo lo harán, ya que el Estado no la reconoce legalmente.
Lo que el ministro no explicó es de qué manera piensa abonar semejante clavo. Una posibilidad es reconocer la deuda con alguna clase de bonos a proveedores, por ejemplo, a cinco años. La otra, menos probable, es que se empiece a pagar a partir del año próximo, con el fondo especial de 3000 millones de pesos que Economía quiere dejar reservado en el Presupuesto 2003 para imprevistos, como una suba de precios de los insumos hoy imposible de pronosticar. Por supuesto, en uno u otro caso la deuda se reconocerá pesificada uno a uno.
Las áreas en las que se concentró el endeudamiento son el Ministerio de Defensa, la Anses y la AFIP (Administración Federal de Ingresos Públicos). Casi la totalidad de los gastos relevados, contratados con diversos proveedores, fueron ejecutados durante los últimos meses de 2001. Más precisamente, durante los días en que Domingo Cavallo gritaba a los cuatro vientos que Argentina cumpliría con la regla de déficit cero.
Que en pocos meses se haya creado semejante bola de deuda habla del estilo de Cavallo, que por un lado establecía una regla –buena o mala, es otra discusión– para adecuar los gastos a los ingresos, y por otro barría bajo la alfombra las erogaciones que algunas áreas de gobierno seguían ejecutando y prometían pagar en el futuro.
¿Será, efectivamente, él último clavo de Cavallo? ¿O será cuestión de seguir buscando?

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