EL PAíS › CóMO SIGUIERON EL DEBATE LOS KIRCHNER

Un día sin sobresaltos

 Por Daniel Miguez

La atención de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su esposo Néstor Kirchner sobre los pasos que daba el proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual pareció estar más concentrada en los días previos a la votación, que en la jornada decisiva que comenzó ayer y se extendía esta madrugada en el Senado. Sabiendo que el oficialismo contaba con los votos suficientes, el matrimonio Kirchner vivió toda la jornada de ayer “con bastante relax”, según describió a Página/12 un funcionario que estuvo con ellos buena parte de la tarde en la residencia de Olivos.

Cuando en el Senado comenzaba lo que sería un extenuante debate, la Presidenta salía de Olivos hacia la Casa Rosada. Al llegar allí encabezó la inauguración de la muestra de fotos, videos y textos sobre el Día de la Lealtad en el patio del edificio que comunica con la vieja Aduana, organizada por el secretario general de la Presidencia Oscar Parrilli, en el marco de los festejos del Bicentenario.

Mientras Cristina recorría la muestra, Kirchner desde Olivos hacía los llamados de rigor al presidente del bloque oficialista en el Senado, Miguel Pichetto, y al interventor del Comfer, Gabriel Mariotto, que se mantuvo firme en el Congreso desde que arrancó la sesión. Los telefonazos de Kirchner recién se repitieron cuando caía la tarde. En otras jornadas trascendentales desde el punto de vista político, como la recordada noche del debate en el Senado sobre la Resolución 125, Kirchner y Cristina no paraban de hablar por teléfono monitoreando la marcha de la sesión.

Luego de inaugurar la muestra por el 17 de Octubre, la Presidenta hizo una rápida pasada por su debate, donde apenas pispeó el debate por televisión. No llegó a escuchar un discurso completo, que se fue al Salón de las Mujeres para darle la despedida del segundo contingente de familiares de los muertos en la guerra de las islas Malvinas que viajaron ayer para rendirles homenaje en el cementerio argentino de Darwin.

De nuevo en su escritorio, con la televisión encendida, firmó algunos despachos para regresar a Olivos, donde almorzó con su marido. Por la tarde sí le dedicaron más tiempo a ver el debate por TV, aunque la Presidenta varias veces se levantó del sillón para atender cuestiones de la gestión. Habló al menos con tres ministros por temas totalmente ajenos a la ley de medios. Otra muestra, comentaban sus colaboradores, de distensión.

En los escasos intercambios de llamados entre Olivos y el Congreso, uno fue para indicar que no hubiera más oradores de la oposición que del oficialismo. Así fue que cuando hubo 20 opositores anotados para hablar, se anotaron otros tantos kirchneristas “para dar una respuesta pareja a sus argumentos”, explicaron.

También la Presidenta tuvo la confirmación de que el catamarqueño Ramón Saadi iba a votar a favor y que los santacruceños Marcelo Guinle y Silvia Giusti, como el jujeño Guillermo Jenefes, acompañarían en general con algunas objeciones en particular.

Después de la habitual cena frugal, Cristina y su esposo sí se sentaron a ver el desenlace del debate. Comentaron que iban a quedarse despiertos al menos hasta la votación del artículo 14, que hace referencia a la autoridad de aplicación de ley y era uno de los más cuestionados. Tenían la percepción de que si el oficialismo pasaba bien ese obstáculo, llegaría sin trabas hasta el final. Ni la Presidenta ni su esposo toman alcohol, pero a su alrededor daban por hecho que en algún momento de la madrugaba iban a brindar, aunque fuera con agua.

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